Helena Urán Bidegain
18 Octubre 2022

Helena Urán Bidegain

Caminos para la paz

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Cualquiera en Colombia podría describir qué es la violencia, pues esta es gráfica y palpable; la paz, en cambio, es un sueño, un ideal y un proceso en constante construcción que no tiene punto final.

Por eso me llama la atención que algunos personajes públicos, periodistas, editoriales de prensa e incluso artífices de anteriores acuerdos de paz, pongan de entrada en duda los esmeros del Gobierno actual en sus propuestas para acercarse a la paz.

Valoramos los esfuerzos que el equipo negociador anterior hizo por llegar hasta la firma del acuerdo en el Teatro Colón pues de allí derivaron importantes cambios que, a pesar de todos los problemas, pusieron a Colombia en otro lugar; pero también hay que recordar que el proceso de paz del gobierno Santos tomó su tiempo, tuvo altos y bajos –como por ejemplo el cónclave en la estrategia para definir la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP)– que hoy representa el núcleo y herencia central de esos acuerdos; o el principio adoptado entonces de hacer la guerra como si no se estuviera negociando y negociar como si no se estuviera en guerra, lo que dificultaba la desaceleración del conflicto mientras que la gente en el campo seguía sufriendo en medio. Además de estas dificultades, no siempre se comunicó bien y, lo peor, posteriormente no encontró en Duque un líder para cumplir lo acordado. Nos quedamos a la mitad del camino y otras estructuras violentas tomaron ventaja.

Es muy importante que ahora que se quieren retomar los caminos de la paz, lo que ya se pactó sea respetado, pero sería de temerosos o necios creer que un proyecto, por ser ambicioso como el actual, es necesariamente malo y/o que no se deberían introducir nuevos retos a la construcción de un proceso de paz en un país como Colombia. Tenemos además que resaltar que a solo dos meses de iniciado el gobierno de Petro, se pueden ver ya los pasos concretos que se han dado para poner en marcha el punto uno del acuerdo de paz; punto que además ha tenido el mayor atraso, es decir, el de tierras y la reforma rural integral.

Adicionalmente a todo lo anterior y tal como lo diría Jonathan Powel, artífice de otros procesos de paz en el mundo: “Para hacer la paz se necesita más que ver (con claridad) el final del túnel, declarando ceses al fuego y avanzando hacia la salida. A menudo los artífices de la paz tienen que construir el túnel mismo (sobre la marcha y acorde a necesidades) y luego los ciudadanos deben encontrar la manera de vivir juntos y, tal vez, de perdonarse”. Pienso que es en esta línea que se propone el proyecto actual.

Es secundario si la propuesta lleva el apelativo de “total”, “completa” o paz “sin apellido” y lo interesante es que es una que pretende negociar de manera incluyente y no de manera segmentada o a pedazos; lo interesante es que está fundada en principios básicos como no matar, no torturar, no desplazar y que pretende incorporar a nuestras vidas la convicción de eliminar la violencia como método para resolver conflictos. Eso pasa por la necesidad, que ha identificado el gobierno de Petro, de colocar a la sociedad como actor para tejer el acuerdo, y buscar que cambie la mentalidad belicista y militarista a una de convivencia y paz; que conjuntamente se diseñe el presente y futuro que se quiere construir para el país.

Juan Manuel Santos fue visionario en su proyecto y se atrevió y por esto ganó el Nobel de Paz. Pienso que los esfuerzos del Gobierno actual deben ser apoyados ahora por todos, pues es en las experiencias pasadas junto a estos nuevos caminos para alcanzar la paz, que está la posibilidad de acercarnos con mayor fuerza a la pacificación del país. Ojala muchos entiendan que es necesario del esfuerzo de todos para llegar.

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