De todos los indicadores de la economía la inversión es acaso la más importante. Es lo que arroja luces sobre cómo va a evolucionar la productividad y cómo será el futuro del crecimiento económico. Mientras otros indicadores alumbran el corto plazo (inflación, tasas de interés, empleo, comercio exterior), la inversión ilumina el futuro.
De allí que valga la pena preguntarnos: ¿cómo va la inversión en Colombia?
Desafortunadamente la respuesta que podemos dar a la fecha es que va mal e, infortunadamente, no muestra signos de mejoría en el futuro inmediato. Los motores de la inversión parecen estarse apagando.
Un estudio reciente de Fedesarrollo (“tendencia económica # 244 de enero 31 de 2024”), dice por ejemplo lo siguiente: “suscita preocupación el comportamiento exhibido por la inversión. La formación bruta de capital fijo registró la mayor contracción de 16 años (-10,7%) durante el tercer trimestre de 2023 excluyendo el periodo de la pandemia”; y agrega: “los niveles de inversión se sitúan un 5,3% por debajo de los observados en 2019, marcando el mayor rezago en comparación con los diversos componentes del PIB”.
El exdirector del Dane Juan Daniel Ortega en un interesante artículo que publicó el pasado 17 de diciembre de 2023 en El Tiempo (¿“Más salarios para consumir más o invertir más y mejor”?) dice lo siguiente: “la magnitud de la desaceleración de la inversión en Colombia nos lleva a que, aparte de los tiempos más duros de la pandemia en 2020, lo sucedido este año nos retrocede a niveles comparables observados en 2012. Si, 11 años atrás. Peor aún, si analizamos el retroceso de forma desagregada en materia de la inversión en obras civiles, el retroceso es hasta 2009 (Si, 14 años de atraso)”.
Todos los componentes de la formación bruta de capital cuya sumatoria es la que nos indica cómo va la inversión, están de capa caída, y comparado con lo acontecido en años anteriores muestran un comportamiento calamitoso.
Sin inversión hoy, el país no tendrá progreso tecnológico ni mayor crecimiento el día de mañana. La vivienda, la construcción de obras civiles, la infraestructura en todas sus expresiones, muestran un comportamiento desalentador en los últimos tiempos. Por eso es tan delicado lo que viene sucediendo.
Las percepciones negativas del sector privado y los bandazos de políticas públicas explican este comportamiento desalentador de la inversión y de la confianza de los inversionistas.
Desafortunadamente las cosas no se arreglan con anuncios sino con hechos contundentes que hasta el momento están faltando. Las tasas altas de interés resultantes de la política monetaria del Banco de la República para combatir la inflación también han jugado una parte del complejo escenario negativo que muestra la inversión.
Por eso todo lo que contribuya a no ahuyentar la inversión (pública y privada) debería ocupar lugar preeminente en las políticas públicas que adelante el gobierno. Bandazos como lo acontecido con los erráticos peajes que hasta ahora comienzan a corregirse. O más recientemente, el fatal anuncio que ha hecho el Ministerio de Hacienda de que se dispone a renegociar las “Vigencias futuras” con el sector privado en un intento para arreglar el enorme desorden presupuestal que ha originado la ilegal introducción de $ 13 billones de “partidas globales en el presupuesto de la vigencia 2024, no son más que contradictorios mensajes para que retorne un clima de tranquilidad entre los inversionistas. Que son justamente quienes determinan el ambiente propicio para la inversión.
Todos los enfrentamientos innecesarios entre el gobierno y el sector privado; todas las medidas improvisadas (desafortunadamente tan frecuentes) que minan la confianza del sector privado, no pasan impunes: se terminan reflejando en un derrumbe de las cifras de inversión. Que es infortunadamente lo que está sucediendo.
