
—Recorten lo que quieran, pero cuidadito con Nerú —mandó decir la primera dama a los asistentes en el cónclave de Palacio, la reunión organizada por Laurita Sarabia que promovió con esta frase en su cuenta de X:
“Hacer es el objetivo del presidente Berto para este año”, dijo, porque el propósito de los dos primeros fue deshacer.
Se reunió, pues, todo el alto gobierno —llamado de ese modo desde que salió Bonillita— y Laura Sarabia anunció que este será el año de hacer (ya no de pensar, ya no de descansar) y que, además, el Gobierno entrará en modo austeridad. Y hasta ahí llegó el famoso cónclave: todos pusieron el grito en el cielo.
—Recorten lo que se les dé la gana, pero no me van a dejar sin helicóptero —dijo Francia Márquez.
—Ni a mí sin conciertos en favor de Palestina: ¡nuestro cerco diplomático está funcionando! —dijo Hollman.
—Ni a mí sin mis bodegas, así sean chiquitas —dijo Bolívar.
No resultará sencillo elegir a cuáles sectores les debe pasar la motosierra el Milei Humano; por ahora, el ministro de Hacienda notificó que Colombia no enviará misión a Davos, donde la vez pasada la comitiva brilló porque alquiló una casa que costó cuatro mil millones de pesos y llevó un jeep Willys cuyo exhosto dejó un lindo recuerdo en toda la ciudad.
Fiel a la nueva directriz, Laurita organizó el retiro en Bogotá, y no en Paipa, como el año pasado ¬—donde hubo termales de integración y noches de guitarra y lomo al trapo— y el evento resultó muy útil para que los ministros se conocieran entre sí. También para articular los objetivos estratégicos del Gobierno. El más importante de ellos fue expuesto por el mismo presidente desde diciembre: abandonar los tragos fuertes a partir del primero de enero para evitar lo que dio en llamar la “gastristis”, que expresado de ese modo parece un lapsus, pero en realidad es uno de los híbridos que produce el alcohol: la mezcla de gastritis y tristeza. Como la guayola.
Habrían podido comenzar el plan de austeridad ahorrándose el cónclave mismo si atendieran el tradicional listado de pronósticos que suelo publicar en enero y que esta vez arroja los siguientes resultados:
A finales de febrero, Berto padecerá una crisis de “gastristis”.
Maduro logrará quedarse en el poder y el canciller Murillo emitirá unas declaraciones según las cuales no aprueba esa acción, pero la respeta (y no romperá relaciones, aunque lo lamenta).
Desde Guatemala, Edmundo González nombrará como ministro a Juan Guaidó.
Estallará entonces la Tercera Guerra Mundial luego de que un comando uribista, bajo el liderazgo de Pachito Santos, invada Carabobo, así suene redundante.
Trump comprará Groenlandia y se arrepentirá cuando observe que resultaba más barato adquirir Puerto Rico; Maduro, por su parte, invadirá la isla aliado con Cuba y Nicaragua. Trump amenazará con invadir. Berto enviará un buque de apoyo con el pelotón de ministros que pacificó El Plateado, Cauca, quienes, ataviados de nuevo con prendas militares, desembarcarán, pero en las Malvinas, por un manejo poco técnico de la brújula.
Entretanto, Trump se tomará Panamá, pero se encontrará al presidente Berto paseando por el casco histórico y preferirá devolverla, y Panamá, entonces, se unirá otra vez a Colombia, pero, al enterarse de lo que cuestan la gasolina y los peajes, se separará de nuevo.
El presidente Berto se divorciará de doña Verónica y quedará con la custodia de Nerú.
El canciller Murillo dirá que no aprueba esa acción, pero que la respeta (y que no romperá relaciones, aunque lo lamenta).
Falcao tendrá otro hijo.
RCN volverá a emitir Betty la fea.
El Ministerio de la Igualdad alcanzará un esperanzador dos por ciento de ejecución.
Laurita Sarabia quedará embarazada y contratará de nuevo los servicios de Marelbys. Berto la nombrará como canciller y su primera medida será mandar a Armandito Benedetti a la FAO (o a la embajada de Groenlandia, que abrirá a pesar de la política de austeridad).
Armandito —que, ya rehabilitado, se volverá cristiano— evitará el nombramiento filtrando nuevos audios de la campaña del Pacto Histórico, esta vez a La hora de la verdad.
Álvaro Leyva protagonizará un episodio de Alerta aeropuerto por portar un pasaporte falso.
El ministro de Salud se enfermará y, ante el colapso del sistema, rogará a Carolina Corcho a través de Twitter para que le gestione una cita médica.
Luz Adriana Camargo pedirá la libertad para Nicolás Petro, pero él, a su vez, apelará la medida para que el juez le otorgue su mansión de Puerto Colombia por cárcel. El otro Nicolás comenzará su noviazgo con Daysuris Vásquez.
Laurita abrirá embajada en Liberland.
Epa Colombia ingresará al gabinete para sacar adelante la única reforma que le queda al Gobierno: la reforma capilar del presidente.
Berto rebautizará su programa bandera con el nombre de “Paz parcial”. Dos meses después la llamará “Paz fatal”.
Zidane será DT del León; Fuad Char viajará a México para convencer de nuevo a James Rodríguez de que ingrese al Junior, pero al final será fichado por el Grupo Aval. Para que continúe en la banca.
Iván Duque no obtendrá los votos para ser secretario de la OEA, pero lo contratarán como D.J. para la fiesta de fin de año de la entidad.
El Pacto Histórico anticipará una consulta para elegir candidato presidencial; Carolina Corcho obtendrá un solo voto, que será de Margarita Rosa. Las elecciones tampoco favorecerán al excanciller Murillo, cuyos votantes lo respetan, pero no votan por él (aunque lo lamentan). El elegido para continuar con el cambio será Roy Barreras, quien culpará a la Inteligencia Artificial de los videos en los que Álvaro Uribe aparece como padrino de su hijo.
Llegará el Agamenón.
En diciembre, el presidente convocará otro cónclave, esta vez en Davos. Laurita Sarabia lo volverá a organizar bajo el lema “Este año sí segurísimo será el de hacer”. Y Berto prometerá de nuevo no beber tragos fuertes para evitar la “gastristris” (y, suponemos, la guayola).

