Camila Zuluaga
10 Febrero 2022

Camila Zuluaga

¿Debate jurídico o personal?

¿Por qué se ha tomado tanto la Corte en definir sobre el aborto, un tema que es fundamental para la salud y libertad de las mujeres? 

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La discusión de las demandas que buscan la despenalización del aborto en la Corte Constitucional ha dejado de ser una controversia jurídica para convertirse en un forcejeo entre posturas personales mediadas por triquiñuelas usadas por todas las partes que quieren que la sentencia salga a su favor.

Ese tinglado está afectando el debate de un tema de cuya decisión depende la vida de muchas mujeres y que divide a la sociedad.

El 19 de noviembre del año pasado se debía resolver la demanda interpuesta por el movimiento Causa Justa y en enero de este año la otra demanda presentada por Andrés Mateo Sánchez Molina, estudiante de derecho. ¿Por qué se ha tomado tanto la Corte en definir un tema que es fundamental para la salud y libertad de las mujeres?

Para empezar, es inexplicable que no se hubieran acumulado las demandas para resolverlas en un mismo proceso. Tristemente las instituciones se permean de las pequeñeces humanas.  Los magistrados Antonio José Lizarazo y Alberto Rojas Ríos encargados de las ponencias, quienes tienen un conocido distanciamiento, se opusieron a la acumulación para tratar, cada uno, de quedarse con el caso.

Por temas también personales, toda la atención se ha centrado en la ponencia del magistrado Rojas, quien termina su periodo en dos semanas. Algunos de sus compañeros quieren darle la oportunidad de sacar adelante la sentencia de un tema icónico para el país. Sin embargo, ese gesto de compañerismo ha llevado a dejar de lado la ponencia del magistrado Lizarazo, que, para muchos dentro de la propia Corte, está mejor sustentada.

Si a las nimiedades anteriores se le suman las recusaciones a los magistrados y conjueces por haber expresado opiniones sobre el tema, y la manera como se están resolviendo, es evidente que nada está girando alrededor de un debate jurídico sesudo sino de las meras convicciones personales de los actores que se han involucrado.

Sectores que se oponen a las peticiones de la demanda y ahora las demandantes han acudido a argumentos sin mucho fundamento para excluir a magistrados contrarios a sus tesis. Ya lo hicieron con el magistrado Alejandro Linares y ahora lo quieren hacer con Juan Carlos Henao y Cristina Pardo.

Las partes tienen ese derecho, pero que los magistrados resuelvan esas solicitudes con el mismo criterio sí es sorprendente. Para aceptar la recusación contra Linares votaron a favor los y las magistradas antiaborto, mientras que los que están con él en favor de la demanda votaron para que se quedara. Igual lo hicieron con el conjuez Henao, cuya permanencia ahora depende de dos conjueces y veremos si con la magistrada Pardo que está en contra de la demanda votan con argumentos exactamente contrarios.

¿En dónde quedó el derecho y la certeza de que nuestros jueces actúan basados en los códigos, la defensa de los ciudadanos y no en sus propios conceptos morales? ¿Realmente es imposible desligar las convicciones personales de las actuaciones judiciales?  Todo parece indicar que si. Otra de las razones para no empezar a discutir la ponencia del magistrado Lizarazo es el conjuez escogido para ese caso, algunos creen que Julio Andrés Ossa podría tener una tendencia a votar en contra de la despenalización, pues se le cree menos “liberal” y más “godo” que Juan Carlos Henao.

En conclusión, un tema tan importante como el aborto está en manos de las jugadas de los propios magistrados que están a favor o en contra de la iniciativa, así como de las partes civiles que intervienen a través de recusaciones para influir en la decisión. No se está permitiendo una discusión profunda basada en el análisis y lectura de las sentencias trabajadas por los magistrados, estamos las mujeres simplemente avocadas al juego de poderes en donde resultará ganador el más hábil en triquiñuelas y no en argumentos.

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