Yohir Akerman
20 Noviembre 2022

Yohir Akerman

Capitán América

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Esta es la historia de cómo un curtido agente especializado de la DEA pasó de luchar contra los carteles colombianos de la droga, a vivir de ellos. Y no solo de subsistir de los dineros de las mafias y los lavadores de activos, sino de gozar de un estilo de vida como el de los mafiosos, lleno de joyas, fiestas en yates con prostitutas, carros de lujo y, sí, muchas drogas.

El agente especial de la Administración para el Control de Drogas (DEA) José Ismael Irizarry estuvo en Colombia desde agosto de 2009 hasta enero de 2016. Casado con una colombiana, echó raíces en este país, investigando los tentáculos de los narcotraficantes colombianos y sus redes de blanqueamiento de capitales. Fue tan profunda su pesquisa que pasó de la teoría a la práctica y terminó siendo otro objeto de la investigación.

Por estos hechos fue condenado por la jueza, Charlene Honeywell, del Tribunal de Distrito ubicado en Tampa, a 12 años de prisión. Antes de entrar a pagar su prisión a la cárcel, se sentó con los periodistas Joshua Goodman y Jim Mustian de AP, a contar que él no era el único agente de la DEA que participó de este esquema de beneficios y lavado de dinero.

Irizarry acusó a algunos de sus colegas de la agencia estadounidense de haber sido reclutados por la mafia colombiana, al igual que él, para blanquear millones de dólares en operaciones encubiertas de lavado de dinero del narcotráfico, y con eso financiarse una década de ostentosos viajes al extranjero, comidas en restaurantes finos, los mejores asientos en eventos deportivos, fiestas desenfrenadas y lujosas residencias en varias ciudades.

Según Irizarry, docenas de otros agentes federales, varios fiscales e, incluso, informantes hacen parte de un llamado “Team America”, o en español Equipo América, los cuales fueron reclutados o volteados para, en vez de investigar las operaciones y estructuras de los narcotraficantes, les ayudaran a limpiar su dinero.

En una de sus tareas específicas se volvieron especialistas en recolectar el dinero proveniente del narcotráfico de drogas colombianas en diferentes ciudades del mundo y evadir los controles de la DEA. Siempre usando su conocimiento en el tema, para poder ingresar esos millonarios recursos al sistema financiero internacional.

Con una particularidad, y es que, a los miembros del Equipo América, les gustó el lujo tanto como a sus patrones ilegales. Por eso empezaron no solo a hacer la tarea de recoger los dineros e ingresarlos al sistema bancario, sino también a hacerlo en ciudades en las que podían ir de fiesta o coincidir con divertidos eventos deportivos, como partidos de fútbol del Real Madrid o torneos de tenis donde jugaba Rafael Nadal.

Con otra particularidad. Como le contó Irizarry a AP, esto también incluyó excéntricas fiestas a en las diferentes salas VIP de clubes de striptease más famosos del mundo, incluyendo Miami, Medellín, Río de Janeiro, el distrito rojo de Ámsterdam y a bordo de yates colombianos que zarpaban en Cartagena repletos de prostitutas y drogas.

Por estos hechos el agente especial Irizarry se declaró culpable de 19 cargos de corrupción, incluido lavado de dinero y fraude bancario. Algo nada irrisorio. Y en su condena, la jueza federal de Tampa pidió que se investigue a los otros miembros del famoso Equipo América.

Hasta ahora, esa investigación se ha centrado en otro exagente de la DEA llamado George Zoumberos, quien era uno de los compañeros de Irizarry y viajó alrededor del mundo con él. Según la investigación del FBI, Zoumberos disfrutó de un acceso ilimitado a los llamados fondos de la comisión de la DEA, y usó incorrectamente ese dinero para compras personales y viajes no justificados, utilizando nombres de personas que no existían en informes de la agencia para justificar los excesos.

Zoumberos continuó como agente de la DEA, incluso después de que fue arrestado y detenido brevemente por acusaciones de acoso sexual durante un viaje a Madrid en 2018. Renunció después de ser despojado de su arma, insignia y autorización de seguridad, y tras invocar a finales de 2019 sus derechos de la Quinta Enmienda a permanecer en silencio cuando el mismo fiscal que acusó a Irizarry lo llamó a testificar ante un gran jurado federal en Tampa. Su hermano, un fotógrafo de bodas de Florida que viajó y festejaba por el mundo con agentes de la DEA, también terminó preso por similares hechos.

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Fuera de Zoumberos, otros tres fiscales federales actuales y anteriores han sido cuestionados por asistir a las llamativas fiestas en diferentes ciudades con el grupo de Irizarry y pagadas por lavadores colombianos. En ello se incluye a una fiscal de alto nivel en Miami, una exfiscal de Ohio y Michael Garofola, un exfiscal que apareció en el programa de televisión The Bachelorette

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La justificación moral que el agente especial Irizarry se dio para cambiar de bando es interesante. Su opinión es que no se puede combatir una guerra imposible de ganar. “La DEA sabe esto y los agentes sabemos esto. Hay tanta droga que sale de Colombia. Y hay tanto dinero, que no hacemos ninguna diferencia”. Y aunque eso pueda que sea cierto, tampoco justifica el hecho de que, desde la autoridad, el agente se vuelva peor que sus investigados.

Por eso la pregunta importante es a quién estaba investigando en Colombia y cómo terminó del otro lado de su investigación. Cuando este escándalo empezó a conocerse, Irizarry fue sacado de Colombia por orden de su jefe inmediato en la agencia y enviado a una oficina en Washington, mientras se avanzaba en la investigación por el supuesto nexo de su esposa con un polémico empresario caldense llamado Diego Marín Buitrago.

Vamos a eso.

En 1993, un informe de la DEA vinculó a Marín Buitrago con el blanqueo de capitales del cartel de Cali. Posteriormente, en 2004, a este empresario del que únicamente se conoce una borrosa foto de la cédula, le quitaron la visa por ser el “rey del contrabando” de Colombia y presuntamente lavar el dinero de drogas mediante electrodomésticos y otros bienes importados.

Según las fuentes oficiales, en el año 2020, el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) les pidió a sus pares de Colombia que revisaran sus antecedentes, movimientos financieros, bienes y hasta registros de migración, ya que hacía parte de una investigación de lavado de dinero. Aunque no ha habido nunca una sentencia en contra de este polémico empresario, lo cierto es que siempre ha estado en la mira de las autoridades. Ahora se dice en los corrillos de las agencias estadounidenses que, para limpiar sus pecados, se convirtió en informante de las agencias estadounidenses. Por eso no le ha pasado nada.

Otra cosa cierta es que la estrategia de Marín Buitrago para que nadie hable de él, es demandar jurídicamente y amedrentar con problemas judiciales a los periodistas que se atreven a investigarlo. Es seguramente lo que hará con esta columna.

Pero es imposible no hablar de su papel protagónico en toda esta investigación. Por eso vamos a su inicio. En septiembre de 2011, agentes de la DEA informaron de la existencia de una organización criminal que operaba en las ciudades de Bogotá, Cali y Medellín, con brazos en los puertos de Buenaventura y Cartagena. Esa organización estaba, según la DEA en ese momento, liderada por Diego Marín, a quien se le conocía con el alias de Papá Pitufo.

Según el expediente confidencial, esta red criminal para el lavado de capitales estaba dividida en tres grupos. El primero en Bogotá, en el sector conocido como San Andresito. El segundo utilizaba varios móviles y oficinas para ocultar el dinero producto de la venta de estupefacientes que operaban en Medellín. El último en Cali y la costa Atlántica, dedicado al lavado de activos por medio de la comercialización de electrodomésticos.

Esta es la historia donde el narcotráfico, se encuentra con el contrabando y tienen un hijo que se llama lavado de activos. Es por esto que en 2011 el señor Marín fue mencionado por las autoridades como el zar del contrabando en Colombia, porque manejaba esa parte de la ecuación. Pero, de nuevo, nunca ha habido una sentencia en su contra.

Eso no quiere decir que los diferentes servicios de inteligencia saben mucho más. Por ejemplo, que obtuvo la nacionalidad española, que ha ido poniendo su participación en empresas de comercio exterior a nombre de amigos y terceros y que ha hecho millonarias inversiones en Miami y en paraísos fiscales que lo escudan como a un cliente predilecto.

Según las autoridades, el Papá Pitufo del contrabando colombiano abrió canales de comercialización entre China y varios puertos colombianos de productos que terminaban en los sanandresitos del país. Y acá esta investigación se toca con otra muy llamativa.

Para esto hay que recordar al señor Ómar Ambuila, exjefe de la Dian en el puerto de Buenaventura, y padre de Jenny Ambuila, la famosa instagramer que mostraba su vida de supermillonaria, en su Lamborghini rojo en Miami, mientras su papá se ganaba 10 millones de devaluados pesos como funcionario del Estado.

El señor Ambuila es requerido por una Corte en la Florida por el delito de lavado de activos y por el ingreso de mercancías ilegales y contrabando de forma irregular entre 2013 y 2017. La investigación ha determinado que el exjefe de control de carga de la Dian en Buenaventura, estaba asociado con personas en Estados Unidos, con las que usó permanentemente el sistema financiero de ese país para lavar dinero y obtener millonarias ganancias.

¿Qué comen que adivinan? Ambuila terminó siendo otro de los pitufos asociado con el agente de la DEA José Irizarry y su esposa. Una operación que coincide en paralelo con las acusaciones que ha habido en contra del señor Diego Marín. Por eso, incluso, este empresario se encuentra mencionado en la sentencia de la Corte de Tampa en contra de Irizarry. 

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De esa manera, los ‘Gargamel’ que tenían que seguirle la pista al Papá Pitufo, es decir los agentes de la DEA en Colombia que tenían que investigar todo esto, terminaron trabajando para él, recibiendo bonificaciones y rumbeando con prepagos en diferentes partes del mundo. Una relación que no solo fue comercial, sino personal y familiar.

Solo queda añadir que Diego Marín es el padrino de uno de los hijos del hoy confeso agente especial Irizarry y cercano de su esposa, la colombiana también condenada por lavado de activos. Por eso, más que el Papá Pitufo, Diego Marín parece el Capitán América. Un enmascarado del que poco se conoce, pero mucho se teme, con un profundo bolsillo que presuntamente patrocinó las fiestas y lujos de los agentes que debieron investigarlo.

@yohirakerman; akermancolumnista@gmail.com

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