Juan Camilo Restrepo
25 Enero 2024

Juan Camilo Restrepo

Contradicciones tributarias

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En su afán permanente por salir con vistosas ocurrencias económicas a cada momento- poco pensadas y bastante improvisadas- el gobierno ha incurrido recientemente en una contradicción flagrante que trataré de analizar en este artículo.

Primero salió con la curiosa idea de que debería hacerse una nueva reforma tributaria a menos de un año de haberse aprobado la del ministro Ocampo, cuyo núcleo central sería rebajar la imposición de las sociedades y elevar la de las personas naturales.

En los últimos días por otra parte, a través de un extraño comunicado del Ministerio de Hacienda que ha sido duramente cuestionado por tirios y troyanos, el gobierno planteó la no menos frágil explicación de que la causa principal de la inflación son las utilidades empresariales de los últimos años; utilidades que como se sabe son la base gravable de la tributación empresarial.

La tesis de que las utilidades empresariales son la causa principal de la inflación probablemente nunca será aceptada por la comunidad académica. No solo ha sido rechazada con sólidos buenos argumentos técnicos por entidades como Fedesarrollo y el consejo gremial en pleno, sino que la consecuencia lógica que se seguiría de su hipotética aceptación sería precisamente la de que habría que gravar aún más severamente las utilidades corporativas. 

Lo que entraría en clara contradicción con la nueva reforma tributaria que el gobierno está tratando de aclimatar donde lo que predica es lo contrario: rebajarles la tributación a las empresas.

O sea: por un lado, en la nueva reforma tributaria que está tratando de explicar el ministro de hacienda habla de rebajar la tributación societaria para elevar correlativamente la de las personas naturales; pero, por otro lado, en el famoso comunicado se coloca a las utilidades empresariales (base de los impuestos corporativos) en el banquillo de los responsables de la inflación.

Se ofrece intempestivamente rebajar la tarifa corporativa, pero por otro lado se presenta una tesis que de aceptarse debería conducir a elevar- más que a reducir- las tasas de tributación empresarial. Ahí está en toda su crudeza la contradicción tributaria en la que anda enredado el gobierno.

Ninguna de las dos propuestas gubernamentales tendrá éxito. 

Como están las cosas una nueva reforma tributaria no tendría ni lógica ni espacio dentro del panorama político del país durante el 2024.

No tendría lógica, pues quiérase o no la discusión recaería- si es que alguna vez se redacta y se presenta como un proyecto de ley- en si lo que se pretende es gravar más a la clase media. Lo cual, obviamente, chocaría con una férrea oposición por todos lados.

El argumento del gobierno para sustentar su nuevo planteamiento fiscal es extremadamente frágil. Se refiere a las estadísticas de los países de OECD donde evidentemente quienes llevan el fardo más pesado de la tributación son las personas naturales y no las jurídicas. Pero esto puede darse en el mundo industrializado porque las personas naturales reciben allí una inmensos apoyos sociales (salud, transporte público, educación, pensiones) En breve: el paquete todo del estado del bienestar que protege a las personas naturales en los países industrializados. Lo que les permite asumir correlativamente una carga fiscal más dura que aquella que les impone un país pobre como Colombia. 

Por eso es por lo que las estadísticas fiscales de la OECD deben tomarse con beneficio de inventario cuando se hacen comparaciones o extrapolaciones simplistas entre países desarrollados y aquellos en vía de desarrollo.

Pero, además: ha dicho el gobierno que se debe elevar la tasa de tributación de las personas naturales más pudientes (aquellas que ganan más de 10 salarios mínimos al mes), puesto que estos contribuyentes son a la postre los dueños reales de las empresas. 

Se olvida sin embargo con este raciocinio que en la última reforma tributaria se reforzaron las tuercas sobre estos contribuyentes, elevando el impuesto de los dividendos y estableciendo un impuesto sobre el patrimonio con carácter permanente precisamente sobre los contribuyentes personas naturales que se considera con mayor capacidad de pago. E igualmente establecieron sobre tasas a las actividades se pensó que habían adquirido un poder de mercado exagerado (el caso de la sobre tasa a las actividades relacionadas con la explotación de hidrocarburos)

Además: la idea de una nueva reforma tributaria no va a volar porque no hay tiempo para tramitarla dentro de la congestionada agenda parlamentaria del 2024 que estará con las reformas de que ha hablado el gobierno (salud, pensiones, laboral, servicios públicos, educación, entre otras). Simplemente no hay cupo para una nueva reforma tributaria dentro de esta abigarrada agenda.

Estas son las razones por las cuales la propuesta de una nueva reforma tributaria y la explicación de porqué las utilidades empresariales son la causa principal de la inflación no solo no se llevarán a la práctica, sino que entrañan una protuberante contradicción entre sí.
 

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