El mundo avanza hacia una guerra mundial en la que no quedará piedra sobre piedra, pero aquello no puede ser cortina de humo para dejar de hablar de lo esencial: el Fruver del congresista David Racero por culpa del cual está quedando como un rábano. Si se puede decir así.
A modo de contexto, vale decir que mi colega Daniel Coronell publicó pruebas que demuestran que, aparentemente, el representante más vehemente del Pacto Histórico cometió los típicos delitos que en otro momento él mismo habría denunciado. Dentro de ellos brillan el tráfico de influencias y el abuso a sus propios asesores, a los que les pedía parte del sueldo y les ordenaba trabajar en asuntos que nada tenían que ver con la labor legislativa, como atender su tienda de frutas y verduras: un hombre fresco. Como una lechuga. Si se puede decir así.
Por la denuncia nos enteramos, además, de que uno de sus asesores se llama Yidis, lo cual significa que, aparte de todo, estamos ante el regreso de la yidispolítica. Para quienes no creen que los extremos son idénticos.
Yidis, además, fue retirado de la Unidad de Trabajo Legislativo (UTL) del congresista, acusado de violencia sexual contra una militante de la Colombia Humana que posteriormente se suicidó. Sin embargo, la Presidencia de la República lo reencauchó hace un mes y ahora trabaja en Palacio, acaso en uno de los baños principales, como solía hacerlo su tocaya.
La denuncia contra Racero incluye chats en los cuales el pulquérrimo congresista intriga ante el director del Sena por puestos para su tío, lo cual demuestra, antes que nada, que estamos ante un buen familiar. No todos somos capaces de someternos a ese desgaste. Recuerdo aquellos años de mi infancia cuando me tocaba llamar a Julio César Turbay para que aceptaran a mi tío en las planchas del Partido Liberal.
Lo llamativo del escándalo, sin embargo, es la forma en que Racero daba la orden a uno de sus asesores legislativos, llamado Leonardo, de trabajar en el Fruver. En uno de los chats el trabajador le pregunta: “David, ¿yo sigo en la Utl como conductor o usted está pensando en cambiar de conductor?” A lo que, con su franqueza habitual, y en un dejo de sabiduría, el representante le responde que por ahora necesita su apoyo en el Fruver porque “debemos adaptarnos”. Claro: eran los meses de la pandemia. El propio Iván Duque acababa de adaptarse convirtiéndose en presentador de magacín para enseñarnos a hacer jugo de naranja en horario triple A: ¿no podía Leonardo convertirse en vendedor de frutas, al menos por un rato? ¿Aprender a meterle la uña ya no a un parágrafo sino a un aguacate?
David Racero ha sido un emprendedor ejemplar: demostró que la izquierda puede administrar negocios capaces de dejar márgenes de ganancia del 25 %, que es lo que su colega María Fernanda Carrascal calcula para todas las empresas del país. El truco consiste, en su caso, en que la fuerza laboral de su emprendimiento la pagamos nosotros, con nuestros impuestos.
La unidad investigativa de esta columna obtuvo otros chats de Racero que también lo comprometen:
LEONARDO: David, ¿este mes me deja en el Fruver o en la UTL?
RACERO: Mitad y mitad porque esta semana tramitamos la pensional pero a la vez hay temporada de maracuyá, Leonardo. Y de esto depende la dignidad de los trabajadores.
LEONARDO: ¿Me necesita también para hacer aseo en su casa?
RACERO: Sí, Leonardo, al menos en las mañanas. Debemos adaptarnos. ¿Usted está en el Congreso? Averígüeme si hay quorum…
LEONARDO: David, no hay quorum, pero hay unos mangos muy buenos. Estoy en la tienda.
RACERO: Necesito que vaya al Congreso, pero corriendo…
LEONARDO: Pero David, usted mismo me mandó acá a recibir dizque un paquete…
RACERO: Era un paquete legislativo, Leonardo. Corra.
LEONARDO: No alcanzo.
RACERO: Pues me importa un pepino.
LEONARDO: ¿Hablo con el ministro de Comercio Exterior y que nos ayude?
RACERO: Me refiero a que vaya al Congreso, ¡pero corra!
LEONARDO: ¡Ya salgo, David, fresas!
RACERO: ¿Hay fresas?
LEONARDO: Mejor dicho: despacho un pedido en su blindada y voy para allá, no se afane.
RACERO: Lo necesito en el Congreso porque se está armando un berenjenal con la elección del procurador…
LEONARDO: Yo acá también estoy armando un berenjenal. Lo termino y salgo.
RACERO: Y averígüeme si hay moción…
LEONARDO: Moción no, pero promoción sí: de corozo, para que se la ofrezca al representante Escaf.
RACERO: Será lo único decoroso que tenga el Pacto.
***
RACERO: Leonardo, me voy a ver con mi tío, necesito que hoy les eche un ojo a los dos chuzos.
LEONARDO: Claro que sí, David.
RACERO: ¿Dónde está ahora mismo?
LEONARDO: Acá, me están mostrando un anón…
RACERO: ¿Está con Mockus?
LEONARDO: No, no, en el Fruver.
RACERO: Prepáreme dos bultos de naranja que logré venderle a Iván Duque.
LEONARDO: ¿Y qué hago con la papaya?
RACERO: Yo mismo se la doy a Daniel Coronell.
LEONARDO: ¿Y el brócoli?
RACERO: Lléveselo a Isabel Zuleta que me encargó uno porque se va a peluquear y necesita una referencia.
LEONARDO: Deme un tiempito porque es mañana de pedidos y hay demora.
RACERO: ¿En la votación?
LEONARDO: Me refiero a un pedido que salió de mora.
RACERO: Listo, entonces despache el mamoncillo y nos vemos en la oficina.
LEONARDO: ¿Cuál mamoncillo?
RACERO: ¡El que le dije esta mañana, Leonardo!
LEONARDO: Pensé que se refería a Miguel Uribe.
***
LEONARDO: David, dos noticias, una buena y otra mala: nos hundieron la reforma de la salud, pero subió el tomate chonto y la piña perolera.
RACERO: ¿Y el plátano?
LEONARDO: El maduro también, sí.
RACERO: Por cierto, Leonardo: no toquemos el tema de Maduro en la comisión asesora.
LEONARDO: Hablando de comisión, David: ¿será posible que este mes no me la cobre?
RACERO: No, Leonardo. Debemos adaptarnos.
¿Logrará explicar David Racero las pruebas que lo comprometen? Más le vale: de lo contrario, quedará como una verdadera manzana podrida. Si se puede decir así.
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