Daniel Samper Ospina
11 Agosto 2024 03:08 am

Daniel Samper Ospina

LO PEOR DE ESTOS DOS AÑOS

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Se cumplieron dos años del gobierno del presidente Berto y el balance no puede ser más satisfactorio: como lo afirmó el mismo mandatario en el histórico discurso que pronunció en la noble población de Ventaquemada, lugar estratégicamente elegido como metáfora de lo que gracias a él sucederá con la izquierda en el 2026, su gobierno acabó con la pobreza (en concreto la de Olmedo López, Sneyder Pinilla y del propio Nicolás); vive comprometido con la verdad (y la persigue incluso con polígrafos en los sótanos de Palacio) y ha declarado la guerra al hambre (a través de la embajada en la FAO, abierta de nuevo con gran tino, y comandada con maestría por ese titán de las viandas, ese gendarme de la diplomacia, el doctor Armandito Benedetti, cuya gestión ha sido fundamental para lograr los tres golpes diarios de rigor, aun en personas que no sean su pareja).

Dos años, también, en que se disparó el turismo, en especial el de la primera dama y todo su séquito, y en el que el Gobierno repartió la riqueza, sobre todo entre los influencers independientes que lo apoyan en las redes sociales.

Bajo la ventisca helada de Ventaquemada, y humilde, como siempre, el presidente preguntó de viva voz a una vendedora de carretera cómo iba la venta de las arepas boyacenses, dio un mordisco a una de ellas; tomó el micrófono y mencionó apenas quince metas que, gracias a su reconocida disciplina, y a esa forma tan suya de madrugar para cumplirlas, ya conquistó. Dejó de lado, por modesto, muchas otras: no dijo que en apenas 24 meses su gobierno reinventó la etiqueta para desfiles militares; afianzó relaciones con la república de Panamá; creó el más grande parqueadero de carrotanques del planeta en La Guajira; erradicó la calvicie de la coronilla presidencial; desactivó la guerra en Gaza con un concierto en Bogotá; fundó la fuerza aeroespacial; reconoció ante el mundo que somos etnia cósmica; reivindicó la importancia de los modelos de la ONU para nombramientos diplomáticos. Y, por encima de todo, expandió el virus de la vida por las estrellas del universo. 

Por todo lo anterior, la mejor manera de rendir un sincero reconocimiento a su labor es apoyar el articulito que, con gran perseverancia e impecables conocimientos jurídicos, redacta la doctora Isabel Zuleta: la honorable senadora que se trepó al poder agitando las flamas de la indignación para, una vez obtenida su curul, defender con vehemencia el alto salario de los congresistas. Recuerdo su intervención como si fuera ayer: tomó el micrófono de su pupitre y, con un vibrato digno de Jorge Eliécer Gaitán, exclamó: 

—¿Por qué no se le reclama a un futbolista que gana mucho, y en cambio a un congresista sí?

Acto seguido compartió con el país las tragedias económicas que padece por culpa de su dieta de vegetales orgánicos. Nos informó que gasta más de dos millones de pesos al mes, acaso por la generosa ingesta de zucchini, que favorece el tracto intestinal, y de brócoli, fundamental para el colon.

El asunto es que la senadora Surtifruver dejó a decenas de seguidores con los crespos hechos, valga la paradoja, y ahora busca la manera de hacer valer su carrera legislativa con una ley que de verdad permita la transformación si no del país, al menos de nuestro sistema de gobierno: una ley que nos permita ingresar en una Bertocracia llena de amor y comprensión.

Esta semana anunció que ya redactó el articulado y lo que ella misma llamó “la base argumentativa” del proyecto. Fiel al interés de sus lectores, la unidad investigativa de esta columna lo obtuvo de forma exclusiva. Dice así:

PROYECTO DE LEY PARA LA REELECCIÓN DEL PRESIDENTE ETERNO.

“La senadora Isabel Zuleta….

Considerando:

Que cuatro años de gobierno es muy poco tiempo para: 

—Enseñar a toda la población colombiana a dominar el suajili.
—Diseñar un nuevo escudo.
—Combatir la amenaza de la Inteligencia Artificial.
—Construir el tren elevado, moderno y eléctrico.
—Exportar más aguacates que petróleo, así sea destruyendo la industria petrolera.
—Salvar a Palestina. 
—Forzar la inversión con los ahorros de los ciudadanos.
—Revertir el cambio climático. 
—Lograr la paz total.
—Expulsar a las matemáticas del marco cognitivo.
—Adelantar investigaciones por maltrato contra el embajador Benedetti (que siempre toman su tiempo).
—Subir el sueldo a los congresistas.
—Realizar los Juegos Panamericanos de 2030, los Intercolegiados de 2034 (y los Olímpicos de 2042)…

Resuelve:

Remover el articulito que prohíbe la reelección del presidente eterno de nuestros afectos, Gustavo Berto Orrego, para que presida los destinos de la patria por un tiempo prudencial que le permita hacer contrapeso a 200 años de colonialismo y conseguir que el cambio se haga realidad.

Comuníquese y cúmplase”.

Juan Fernando Cristo la desautorizó, pero ella misma ha dicho una y otra vez que su agenda choca con la del ministro franco-cucuteño y por eso ha insistido en sacar adelante su primera ley. Ojalá lo consiga. Partiría la historia republicana en dos, en especial por la idea de realizar en la era de Berto unos Juegos Olímpicos superiores a los de París. Sí: la mascota del certamen sería el ministro Bonillita; el desfile fluvial de la inauguración sucedería en el río Bogotá o en el deprimido de la calle 94, cuando se inunde. Las delegaciones tendrían que saludar a Laurita porque Berto no aparecería el día de la inauguración: lo haría dos días después, vestido de blanco, y lo terminarían alineando con el equipo de karate de Venezuela.

Pero la senadora Isabel Zuleta podría llevar la antorcha en sus propias manos bien sea para encender la llama olímpica o para quemar contradictores, como acostumbra. O, en el peor de los casos, arepas: las famosas arepas de Ventaquemada a las que Berto dignificó con su mordisco. Ojalá las tenga en cuenta en la FAO para los tres golpes de Armandito.

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