Juan Fernando Cristo
20 Junio 2023

Juan Fernando Cristo

Polarizados

Entre aquí para recibir nuestras últimas noticias en su WhatsAppEntre aquí para recibir nuestras últimas noticias en su WhatsApp

Hace unas semanas se publicó en España el libro del sociólogo español Luis Miller, titulado Polarizados. La política que nos divide. Con base en estudios y encuestas, el autor intenta explicar las razones de la polarización en su país y las compara con Estados Unidos, Latinoamérica y otras naciones europeas. Son bien interesantes las similitudes y diferencias que se pueden establecer con el clima político en Colombia, cada vez más radicalizado y dañino.

Una de sus tesis centrales, tomada del libro American Affective Polarization in Comparative Perspective, de académicos norteamericanos, es que la polarización tiene que ver fundamentalmente con la desigualdad económica, el desempleo y los sistemas políticos. A más desigualdad social y desempleo, mayor la polarización. Y si además ese mismo país tiene un sistema político bipartidista y elección directa de sus presidentes, aumenta el clima divisivo en la sociedad. Según su premisa, en países con niveles altos de igualdad social, bajo desempleo y un sistema político multipartidista y fragmentado, hay menos división.

El autor menciona tres clases distintas de polarización: la ideológica, la afectiva y la cotidiana. La ideológica tiene que ver con la opinión ciudadana frente a temas como migración, impuestos o libertades individuales. La afectiva se relaciona con simpatías o antipatías que generan los líderes políticos. Y la cotidiana se refiere a la diferenciación geográfica, demográfica y social de los votantes. “Vivimos en burbujas de personas que son y sienten como nosotros”. Las cifras de varios estudios citados en el libro impactan por la forma clara en que demuestran el crecimiento de la polarización en España. Veamos solo unos datos. Según encuesta del Centro de Investigaciones Sociológicas de España, CIS, dos de cada tres votantes del PSOE y hasta ocho de cada diez de Unidas-Podemos, no se sentarían a tomar algo con alguien de VOX, mientras dos de cada tres del Partido Popular y siete de cada diez de VOX no lo harían con alguien de Unidas-Podemos. En el año 2000 solo un 8 por ciento de los entrevistados se identificaban con posiciones ideológicas extremas, en 2022 eran más del 20 por ciento.

Al leer el libro es imposible evitar la comparación con Colombia. Hoy vivimos una fuerte polarización alrededor del manejo de la economía, impuestos y las controvertidas reformas sociales. Sin duda las iniciativas de Petro tienen el común denominador de buscar una mayor preponderancia del Estado en la economía, aumentar los impuestos y reducir el espacio a la iniciativa privada. Mientras que del otro lado están aquellos a quienes Petro descalifica como neoliberales, que insisten en el peligro de una estatización de la economía si las reformas pensional, laboral y de salud son aprobadas en los términos propuestos por el gobierno. Un segundo elemento interesante de Miller es su conclusión sobre el descalabro político y electoral que sufrieron, en España e Inglaterra, los partidarios del independentismo catalán y del brexit, que tuvieron en su momento una apretada victoria electoral y a la postre terminaron afectados por la imposibilidad de poner en práctica sus posiciones. El independentismo catalán perdió el gobierno en las pasadas elecciones y el Partido Conservador británico atraviesa hoy una crisis profunda y se pronostica su derrota este año. En el caso colombiano los promotores del NO a la paz triunfaron en forma apretada en 2016 y en 2019 los jóvenes salieron masivamente a las calles a protestar contra sus políticas de derecha. Solo tres años más tarde, los colombianos eligieron por primera vez en su historia el primer presidente de izquierda. Se cumplió la tesis del autor, según la cual “la polarización devora a sus instigadores una vez que el proyecto, que en un momento ilusionaba a una buena parte de la ciudadanía, se revela irrealizable”.

En fin, aunque no se menciona el caso colombiano, las coincidencias son muchas para ignorarlas. Una de ellas es que los extremos siempre terminan pareciéndose. Y la vorágine de sucesos en las últimas semanas así lo confirman. Los radicales de un lado están convencidos de que las élites económicas y políticas, junto a sectores de las fuerzas armadas, promueven un golpe de Estado contra el gobierno de Petro, mientras que los extremos del otro aún sostienen, contra toda evidencia, que Petro romperá la institucionalidad para quedarse en el poder, con el fin de montar el castrochavismo en Colombia.

Conclusión desalentadora: la polarización no se detendrá, a pesar de que las derrotas en el largo plazo de quienes en 2016 la promovieron en Cataluña, Inglaterra y Colombia, deberían servir para que quienes se dedican a alimentarla en nuestro país, reflexionen sobre el peligro de que esa misma polarización termine por devorar su propia y efímera popularidad.

Conozca más de Cambio aquíConozca más de Cambio aquí

Más Columnas