Quisiera intervenir por los laditos alrededor de la polémica que ha desatado Mario Mendoza sobre Petro. El país se alimenta ahora de dos paranoias y por eso tanta irritación y tanto nerviosismo. De un lado, las élites de derecha, o una parte de ellas, creen que Petro está buscando la manera de perpetuarse en el poder a como dé lugar y que puede lograrlo; de otro lado, Petro cree que quieren darle un golpe de Estado y sacarlo con artimañas jurídicas o por la fuerza de la presidencia. Las paranoias siempre se alimentan de indicios y realidades y alguito de razón hay en las dos paranoias.
En el caso de Petro veo que las calificaciones de caudillo, ególatra, narciso, machista, representante eximio del patriarcalismo, con un enorme caudal de seguidores ciegos a sus pies, que están dispuestos a sacrificarse por su dios, esa visión dicha aquí y allá, es la que alimenta la sospecha de que quiere quedarse en la presidencia y va a intentar hacerlo rompiendo el hilo constitucional. También a esas características le atribuyen buena parte de los errores de su gobierno.
En mi humilde opinión quienes así opinan conocen poco de nuestra idiosincrasia, de nuestro ser nacional, de nuestra identidad.
Nada más efímero que la gloria en Colombia. No ha sido tierra fértil para caudillos, precisamente por eso. Ya dijo el gran historiador Jaime Jaramillo Uribe: Colombia es un país de medianías.
Ni Bolívar, del cual una encuesta entre historiadores de hace años en Europa dijo que era el más grande, más que Alejandro, más que Julio César, más que Aníbal, más que Napoleón, tuvo la aureola del caudillo adorado, murió solo y su gloria en estas tierras solo alcanza para nombrar plazas y aeropuertos y escuelas cuando más. Nadie estaba para protegerlo y dar la vida por él.
Rojas Pinilla, que sirvió un tiempo a las élites para acabar con su grave y sangriento enfrentamiento, salió sin pena ni gloria cuando cumplió ese papel y era un gran ejecutor, reformador social, impresionante con su hija la capitana, la mujer más importante de la política colombiana hasta hace poco, ahora está vieja, muy vieja y sola en una casa vendiendo sus pertenencias para sobrevivir, ojalá fueran a visitarla para que vieran su tristeza.
Usted va a una caseta de periódicos en Buenos Aires y allí están las fotos y los posters de Perón, Gardel, Evita, Maradona, Borges, son sus héroes, Maradona derrotado feamente como entrenador en el mundial de Sudáfrica fue recibido por más de veinte mil seguidores en el aeropuerto de Ezeiza, vinieron a recibirlo desde todo el país, hasta la Patagonia, yo estaba allí y era una locura; también estaba en el entierro de Sandro, cincuenta mil personas y le caían rosas, empezando enero, de todas las ventanas de Buenos Aires.
Hasta hace muy poco Uribe era un dios, ya es un señor acosado por la justicia con unos cuantos seguidores y mañana estará aún más solo y vilipendiado, seguramente hasta María Fernanda Cabal, cuando Uribe no apoye su candidatura a la presidencia, abjurará de su liderazgo, ya verán.
A las élites tradicionales les iba bien porque empezaron a alternarse inteligentemente entre liberales y conservadores, jefes clientelares sin mayor postín, hasta que a Uribe se le ocurrió que podría ser ese caudillo, quería encabezarlas por un largo periodo, por cincuenta años, decía José Obdulio Gaviria, Uribe estresó el modelo, eso las perdió, eso posibilitó que por fin la izquierda tuviera posibilidades.
García Márquez es el escritor más grande del siglo veinte en el mundo y acaba de vender 250.000 libros de Cien años de Soledad en Japón, muy poco se supo de esta proeza en Colombia, es, además, el escritor más traducido, ya superó a Cervantes, y aquí pasaron desapercibidos los diez años de su muerte y vaya uno a saber qué pasará en el centenario de su nacimiento justo dentro de tres años.
Botero era el pintor vivo más importante del planeta hasta hace poco, cuando murió dejó un gran nombre más allá de nuestras fronteras y acá muy poco suena.
Nada suena acá.
Petro suena ahora porque es un polemista, un gran polemista, que vive de provocar y provocar y un vendedor de ilusiones y un publicista, tal como era el espíritu del M19, incumplido y cuando no lo ha sido, llevado de su parecer y cuando no, sin un gran equipo y sin preocupación por construirlo y cuando no ha sido así.
Caudillo, vaya pues, ni su mujer le obedece de a mucho.
Reformista, rebelde, que cree que las reformas pueden salir por la fuerza de su necesidad y de su bondad, por su justeza, iluso que es, retórico y justo en su retórica, porque estas élites, imagínense ustedes, en doscientos años de historia republicana, gobernando a sus anchas, han dejado a Colombia como el tercer país más desigual en el mundo, el de mayor concentración de la tierra, con una inmensa cantidad de pobres y marginados y hambrientos, ahí está la efectividad de su retórica en importantes sectores de la sociedad, entre los sectores popular, en las regiones olvidadas.
Mal ejecutor, bueno, dice el señor Robinson, premio nobel de economía, tan citado ahora contra Petro, que ese es un rasgo de todos los presidentes colombianos; quieren un gran ejecutor, les tengo uno, Germán Vargas Lleras como vicepresidente con tres ministerios en sus manos ejecutó 65 billones de pesos en dos años largos, en vivienda, carreteras, aeropuertos, con muy pocos o ningún gran escándalo de corrupción, pero no tiene fortuna electoral, porque quizás el país se cansó de las élites y se cansará rápido de Petro y de la izquierda y vendrá algún outsider y también será muy temporal su reinado…
Quizás sea bueno esto de que no hay gloria que dure…
Pero los perfiles sobre Petro son tan pobres y este es también igual de bobo y de pobre, pero no lo voy a presentar como mi gran aporte a la caracterización del gobierno y de Petro y no aspiro que alguien lo publique y que me ayude a vender mis libros.
Pero quizás en un año tenga un libro que con seriedad se aproxime a lo que ha sido esta experiencia del primer gobierno de izquierdas en Colombia. Voy a intentarlo y voy a compararlo con Lula, con Sheinbaum, con López Obrador, con Boric, para comprender esta segunda ola de gobiernos de izquierda en América Latina, me voy a ir por la región, por toda la región, para entender. No lamentar ni reír, como decía Spinoza, sino entender, eso voy a hacer sin pretensiones y sin rabia y sin odios que nunca he abrigado.