Daniel Coronell
23 Abril 2023

Daniel Coronell

LA PRIMERA MANDA

Entre aquí para recibir nuestras últimas noticias en su WhatsAppEntre aquí para recibir nuestras últimas noticias en su WhatsApp

Un debate nacional despertó la súbita aparición de la primera dama Verónica Alcocer en la Comisión Séptima de la Cámara de Representantes que discute la reforma a la salud. Este episodio no es el primero donde se siente su presencia y poder ¿Puede la esposa del presidente –es decir del jefe de la rama ejecutiva– intervenir en un trámite del legislativo? ¿Puede ejercer funciones públicas? ¿Puede nombrar en cargos públicos a amigos y allegados? En definitiva, ¿qué puede y qué no puede hacer la primera dama?

El tema jurídico está resuelto desde hace 30 años. La Corte Constitucional removió a las esposas de los presidentes del Consejo Directivo del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar. Los magistrados de ese momento concluyeron que no se pueden adquirir funciones públicas por vía matrimonial. En otras palabras, la sentencia establece que la primera dama es –ante la Constitución y la ley– una ciudadana particular y no una funcionaria del Estado. Lo cual significa también que no está sometida a los procesos disciplinarios, fiscales o penales que deben asumir los funcionarios. 

Hasta entonces las primeras damas habían gozado de las ventajas de ejercer el poder, sin hacerse cargo de las consecuencias de sus decisiones.

Poco después, otra sentencia amplió y precisó el alcance de esa determinación cuando eliminó la figura del “despacho de la primera dama”. En esa oportunidad, la Corte Constitucional estableció que no pueden existir empleados públicos bajo las órdenes de una persona que no haya sido debidamente nombrada en un cargo con mando y funciones determinadas por ley o reglamento. La sentencia es tan clara como ignorada. 

Ni ahora, ni antes, ha existido la esposa de un jefe de Estado que no haga sentir su autoridad en la Casa de Nariño. Esta sentencia de 1994 ha seguido el principio no escrito de “se obedece, pero no se cumple” que los burócratas han aplicado, con sabio pragmatismo, desde la época de la colonia.

Sin embargo, el guiño cómplice frente a la autoridad –inconstitucional– de las primeras damas empieza a traspasar unas fronteras complicadas con doña Verónica Alcocer.

El nombramiento de la primera directora del ICBF, Concha Baracaldo, fue el síntoma inicial del considerable poder que empezó a ejercer la primera dama. La hoy exfuncionaria, y vecina de la familia presidencial, confesó en una entrevista con Caracol Radio que había sido la señora Alcocer quien le ofreció el cargo:

–Es Verónica quien me dice: “Concha, queremos que tú nos ayudes en esto y tenemos que hablar con el señor presidente a ver si eso es así”.

Hace unas semanas cuando, en entrevista con CAMBIO, le pregunté al presidente Petro sobre este asunto, me aseguró que fue él quien nombró a Baracaldo porque conoce a su familia antes de que Verónica naciera. No dudo que la conozca hace tiempo, pero quien le ofreció el cargo fue la primera dama.

En esa conversación, el mandatario también desestimó como “relato periodístico” la influencia de su esposa en el Ministerio de Cultura. No obstante, el país vio que doña Verónica viajó a Caracas con el entonces viceministro Jorge Zorro para conocer y replicar en Colombia el sistema de orquestas de Venezuela. La ministra de Cultura de ese momento, Patricia Ariza, se enteró por la prensa de que su subalterno estaba en la capital venezolana con la esposa del presidente. 
La ministra no había aprobado el viaje, ni autorizado la comisión. El viceministro –que hoy es ministro encargado– no fue a Caracas bajo las órdenes de su jefa legal y directa. Poco después de manifestar su inconformidad, Patricia Ariza se enteró por una llamada de que ya no era ministra. En una entrevista con La FM habló de su relación con doña Verónica:

–Yo sí muchas veces le mandé a decir que me gustaría conversar con ella, pero nunca me dio una cita. Me decían que yo no era de su agrado, y bueno, yo no soy monedita de oro para caerle bien a todo el mundo.

La primera dama tiene como una de sus mejores amigas a Carmen Larrazábal, esposa del controvertido ministro Guillermo Reyes. Inicialmente lo iban a nombrar ministro de Justicia. Sin embargo, con el escándalo por los múltiples plagios de los que ha sido acusado, terminó en el Ministerio de Transporte para el cual está aún menos capacitado.  

Eva Ferrer, amiga catalana de la pareja presidencial, se encargó durante la campaña de manejar las redes sociales de doña Verónica y se convirtió en la persona más cercana a ella. Con la llegada de los Petro a la presidencia fue nacionalizada a toda carrera y designada inicialmente como consejera para la Niñez y la Adolescencia. Poco después, con la reestructuración de la Presidencia, esa consejería fue eliminada. En cuestión de días la nombraron consejera para la Reconciliación Nacional.

Los Alcocer García han sido amigos de los Quessep Bitar desde siempre. La primera dama estudió en el Colegio Nuestra Señora de las Mercedes en Sincelejo con Ligia Margarita Quessep Bitar. Su antigua compañera de pupitre es ahora la embajadora de Colombia en Italia. Su hermano Jorge Arturo Quessep Bitar fue nombrado director regional del Departamento de Prosperidad Social en Sucre. Pero ahí no para la suerte de esa familia amiga de doña Verónica, el otro hermano Jaime Enrique Quessep Bitar fue designado agregado comercial, a cargo de Procolombia, en la embajada en Costa Rica.

Tantas coincidencias muestran la necesidad de emprender una discusión seria sobre los límites legales y éticos de la influencia de la primera dama. 

Todo lo anterior ya sería suficientemente grave, pero preocupa, aún más, la eventual aspiración de doña Verónica a suceder a su esposo. Como simple ciudadana, no tiene ninguna inhabilidad legal para aspirar a la Presidencia. En la práctica podría hacer campaña y seguir viviendo en Palacio. El presidente Petro al respecto dijo:

–Yo nunca le he escuchado eso a ella. Si llegase a ser, es libre. Al   igual que dije al principio de esta entrevista alrededor de mi familia. La política es un derecho humano fundamental.
 

Conozca más de Cambio aquíConozca más de Cambio aquí

Más columnas en Los Danieles

Contenido destacado

Recomendados en CAMBIO