Juan Camilo Restrepo
15 Diciembre 2023

Juan Camilo Restrepo

Finanzas públicas enredadas en 2024

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2024 luce -desde el punto de vista fiscal- especialmente confuso. Acaso vaya a ser el año en que se reviente la regla fiscal y entramos en el espiral de las finanzas insostenibles. Lo cual sería una calamidad. Por eso se impone un timonazo pronto para que este mal augurio no tenga lugar.

El consejo autónomo de la regla fiscal (Carf) que se ha distinguido por su independencia y profesionalismo acaba de proferir su pronunciamiento #9 (diciembre 5) que pone las cosas en su justa perspectiva.

El pronóstico no es muy halagador: el gran peligro lo ubica en que se haya programado un monto de gasto en el presupuesto del año entrante “que excede los ingresos estructurales que se planean recibir. El déficit total en 2024 podría ascender a 104,6 billones de pesos”. 

Con esta perspectiva -concluye el comité- se reducen las posibilidades de que se observe en 2024 un balance primario positivo como el que se programaba en el marco fiscal de mediano plazo (MFMP) para cumplir con la regla fiscal, pues para ello sería necesario hacer un ajuste de gasto de entre  23 y 24 billones de pesos”. 

Ajuste que como van las cosas es casi imposible que se pueda ejecutar.

Si a esto le sumamos que en la programación fiscal del año entrante aún no se han incorporado los costos que puedan tener las reformas que se discuten en el congreso, no es aventurado vaticinar que será prácticamente imposible que se cumpla con la regla fiscal en 2024.

El mismo gobierno parece haberse dado cuenta de ello y ya está en el plan de maquillar el incumplimiento de la regla fiscal que se avizora: desde Planeación Nacional se empieza a hablar de una “regla fiscal verde” que no sería otra cosa que una manera amable de encubrir su incumplimiento, excluyendo todos los gastos que se hagan en el ámbito ambiental de la contabilidad que se toma en cuenta para establecer los parámetros requeridos por la ley de la regla fiscal.

Pero lo más grave puede estar por llegar: el Gobierno sigue con una fiebre irrefrenable de anunciar nuevos programas de gastos sin contar con recursos ciertos para financiarlos; o de mermar las fuentes de fondos con que deberían atenderse.

Un buen ejemplo es la idea que ya circula de que el ajuste en el precio del ACPM se aplicará diferencialmente según el consumo de las empresas: más gravoso para las empresas grandes y menor para las pequeñas. 

Si esto se lleva a la práctica podría llegar a ser una medida tan desacertada como en su momento lo fue la congelación de los peajes en 2023; y que, además, profundizaría el déficit del fondo de estabilización de los combustibles que sigue siendo enorme restando recursos preciosos para atender la inversión social que tanto requiere el país.

Los recaudos generados por la reforma tributaria de diciembre del 2022 se han revelado menos jugosos de lo que se había estimado inicialmente; el golpe sobre la inversión -que está cayendo en cerca de 11 por ciento en términos anuales- se ha mostrado implacable; y el desánimo de los inversionistas privados se ha acentuado por bandazos como los de los peajes y el manejo desacertado que se le viene dando a todo lo que tiene que ver con las concesiones de infraestructura.

El gasto contra cíclico indispensable para ayudar a recuperar la economía que tan graves síntomas de desfallecimiento viene mostrando no va a poder provenir solamente del gasto público que está a sus límites, como bien lo demuestra el informe del comité autónomo de la regla fiscal que venimos comentando. 

Si el sector privado no reacciona –y este solo lo hará cuando recupera la confianza que está hecha añicos- será muy difícil que la economía en su conjunto recupere el dinamismo deseable.

Los últimos datos de inflación de 10,15 por ciento para el periodo noviembre 2022- noviembre 2023 son buenos y continúan la leve tendencia al descenso que ha mostrado el comportamiento de los precios en los últimos meses. Es probable entonces que la junta del Banco de la República en su reunión de este mes empiece a aflojar los cerrojos de sus tasas de interés. Pero aún si lo hace será de manera muy cautelosa. Así como fue gradual su ascenso será su descenso. Pero ayudará de todas maneras a que las correas que hoy mantienen atada la recuperación de la economía empiecen a mostrar síntomas de flexibilidad.

Si las cosas están mejorando tenuemente por los lados de la inflación y el banco central puede empezar a aflojar la cincha de las tasas de interés, lo que definitivamente no muestra síntomas de mejoría es la situación fiscal. Por eso 2024 se ve como un año especialmente enredado para las finanzas públicas. 

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