Juan Camilo Restrepo
21 Septiembre 2023

Juan Camilo Restrepo

Corrigiendo un maltrato

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El anuncio que hizo la ministra de Agricultura en el Cauca para restablecer con 35.000 millones de pesos el programa conjunto entre Gobierno y Federación para apoyar la renovación de cafetales, debe aplaudirse a un doble título.

En primer lugar, es un primer gesto concreto del gobierno actual para enmendar el trato injusto y brusco que se le había venido dando a la institucionalidad cafetera durante el último año.

Recordemos que el presidente, sin razones valederas, había anunciado no hace mucho desde Pitalito que podría dar por cancelado el contrato de administración del fondo nacional del café. Y no ha perdido ocasión para tratar descomedidamente al gerente de la Federación, doctor Bahamón, a pesar de que este último fue elegido por unanimidad de las bases cafeteras reunidas en el último congreso nacional del gremio.

La política cafetera, desde la creación del fondo nacional (FNC) en 1940, siempre se ha manejado bajo la premisa de oro de la “concertación” entre los representantes de los caficultores y el Gobierno nacional. Los recursos que nutren este fondo son parafiscales, es decir, se originan en la contribución que hacen todos y cada uno de los cafeteros por cada saco de café exportado, y no son por tanto dineros de carácter oficial que puedan manejarse al capricho de la casa de Nariño.

Las declaraciones iniciales del Gobierno dieron la impresión de que se estaban olvidando estas premisas fundamentales que rigen los manejos de la economía cafetera en Colombia, y que estábamos ad-portas de entrar en una desafortunada época de imposiciones arbitrarias sobre las 550.000 familias que constituyen el tejido social de la caficultura en Colombia.

Este anuncio de la ministra despeja afortunadamente muchas de las sombras que se estaban proyectado -con grave incertidumbre- sobre las relaciones gobierno-federación.

Además: apoyar la renovación del parque cafetero es probablemente la más importante política que puede adoptarse para evitar el envejecimiento de los cafetales, y así mismo el derrumbe de la producción de la rubiácea en nuestro país. Se calcula que cerca del 20% del área cafetera debe estar renovándose periódicamente para evitar el marchitamiento de la producción que, en ausencia de los programas de renovación, podría caer rápidamente a calamitosos niveles de 5-6 millones de sacos en vez de los 12-14 actuales. Lo que sería no solo una catástrofe para las zonas cafeteras, para el ingreso de sus gentes, sino también para la economía nacional toda.

Lo anunciado esta semana es un programa conjunto en el que el FNC asume una parte de los costos de la renovación, y la otra se apoya a través del ICR de Finagro. Como se había hecho siempre las campañas de renovación anteriores. Y como ahora, luego de un año de titubeos y malos entendidos, se reinicia.

A la caficultura le esperan tiempos complicados: las gigantescas cosechas que están saliendo en Brasil y Vietnam en esta temporada harán que los precios se sigan aflojando en los mercados internacionales aún más de lo que se ha visto últimamente. Con delicadas repercusiones sobre el mercado doméstico del grano.

De allí que la concertación y el buen manejo de las relaciones entre el gremio cafetero y el Gobierno sean más necesarias que nunca. En ninguna otra oportunidad sería tan desafortunado el quebrantamiento de las reglas de oro que rigen el manejo concertado cafetero como ahora.

Afortunadamente, el anuncio que ha hecho la ministra de Agricultura reorienta estas relaciones en la dirección que no debe olvidarse hacia adelante.

POSDATA: La sorpresiva muerte de Hernando Yepes es una triste noticia para el país jurídico, para quienes, como él, defienden la Constitución, para la intelectualidad noble, para su familia, para Caldas, para sus amigos, y para Colombia toda. Hará una falta enorme. ¡Paz en su tumba!

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