El panorama para los editores está cambiando radicalmente. Las tecnologías digitales, las amenazas a los derechos de autor y la propiedad intelectual, los nuevos canales de distribución y el comportamiento cambiante de los consumidores están obligando a los editores a repensar su enfoque, estructura y modelos comerciales. Sin embargo, ahí sigue la Feria del Libro de Bogotá, donde las grandes editoriales y también las editoriales independientes se mantienen con el propósito de seguir desarrollando estándares internacionales. Una feria que permite la consolidación de relaciones sociales y transacciones comerciales a partir de un valor creativo convertido en valor económico. Es un espacio donde se discuten los activos intelectuales, o la creatividad, de sus autores en el marco de transacciones comerciales.
Alrededor de 600.000 personas habrán ingresado a la Feria del Libro, que este año contó como invitado especial, con México. Un encuentro fundamental para las industrias creativas porque se trata de lanzamientos de libros, de tener un espacio para facilitar la negociación para la venta internacional de derechos y licencias. Significa que los aproximadamente 5.500 estudiantes de colegios, y en general, todos los visitantes pueden darse una idea sobre el mercado editorial. Entre ruedas de prensa, presentaciones artísticas, filas y filas de jóvenes para ver a Calle y Poche, conversatorios, paneles, se encuentran editores, agentes, libreros, bibliotecarios, académicos, productores de cine, traductores, impresores, todos participan en la amplia oferta que tiene la feria.
Me estoy refiriendo a una de las industrias creativas más próspera del país. Las cifras dicen que, con base en el sistema ISBN, en el año 2022 se asignaron 20.840 registros lo que significa un crecimiento del 2,5 por ciento frente al año 2021. También se registraron al año 1.254 traducciones, que representan el 6,9 por ciento sobre el total de registros. Esto significa, aunque no en todos los casos, ventas y ojalá, lectura.
En el marco de la feria vale destacar el trabajo de las editoriales independientes que tienen las misma reglas de juego que las grandes editoriales, pagan derechos de autor en euros para las traducciones. Compiten directamente, y aún en esas circunstancias están en la capacidad de publicar entre 5 a 15 libros al año, con por lo menos 90 por ciento de escritores colombianos. Las editoriales independientes que hacen parte de esta industria han logrado con la fuerza de su trabajo y de su bolsillo ser sostenibles, incluso a pesar de la pandemia.
Estas, tiene diferente tamaño, intención e intereses; algunas piensan en la internacionalización entonces buscan procesos para garantizar la circulación en otros países. Otros se esfuerzan más en presentarse a grandes licitaciones, otras, prefieren pensar en cómo, tener representaciones a nivel latinoamericano.
Y a esta industria se suma otro actor muchas veces invisibilizados por los medios, incluso por los medios culturales y son las ferias regionales, son alrededor de 16 en el país, pero entran a hacer parte del tablero, son una opción importante para que las editoriales independiente puedan llegar a las regiones dado que muchas veces estas ciudades ni siquiera tienen una librería, tal es caso de Quibdó, donde gracias a la gestión de la Feria del Libro del Chocó –FLECHO y el trabajo constante de Velia Vidal y su proyecto Matute, podrá la ciudad contar con una librería. Hay otras ferias, la de Montería, la de Pasto, la de San Andrés. Estas ferias son autogestionadas y la verdad es que en ventas no significan muchos ingresos, de hecho en algunos casos se cree que ni siquiera logren el retorno esperado, pero es más grave aún que no tengan el reconocimiento y el acompañamiento de política públicas locales o nacionales, así como el debido reconocimiento a la edición independiente. Sin embargo, son estas las que le dan vida a estos espacios.
En Colombia existe la ACLI, cuya misión es promover la edición nacional y a los grandes grupos de autores colombianos y las editoriales colombianas, sigue faltando en su esfuerzo la presencia en las ferias regionales. Ojalá el Ministerio de Cultura continúe con el interés de, en el marco de su política de economía popular, apoyar procesos asociativos, donde editores y libreros trabajen en conjunto para la participación en ferias regionales del libro. Esto permitiría bajar los costos de logística. En la actualidad existe una iniciativa con los esfuerzos sumados de colectivos como el de Huracán, La Diligencia, Saga, que reúnen editoriales independientes.
La literatura y todo lo que detrás de ella se encuentra; la escritura, la edición, la traducción, la distribución, la apropiación donde los lectores han sido fundamentales para transmitir las ideas, el sentir, el pensar, el desarrollo cultural de nuestras sociedades. Podemos, sin temor a equivocarnos, decir que la literatura y la escritura son unas de las formas más importantes para difundir la cultura y para fortalecer las industrias culturales y creativas. Podríamos decir, sin temor a equivocarnos, que leer es el mejor negocio para las neuronas, para la cohesión social y para el desarrollo.
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La próxima semana empieza el BIME, mercado de música de la empresa española Last Tour y la semana pasada se anunció el Primavera Sound, que se llevará a cabo en el parque Simón Bolívar en Bogotá, a mediados de diciembre, este, también operado por una empresa privada de entretenimiento española. Dos cosas sobre el asunto, Colombia sin duda resulta a estas alturas, una bisagra indispensable para el mercado y la circulación de bandas y músicos entre Europa y EE.UU. con Colombia. También significa que los mercados locales y los promotores locales tendrán que competir con pesos frente a los euros de los otros. ¿Quién está listo para tener esta conversación? Amanecerá y veremos...y ¡olé!
