Laura Gil
8 Junio 2022

Laura Gil

El regalo envenenado de Iván Duque y Marta Lucía Ramírez

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Iván Duque está decidido a boicotear una eventual gestión de Gustavo Petro. Ni siquiera se sabe si el candidato será elegido, pero el Gobierno actual se adelanta por las dudas. El presidente Iván Duque y la canciller Marta Lucía Ramírez, que poco se hablan y menos coordinan, se pusieron de acuerdo en algo: poner a Gustavo Petro en una camisa de fuerza.

La canciller se apronta a dejar el mayor número posible de embajadores nombrados. Más de la mitad de las embajadas quedarán amarradas, con el objetivo de que, si Gustavo Petro gana, no pueda proceder a designar a sus embajadores.

El decreto 274 de 2000, que rige la política exterior, establece que todos los “Jefes titulares de las Misiones Diplomáticas deberán presentar renuncia a sus cargos, mediante comunicación escrita, al concluir el período constitucional del Presidente de la República, bajo cuyo Gobierno hayan desempeñado su Misión.”. El 8 de agosto, cada cuatro años, todos los cargos de embajador o embajadora quedan disponibles.

A los funcionarios de carrera no se les puede trasladar de regreso a planta interna en menos de cuatro años ni tampoco a un cargo distinto en el exterior en menos de 12 meses. En consecuencia, este Gobierno se dispone a llenar las representaciones diplomáticas de embajadores de carrera para quitarle capacidad de decisión a su sucesor.

Los defensores de la carrera diplomática y consular hemos pedido durante décadas una mayor presencia de sus miembros en el exterior. Pero no hay lugar al engaño. Este Gobierno dejará sin margen de maniobra al próximo y maquillará su decisión como un paso en el sentido correcto. 

Hoy apenas se cumple con la cuota del 20 por ciento requerido por el decreto 274. Embajadores y embajadoras de carrera lideran las misiones de Colombia en Honduras, El Salvador, Trinidad y Tobago, Irlanda, Polonia, Finlandia, Israel, Austria, Marruecos, Argelia, Tailandia, Vietnam, Singapur, Filipinas. Son unas meras 14 embajadas. Las 49 restantes están ocupadas por los amigos del gobierno. 

“La meta ahora es que al final del Gobierno incrementemos al 50 por ciento el número de embajadores de carrera nombrados en el exterior”, dijo el presidente en abril de 2019. En su cuatrienio, se dedicó a maltratar a la carrera diplomática y consular y entregó el servicio exterior a la politiquería. En el último mes, pretende presentar su mezquindad como el cumplimiento de una promesa.

La jugada rastrera resulta evidente. Siete embajadores de carrera cumplieron su tiempo en Colombia y, según los plazos establecidos en el decreto 274, deberían haber sido asignados a una misión o embajada en mayo pasado. Se necesitaba hacer espacio. Pero ningún embajador político quería entregar su puesto antes de conocer los resultados de la primera vuelta. Nunca se pierde la esperanza de la ratificación.


La Canciller postergó y postergó una obligación normativa. En la noche del domingo de la primera vuelta presidencial, ella misma llamó a los elegidos de la carrera para anunciarles sus designaciones en destinos como Brasil, Canadá, Chile, Costa Rica, Ecuador y Hungría. 
 
Pero las cosas no pararon ahí. A la canciller Ramírez le faltan embajadores para ocupar tanta embajada en menos de un mes, así que está proponiendo a funcionarios que no han cumplido los plazos en planta interna adelantar sus salidas al exterior. 

El Estado sí está en mora de profesionalizar su servicio exterior. Sí, pero no así. Son muchos los funcionarios del servicio exterior que, con razón, están disgustados. Se perciben utilizados y manoseados y resienten su instrumentalización en contra de un posible futuro mandatario.

Estamos ante una joya más que quedará incrustada en la cadena de despropósitos de la Cancillería que nos dejan Iván Duque y Marta Lucía Ramírez.

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