Joaquín Vélez Navarro
6 Diciembre 2023

Joaquín Vélez Navarro

Corrupción y violencia de género tras la polémica de los pasaportes

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El reporte Coronell reveló un vergonzoso hecho que ocurrió en la Secretaría Jurídica de Presidencia: el canciller Álvaro Leyva le reprochó a gritos a Martha Lucía Zamora, directora de la Agencia Nacional de Defensa Jurídica del Estado, que quisiera conciliar con Thomas Greg and Sons en el caso de la millonaria licitación de los pasaportes. La directora, que se dijo que estaba cumpliendo con su trabajo al defender el bolsillo de los colombianos, recibió una sorpresiva respuesta por parte del canciller: “a mí qué me importa que condenen al Estado. Con lo que se demora un proceso en Colombia”. A eso también añadió el ministro Leyva “notifíqueme en la tumba, cuando salga el resultado de ese pleito ya voy a estar muerto”.

La actitud y lo dicho por el canciller es muy grave tanto por la forma como por el fondo, y merecía un rechazo absoluto por parte del presidente Petro. Lo que ocurrió, sin embargo, fue todo lo contrario. Petro apoyó al canciller en un trino y le pidió la renuncia a la directora Zamora. Esa reacción del presidente manda dos mensajes equivocados. El primero es que no le importa que se derrochen y malgasten los recursos públicos. En otras palabras, que no le importa la corrupción, o, por lo menos, ciertos tipos de corrupción. Al fin y al cabo, al Petro avalar al canciller nos está diciendo que no le preocupa que el Estado pueda resultar condenado por cerca de 10 mil millones de pesos, y que tampoco le importa que la agencia encargada de analizar las probabilidades de ganar un caso así, le diga que lo más posible es que el Estado sea condenado. La función de esa entidad es justamente prever esas posibilidades, y cuenta con expertos y herramientas de inteligencia artificial para determinar con bastante precisión qué tan exitosa puede ser la defensa. Parece ser que es más importante satisfacer su capricho de declarar desiertas las licitaciones cuando haya un solo proponente, aunque la ley así no lo determine, que proteger los recursos de todos los colombianos. 

Y es que no es una locura pensar que, en efecto, el Estado puede terminar condenado por estos hechos. La situación, en términos simples, es la siguiente: una empresa aplica a un proceso para ganarse un contrato para la elaboración de pasaportes. Para lograr que se le adjudique, contrata a una serie de abogados, a un equipo financiero, entre otros, e invierte recursos para montar una propuesta de acuerdo con lo que le pide la entidad que inicia el proceso de contratación. Esa empresa es la única que cumple con todos los requisitos necesarios al finalizar el proceso de contratación. Sin embargo, quien representa a la entidad decide no contratar a la empresa porque fue la única que cumplió con lo que se pedía. Todo el tiempo y los recursos que invirtió la empresa en preparar una propuesta que se adecuara a lo que le pidieron, se van a la caneca por una sola razón: por ser el único que cumple. Se le castiga, entonces, por cumplir, por adecuarse a lo que le pidieron. La excusa que le dan es que el proceso está prefabricado a su favor. 

Parecen ignorar, no obstante, que en este caso específico los requisitos que ese proceso contenía son, como lo dijo la excanciller María Ángela Holguín en una reciente columna de opinión, exigencias técnicas que deben tener los pasaportes para que no se nos exija visa en muchos países del mundo. El proceso, por tanto, exige lo necesario, como bien se ha señalado por distintos expertos. Y, si ese no fuera el caso, ¿quién es el responsable por los costos que asumió la empresa, la entidad que elaboró mal los requisitos o la empresa que cumplió con lo que se pedía? 

El segundo mensaje equivocado, que tiene que ver más con la forma que utilizó el canciller, es que la violencia contra las mujeres (¡en este caso verbal!) se tolera. La reacción del presidente cuando a una mujer la maltratan debe ser de total rechazo y condena. No es la primera vez que Petro es criticado por su postura laxa frente a distintas situaciones de maltrato contra las mujeres. No sorprende su reacción en esta ocasión, en la cual decide restarle credibilidad a lo dicho por la víctima, como ocurre muy a menudo en los casos de violencia de género, y negar lo sucedido sin siquiera investigar lo que pasó. No se nos puede olvidar que tres personas fueron testigos de estos hechos y que muy seguramente en las cámaras de Palacio se puede confirmar lo que estos afirman. 

Muy grave y reprochable todo alrededor de este asunto. Por un capricho del presidente, ¡y porque al canciller le parece más importante cuidarlo a él a que se pierdan nuestros recursos!, vamos a terminar pagando los platos rotos todos los colombianos. Al mismo tiempo, las cifras de la violencia de género en el país siguen creciendo y, quien más debe dar ejemplo mediante un total rechazo cuando esto ocurre, tolera esas actitudes y termina castigando a las víctimas y apoyando a sus victimarios. Todo mal. 
 
 

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