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Alguien me dijo este domingo pasado, a propósito de la columna publicada por Daniel Coronell,  en donde de nuevo se hace mención negativa a la gestión del Ministerio de Cultura: “Con este son 48 artículos de lo que ya empieza a ser el ministerio más mal reseñado por la prensa, desde que se creó en 1997, y de seguir así el más mal reseñado por el sector artístico y cultural del país”. 

Este no es un comentario menor, elaboro brevemente. Quienes hacemos parte o hemos hecho parte del ecosistema cultural, desde cualquier lugar, bien sea desde el diseño de políticas públicas, la academia, la cooperación internacional, las comunicaciones, los medios, la formulación de proyectos, la creación, la producción, los derechos de autor, los emprendimientos, la circulación así como la ciudadanía que entiende las problemáticas contemporáneas desde el lente de la cultura, o disfruta de ella como mero lugar de diletancia, estamos en estado de alerta naranja y no desde una oposición si no, desde la desilusión.  Dos cosas muy distintas. La oposición trata y tratará de manera superflua de descalificar, la desilusión viene de la ilusión de propuestas que oímos y leímos en campaña, como la propuesta de un estatuto laboral para el arte y la cultura, recuerdo que este tema estaba incluido en la agenda legislativa del despacho (al menos con Patricia Ariza) sobre sus avances, desconozco. 

También mencionó el entonces candidato Gustavo Petro, en campaña, un nuevo plan nacional de arte, cultura y patrimonio diseñado con los líderes culturales y en consonancia con las agendas territoriales.  En efecto hubo una reunión en Villavicencio, liderada por la dirección de fomento, sucedió una semana después de la salida de Patricia Ariza, lamentablemente esa agenda fue opacada por el mensaje que recibimos todos de pasar nuestras cartas de renuncia. Ese capítulo escabroso ya pasó y quedará en los anaqueles de la historia. Esperemos que esas primeras conversaciones tengan avances importantes, no sobra recordar que, a un sistema de cultura real, le corresponde tener políticas públicas territoriales con un presupuesto asignado a unas secretarías de cultura, ¿cuánto porcentaje de estas hay en el país? Me temo que no superan el 30 por ciento, ¿qué está haciendo el ministerio en ese sentido?  

El entonces candidato, también habló de reformular las convocatorias y en efecto esto sucedió bajo el liderazgo de la maestra Patricia Ariza quien pidió tener en cuenta las características específicas de los territorios y sus creadores. 

Petro, también en campaña, dijo que quería que el arte popular hiciera parte de una política de turismo cultural. En efecto, quedó una propuesta sobre la transición de la economía naranja a la economía popular, plan que yo misma diseñé; no tuvo respaldo, si bien quedó formulado y con recursos asignados, pareciera que todo quedó en el plano de la circulación.

Sumado a eso, está la evidente necesidad de reformular, observar o modificar artículos de la Ley de cultura, la 397. Actualizarla, dejarla a imagen y semejanza de un ecosistema cultural del siglo XXI. Esto requiere de un liderazgo para redactar unos antecedentes, hacer una exposición de motivos sesudos que promueva un pensamiento crítico para un sector próspero, robusto con equidad y justo, transversal a todas las acciones de gobierno a través de un trabajo intersectorial integrado. No se trata de definir conceptualmente la identidad o al colombiano por sus rasgos más generales, eso ya se hizo en la Constitución del 91, superemos esto, por favor. En fin, ¿qué se está haciendo en este sentido? 

Hay quienes dicen (“hush hush”) que al no estar concertado o debatido ya se cuelan unos micos o mejor unos enanos, sí, los famosos “seven dwarfs” de Duque, ¿será cierto? a estas alturas todos los chismes pueden ser conspiración, pueden ser oposición o pueden ser reales porque, ante discursos ambivalentes y ambiguos, reina la desconfianza.  

Cuál discurso ambivalente? La interinidad de ocho cargos directivos en el ministerio, la salida de Marcela Cuéllar con un pie de página sobre su posible reintegro. Los 48 + 1 artículos, este. Las cartas que llegan directamente al despacho del presidente. El encuentro sobre sonidos inesperados que profundizó la álgida discusión sobre el sistema de educación musical, la creación de la estudiantina, la adición de 100.000 millones de pesos “para implementar el sistema nacional de educación y formación artística para la paz, sonidos para la construcción de paz”. La acalorada intervención del representante a la Cámara y quien hace parte de la mesa ampliada de cultura, Juan Carlos Losada, el sucesivo trino de María José Pizarro. Que María Paz será la ministra, que los santistas preparan su entrada al ministerio, con su círculo de confianza y que están pidiendo hojas de vida para un gran relevo; el ejercicio que hizo Adriana González sobre el presupuesto 2024, el más bajo de la historia en los últimos 12 años. La no asistencia por primera vez en años a la apertura del FICCI por parte del presidente e infinitos etcéteras.

Hay un elemento adicional, el sector tenía ilusión con la llegada de Petro, porque históricamente el sector ha sido uno que, se ha pensado desde la izquierda o al menos desde espíritus más progresistas. Es desde este lugar humanista, frente a un pensamiento neoliberal donde prima la aceleración, innovación y creación de empresas; que el sector piensa la relación entre lo político y lo cultural o en la resistencia para la construcción de un colectivo activamente político, la posibilidad de que el arte y las prácticas culturales acompañen procesos de convivencia y no repetición del conflicto. La posibilidad de pensarse las artes como un acontecimiento, una experiencia y un derecho. También queda claro que el sector cultural en Colombia ha ganado mucho terreno desde la Constitución del 91, la creación del ministerio en el 97 y por eso, su activa participación en la campaña de Petro. Se trata de que la cultura aporte a cambios culturales y estructurales frente a una sociedad permeada por el conflicto, la narcocultura, el racismo, la inequidad. Se trata de darle un lugar de primacía a las artes y la creación.

Entonces, si sumáramos todas estas restas y estuviéramos en una terapia de pareja yo le diría: “Mi amor, hagamos algo, no me volviste hablar, no te he podido contar mis cosas, no me has vuelto a decir qué tienes en mente, ¿qué pasó con nuestro proyecto de poner a disposición del sector cultural un arquitectura institucional?, ¿cómo va la articulación a nuestro proyecto político?, mi amor, ¿qué pasa? 

***

Volví a CAMBIO con la certeza de poder expresar mis ideas, lo hago porque es precisamente la cultura a través de sus expresiones artísticas, sus prácticas culturales, sus formas de comunicación, sus sistemas económicos, la que me han permitido reflexionar y reconocer la diferencia. Pero debo decir que lo hago con miedo, con el miedo de no poder participar activamente en un proyecto que creí con cada latido de mi corazón, sé que hablar o escribir puede significar que mi nombre sea tachado, asumo las consecuencias de ser silenciada. Aportaré desde donde esté, con integridad y respeto.

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