Paola Herrera
6 Octubre 2022

Paola Herrera

Bendecidas y afortunadas

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Bajo la sombrilla de la fe y de su papel religioso, las iglesias en el país han montado millonarios negocios paralelos a su actividad principal. Esos negocios históricamente han sido ‘perdonados’ por el dios tributario en Colombia, dejándolos exentos de pagar el tan temido impuesto de renta. 

Y es que, según la información de la Dian, las iglesias en su Registro Único Tributario, además de incluir su actividad económica principal, pueden registrar hasta 116 actividades económicas secundarias con la misma personería jurídica. 

Algunas de esas actividades pueden ser cría de ganado bufalino y bovino, construcción de obras de ingeniería civil, transporte de carga, telecomunicación satelital, medios de comunicación, inmobiliario, limpieza de edificios, hotelería, alquiler de espacios, hospitales, entre otras, que al ser de la misma empresa que tiene el régimen tributario especial, no pagan el impuesto que les correspondería. 

Las entidades y congregaciones religiosas estarían entonces compitiendo de forma desleal con otras empresas que también prestan servicios de la misma naturaleza, pero que sí pagan renta por los ingresos que se generan a partir de su función. 

Un análisis que hizo el equipo económico de la representante por la Alianza Verde, Katherine Miranda, encontró que, por ejemplo, en 2021 los canales de televisión pagaron en promedio 24,5 millones de pesos cada uno, mientras que las estaciones de radio pagaron 13,2 millones de pesos en promedio también. 

Las librerías, los parqueaderos, el comercio de ropa, los hoteles, los centros vacacionales entre otros, pagaron también millonarios recursos el año pasado, pero las iglesias que también tienen esos servicios no lo hicieron apelando a su vocación religiosa. 

Y aunque esos negocios conexos de las iglesias, sí son responsables de impuesto a las ventas (IVA), impuesto al consumo, 4x1000 entre otros, la pregunta es ¿por qué no se les ha obligado a pagar también renta por el lucro de su actividad comercial? Es un hecho que esas organizaciones han logrado cambiar pesos por rezos.   

Así lo demuestra una cotización que también hizo la congresista Miranda, para el alquiler de un auditorio de una importante iglesia en Colombia, que está en la ciudad de Bogotá, el cual tiene un valor de 381 millones de pesos por usarlo dos días para un evento. Pero, además, cobran 66 millones por una estación de café, 9 millones por el servicio de seguridad y logística y 6 millones por el servicio médico, enfermería y ambulancias. 

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Así se han hecho millonarias y por eso es que cada día se crean más y más iglesias en Colombia. Mientras que en 2019 se registraron 7880 entidades religiosas en el país, este año ya vamos en 9.944 congregaciones que cuentan con un patrimonio que casi alcanza los 12 billones de pesos. Si nos escandalizamos por el negocio de los bancos, pues lo que hacen y ganan las empresas de la fe también debería generar indignación. 

Pero eso se acabará, por fin el milagrito se hará. Todo gracias a un artículo nuevo que se incluyó en la ponencia de la reforma tributaria que fue aprobada este jueves en el Congreso de la República, que modifica el artículo 23 del estatuto tributario actual, para que las iglesias y las confesiones religiosas reconocidas por el Ministerio del Interior o por la ley sigan declarando sin contribuir al impuesto de renta por las actividades de culto, beneficencia y educación. 

Sin embargo, sí declararán y pagarán por cualquier otra actividad conexa o comercial como las ya mencionadas en esta columna, que no tenga vocación religiosa, con una tarifa preferencial del 20 por ciento. Aunque es una tarifa mucho menor de la renta que pagan el resto de empresas en Colombia, es un paso para que se empiece a nivelar la cancha por los negocios que se hacen por fuera de la fe. 

Esta pelea que dio el Congreso en medio del debate de la tributaria va en línea con lo que el gobierno ha llamado justicia tributaria. No podemos permitir que, con la excusa del respeto por el concordato, que se seguirá respetando, las iglesias continúen con la creación de industrias de las que sacan provecho, se enriquezcan, tengan ventajas frente a las otras empresas colombianas y no contribuyan con el país. 

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