Alejandro Villanueva
31 Marzo 2022

Alejandro Villanueva

Coincidencia

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Rodrigo Kling es un reconocido empresario colombo-canadiense que ha amasado una importante fortuna en el negocio de las joyas y las esmeraldas. Su matrimonio con la presentadora de televisión Laura Acuña lo convirtió en una figura de la farándula colombiana y durante años se le ha visto muy majo en cocteles y eventos del jet set, además de aparecer en fotos de revistas rosas que cubren la vida de los famosos. Toda una estrella. 

Sin embargo, hay otras razones, fuera de la farándula, por las que Rodrigo Kling también es famoso y ha ocupado titulares de revistas y medios de comunicación: en 2019 Kling fue denunciado por Carlos Arnulfo Peña, un excolaborador suyo que aseguró, entre otras cosas, que el empresario, aparte del negocio de las joyas y las esmeraldas, tenía como actividad económica el lavado de activos a capos del narcotráfico, además de contrabando y porte ilegal de armas.Denuncia
Según Carlos Arnulfo Peña, Rodrigo Kling guardaba estrechas relaciones con varios reconocidos narcotraficantes, entre ellos Pedro Orejas, capturado en 2017, extraditado y condenado a diecinueve años de cárcel en el distrito sur de la Florida y quien, curiosamente, tenía como fachada el negocio de las joyas y las esmeraldas. El denunciante también vinculó a Kling con Óscar Mauricio Pachón, alias Puntilla, quien fue abatido en enfrentamientos con la policía en Medellín en 2018, y de quien se dice, era el sucesor de alias el Loco Barrera; y con Gabriel Morales Fallón, con quien viajaba en su avión de placas N93CW, el mismo vinculado al escándalo de la expresidenta de Costa Rica, Laura Chinchilla, y que le costó el cargo a tres altos funcionarios de ese país. 
La denuncia presentada por Carlos Arnulfo Peña contenía datos y pruebas suficientes para sospechar de los negocios de Kling, entre esos la actividad económica del empresario por los años 2016, 2017 y 2018, en los que su patrimonio tuvo un aumento considerable sin que esto se viera reflejado en el pago de impuestos. Es decir, multiplicó sus ganancias, pero redujo sus declaraciones en la misma proporción. 

¿Cómo supuestamente lavaba la plata? 

El denunciante explicó que Kling entregaba dinero en Estados Unidos a los socios de una empresa llamada Teosecomoty SAS, la cual, luego, lo contrataba para recibir asesorías en Colombia. Sin embargo, no existen registros de dicha empresa, a no ser que se hubiera equivocado.

Esta denuncia no da méritos para asegurar que Kling es un mafioso, pero, sin duda, escala la necesidad de investigar a profundidad los posibles vínculos y hechos relatados en la denuncia dado el arsenal de pruebas aportadas por el denunciante. Sin embargo, lo extraño del asunto es que diez días después de que Carlos Peña realizó la denuncia, fue asesinado a tiros en el barrio Colina Campestre de la capital colombiana.Foto

Registro
Ya que a los muertos no les toman ampliación de denuncia, como pidió hacerlo el testigo asesinado en su primera y última entrevista con la Fiscalía, el proceso no ha tenido mayores avances. Ante el asesinato del testigo clave en la investigación, hoy Rodrigo Kling no pasa de ser otro exitoso empresario indiciado frente a un fiscal especializado de la Unidad de Lavado de Activos. 

Si lo que dijo Carlos Peña a la Fiscalía fuera cierto, ¿quién sería el principal beneficiado con su homicidio? El “sapo” que muere aplastado no solo no caza más moscas, sino que tampoco habla de más. Un mensaje contundente para quienes, como Peña, deciden alborotar el avispero. 

Sobre estos hechos no hubo mayor despliegue mediático ni cubrimiento periodístico, a excepción de algunos portales de internet y la API (Norbey Quevedo), ni siquiera por el hecho de ser el esposo de una famosa presentadora, en un país en el que las noticias venden si tienen ese componente de jet set. Nadie exigió resultados y, la farándula criolla, en plan no veo, no oigo y, mucho menos, no hablo, para no terminar como Carlos Arnulfo Peña.

Tal vez el testigo asesinado tenía razón cuando afirmaba en su denuncia que “por tratarse de gente de dinero, afamada, de la farándula criolla y de la alta sociedad, nunca son castigadas”. No estoy diciendo que el señor Kling mató a Carlos Peña, ¡pero qué casualidad tan brava que el denunciante esté igual de muerto que la investigación!

El silencio sobre el tema le permitió a Kling salir a dar explicaciones superfluas y de rutina sin mayores incidencias. Con sólo decir “yo a ese señor no lo conozco, yo soy un hombre honorable” lo dejaron sano. Sus declaraciones parecían escritas por Uribe. Ambos procesos siguen activos: El presunto lavado de activos y la muerte de Carlos Peña, pero se sabe muy bien cómo opera la Fiscalía, al no existir presión mediática, no se han movido.  A pesar de que Kling fue indiciado, la Fiscalía archivó el proceso. Según el art. 79 del C.P.P: “Cuando la Fiscalía tenga conocimiento de un hecho respecto del cual constate que no existen motivos o circunstancias fácticas que permitan su caracterización como delito, o indiquen su posible existencia como tal, dispondrá el archivo de la actuación. Sin embargo, si surgieren nuevos elementos probatorios la indagación se reanudará mientras no se haya extinguido la acción penal”.

AB
A Rodrigo Kling tocará preguntarle en su siguiente perfil para alguna revista de la farándula: ¿qué pasó con Carlos Peña?
 

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