Aunque no es cachaca sino bumanguesa, la decimera MacLamus (María Cristina Lamus) se acuerda de Bogotá cuando la ciudad cumple un nuevo aniversario y queda solo a quince del medio milenio. Estos versos lo demuestran.
485 años de Bogotá
Le faltan a esta ciudad
quince para los quinientos
años de su nacimiento,
pero llama a la piedad
el ver la dura orfandad
en que se halla sumergida.
Degrada su tren de vida,
y no hay remedio a la vista,
o al menos soy pesimista,
de que ofrezca una salida.
“El peor tráfico del mundo”:
el Financial Times lo dice,
mientras la gente maldice.
Por eso algún furibundo
lanzó un dictamen rotundo,
que expresó con gran acierto
su agobiador desconcierto:
—¿Dónde queda Bogotá?
—Muy lejos de Bogotá...
¡Y que digan que no es cierto!
Lenguaje popular
Lo aprendí hace ya rato:
hace el lenguaje el hablante,
y aunque suene redundante
es el vulgo el del mandato,
no el doctor, ni el literato.
Dicen “veci” el mensajero
el vendedor, el plomero,
así que habrá que aceptarlo,
y al léxico incorporarlo,
pese a que suena cerrero.
Llega el mesero a la mesa,
y a la pregunta corriente,
de algún plato que nos tiente,
responde con extrañeza,
negando con la cabeza:
“‘Como tal’ no lo tenemos”.
Así que ya lo sabemos:
la expresión está de moda
el hablante la acomoda
por más que nos rebelemos.
A Numa Pompilio del Carmen
¿Será que don Coronell
le pega duro a la décima?
Si es así, va la centésima
vez que imprime en un papel
sus dotes de timonel.
Mientras sigue la contrata,
hay que pensar en lo grata
que será su intervención
antes de que, con razón,
nos ponga a todos la pata.
