Mauricio Cabrera
1 Septiembre 2023

Mauricio Cabrera

B de R: misión cumplida

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El crecimiento económico se frenó hasta un mísero 0.3 % anual en el segundo trimestre de este año. Así lo había previsto el Banco de la República, de manera que su Junta ahora puede decir: ¡Misión cumplida, lo logramos!

Por supuesto el objetivo del Banco no era frenar la economía sino controlar la inflación, pero dado que en esta ocasión las principales causas del aumento de precios eran de oferta y de costos, se sabía que la subida de las tasas de interés no aumentaría la oferta y solo incidiría sobre la inflación a través de un freno a la demanda y por ende a la actividad económica.

En efecto, en el mundo entero fueron tres los choques de oferta que elevaron los precios: uno, el aumento del precio del petróleo y la energía causado por la invasión rusa a Ucrania; dos, la escasez de alimentos y materias primas provocada por esa invasión y agravada en Colombia por factores climáticos y de infraestructura vial; tres, las secuelas de los problemas de transporte y contenedores que dejó la pandemia.

En este contexto, los bancos centrales de todo el mundo subieron sus tasas de interés, que es la receta de libro de texto para combatir la inflación. Es evidente que las tasas no tienen nada que ver con la mala cosecha de papa, ni con el recorte del gas ruso en Europa ni con el suministro del trigo de Ucrania, pero aún así las subieron porque de esa forma encarecían el crédito, lo que redujo el consumo y la inversión.

Intereses e inflación 

Una forma intuitiva de entender la interrelación entre crecimiento, inflación y tasas de interés es poner en un mismo gráfico la evolución de estas tres variables. En Colombia la inflación (línea verde) empezó a subir desde el segundo semestre de 2021, después del paro nacional, pero se aceleró su ritmo ascendente a principios de 2022 por los mencionados choques de oferta, hasta llegar a un máximo de 13 % al final de ese año. Después ha descendido un poco por las mejores cosechas y la disminución de la actividad económica.

Por su parte el Banco, que en abril de 2021, al comienzo de la pandemia, empezó a bajar sus tasas hasta llevarlas a 1.75 % en una acertada política de estímulo a la economía, cambió de rumbo a finales del mismo 2021 cuando la inflación empezó a repuntar, y en una acción sin precedentes las elevó trece veces consecutivas hasta llevarlas a 13.25 % (línea azul). La consecuencia inmediata fue el aumento de las tasas de captación y de créditos del sistema bancario, así como las de la deuda pública.

Documento
Fuente: DANE y BANCO DE LA REPUBLICA

Al comparar la evolución de estas dos variables se observa que el aumento de los intereses no ha hecho mella significativa sobre la inflación. En parte por el rezago normal que tiene la política monetaria sobre los precios, pero también porque hay precios de algunos bienes y servicios que han subido por factores de oferta y, por lo tanto, su respuesta a la subida de la tasa de interés es menor y más demorada.

En efecto, hay tres componentes del IPC que explican el 63 % de la inflación a julio: Alimentos y bebidas, alojamiento y servicios públicos y transporte. Sus variaciones anuales son 21.4 %, 21.71 % y 19.66 % respectivamente, todas muy por encima del IPC total. 

Es evidente que la subida de estos precios depende de causas diferentes al exceso de demanda. Los servicios públicos y el transporte son de la categoría que se denomina administrados, pues se determinan por decisiones administrativas, como por ejemplo la gasolina o la energía eléctrica. Por su parte los alimentos dependen más de las cosechas en el caso de los nacionales, o de los precios internacionales en el caso de los importados.

Intereses y crecimiento 

Donde sí se ha sentido de manera clara el impacto de la subida de intereses es en el ritmo de crecimiento económico. La variación del Indicador de Seguimiento de la Economía (ISE, línea roja), que publica el Dane con periodicidad mensual, viene con una clara tendencia a la baja desde mayo del año pasado, a pesar de un pequeño repunte en enero de 2023, que se debe más a un tema estadístico por la base de comparación del año anterior.

La correlación inversa entre la línea roja del ISE y la azul de la tasa del República es evidente.  Aún reconociendo que hay factores de incertidumbre política que han podido incidir en la desaceleración de la economía, esto no puede llevar a desconocer el impacto negativo de las altas tasas de interés sobre la actividad económica. Son varios los canales principales a través de los cuales opera este impacto.

En primer lugar el encarecimiento del crédito de consumo. Con tasas de las tarjetas de crédito superiores al 40 % es inevitable que los consumidores las utilicen menos; lo mismo sucede en el caso de la venta de vehículos, aunque en este caso las tasas no han subido tanto. Por eso no es de extrañar que en junio el sector comercio (que incluye vehículos) haya registrado una caída anual del -3.2 %.

El sector de la construcción registró una caída aún mayor (-3.7 %) en el mismo período, también por causas relacionadas con las mayores tasas de interés. De una parte, el subsector que tuvo una mayor caída fue el de las obras civiles donde también el alza de tasas ha impedido el cierre financiero de proyectos ya adjudicados

De otra parte, es notorio el frenazo en el subsector de la construcción de vivienda, que de incrementos superiores al 20 % pasó a un modesto -aunque todavía positivo- 3.1 %. Acá se conjugaron las demoras en la asignación de subsidios para vivienda de interés social, con una reducción de la demanda por las mayores tasas de las hipotecas. Inclusive han sido numerosos los casos de retiros de compradores de proyectos en construcción o sobre planos. 

La conclusión es que el país se ha quedado con el pecado de la desaceleración económica y sin el género de la menor inflación.

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