Juan Camilo Restrepo
1 Febrero 2024

Juan Camilo Restrepo

¿Debemos sembrar café robusta?

Entre aquí para recibir nuestras últimas noticias en su WhatsAppEntre aquí para recibir nuestras últimas noticias en su WhatsApp

Gustavo Petro (que según él mismo ha revelado es un gran consumidor de café) debería tener en claro que no somos el cuarto país productor del grano próximos a ser sobrepasados por Etiopía, como con imprecisión dijo desde Tumaco.

Siempre hemos sido y seguimos siendo el segundo país productor mundial de café arábigo suave después de Brasil. Y el tercer productor –apenas superado por el mismo Brasil y Vietnam– si contabilizamos la producción de cafés robustas de estos últimos.

Con su acostumbrado dejo acusador, el presidente señaló a los dirigentes cafeteros como culpables de que no ocupemos un escalón más alto en el pódium de la producción mundial del grano.

Al mismo tiempo que el presidente Petro descalificaba a la dirigencia cafetera, tomaba posesión como miembro de número de la Academia Colombiana de Historia el doctor Albeiro Valencia con una magnífica ponencia en la que describe con todo detalle la historia heroica de los capitanes de la caficultura en lo que se conoció como el Viejo Caldas (Caldas, Quindío y Risaralda) para implantar y consolidar el cultivo del café en la zona central del país, al lado de Antioquia, durante las postrimerías del siglo XIX y las primeras décadas del siglo XX.

Después, en época más reciente, habría que mencionar el esfuerzo gigantesco de los dirigentes cafeteros del suroccidente (Nariño, Huila y Cauca, especialmente), al irrumpir como la zona más vigorosa de la nueva caficultura en el siglo XXI.

Por todo esto no dejan de ser lamentables los términos despectivos con los que el presidente de Colombia acostumbra referirse a la dirigencia cafetera, que ha sido precisamente la que hizo posible la implantación y extensión del cultivo del café en las laderas de nuestra geografía nacional.

Pero no solo se trata de cantidad sino de calidad. No es como inexactamente dijo el presidente que estemos ad-portas de ser desbancados por Etiopia a un quinto lugar, pues seguimos siendo el segundo productor mundial de cafés arábigas suaves después del Brasil. Si nos comparamos con Brasil y Vietnam –que son también productores de la variedad robusta– sin cualificar la comparación, estamos comparando peras con manzanas. Tampoco pueden olvidarse los gigantescos esfuerzos que ha hecho nuestro país para exportar el grano con mayor valor agregado a través de cafés especiales que ya representan casi el 40 por ciento de nuestras ventas externas.

La condición de ser el segundo proveedor mundial de cafés suave debemos cuidarla con esmero. Por ejemplo: resulta censurable que el actual Gobierno (enfrascado en un obcecado pleito con la Federación de Cafeteros) haya sido el que descuidó por cerca de un año las políticas de renovación del parque cafetero. Condición indispensable para que la producción no se desplome.

Afortunadamente la actual ministra de Agricultura corrigió esta equivocación que repetimos: no fue culpa de la dirigencia gremial sino del propio Gobierno. La ministra lideró desde el comité nacional de cafeteros la revigorización de las políticas de renovación desentrabando el ICR que es indispensable para mantener los índices de producción en niveles altos.

De todas maneras, esta polémica suscitada por el presidente Petro, aunque inexacta e injusta, plantea un debate válido y no zanjado aún: ¿debe Colombia entrar a producir no solo cafés arábigos suaves sino también robustas? ¿Debe entrar a competir igualmente con Brasil y Vietnam produciendo también la variedad robusta? Las nuevas técnicas de tostión acercan los cafés robustas a muchas mezclas que antes los rechazaban haciéndolos prácticamente sucedáneos de los cafés suaves. ¿Debemos proscribir esta variedad de ser producida en Colombia?

Algunos creemos que sí debemos cultivar robustas. En las tierras bajas de la altillanura colombiana podemos cultivar la variedad robusta perfectamente. El café no solo tiene que ser un cultivo de la ladera andina como lo ha sido históricamente. También puede sembrarse en las tierras bajas de los Llanos Orientales.

En el Brasil conviven sin dificultad los cultivos de arábigas y de robustas. Además, el robusta podría ser un cultivo muy apropiado como actividad pacificadora en el replanteamiento agrario de zonas de conflicto.

La siembra de robusta como tal no está prohibida en Colombia. Habría que reglamentar su comercio exterior y apoyarla. Ya existen experiencias exitosas en San Vicente del Chairá que está haciendo, por ejemplo, el exministro Luis Guillermo Parra, que se podrían multiplicar sin dificultad alguna.

En ese escenario Colombia no solo seguiría siendo el importante productor de cafés suaves que hoy es. También podría llegar inclusive a emular con otros productores como Brasil y Vietnam.

Conozca más de Cambio aquíConozca más de Cambio aquí

Más Columnas