
Un suceso acaba de pasar desapercibido y es la admisión de la autoría de un asesinato que lleva en impunidad casi 20 años. Por eso desde esta columna le damos espacio y resonancia a esa y otras historias importantes, que de vez en cuando son imperceptibles por la voluminosa dinámica de debates del país.
Vamos a la línea de tiempo. El pasado 1 de febrero se cumplieron 20 años de un histórico Consejo Comunitario realizado en Corozal, Sucre. En esa reunión, el entonces alcalde del municipio de El Roble, Eudaldo León Díaz Salgado, se tomó el micrófono para denunciar en su región, el que sería el escándalo más grande del gobierno de Álvaro Uribe Vélez y en la historia del país: la parapolítica.
Díaz Salgado, a quien sus amigos y familiares le decían Tito, había acusado al gobernador de ese momento del departamento de Sucre, el señor Salvador Arana Sus, por nexos con los paramilitares y malos manejos públicos. Una acusación que también salpicó a los aliados de Arana: el exsenador Álvaro ‘el Gordo’ García y al exgobernador Eric Morris.
Tito era militante del Polo Democrático y uno de los pocos políticos sucreños que habían llegado al poder oponiéndose a las alianzas con los grupos de autodefensas. Sus adversarios políticos, en coordinación con la Procuraduría local, lo habían empapelado corruptamente para hacerlo suspender. Lo hicieron con una falsa celebración indebida de contratos, prevaricato y extralimitación de funciones. Como la suspensión del cargo no era suficiente, sus enemigos fueron más allá.
Y Tito, como quien presiente la aproximación inevitable de un estornudo, intuyó la aproximación de su propia muerte. En ese Consejo Comunitario tuvo el coraje de pararse frente al poderoso mandatario Álvaro Uribe y decirle: presidente, ¡a mí me van a matar!
La respuesta inmediata de Uribe, quien estaba sentado al lado de Arana Sus, su posterior asesino, fue interrumpirlo. Le quitó importancia a su denuncia y le dijo, con tono de regaño, que ya había permitido demasiado desorden.
Pero el orden para unos fue caos y horror para otros.
Inmediatamente luego de ese Consejo Comunitario, el servicio de escolta del alcalde de El Roble fue retirado. Tan solo dos meses después de esa advertencia, el 5 de abril de 2003, Salvador Arana citó a Díaz en el sector de El Mirador, sobre la carretera entre Sincelejo y Tolú, con la excusa de solucionar sus problemas políticos.
Pero esa fue otra mentira. En aquel sitio, el entonces alcalde de El Roble fue secuestrado por miembros paramilitares de Rodrigo Mercado Peluffo, alias Cadena y su exescolta, Alberto Anaya, alias el Chino. Lo llevaron hasta la finca El Palmar en Sucre donde permaneció por dos días, para luego ser trasladado a la finca de Said Tatis, cuñado de Salvador Arana, donde fue asesinado.
No fue sino hasta el 10 de abril de 2003 que encontraron el cuerpo de Tito Díaz a un kilómetro de la finca de Tatis, en el sector de la Boca del Zorro, con nueve impactos de bala, signos de tortura, y su credencial de alcalde tirada encima del pecho.
Antes de que todo esto ocurriera, Tito les había advertido a sus familiares en una carta que, como le dijo al presidente en televisión nacional, lo iban a matar. Decía con absoluta claridad que el responsable era Salvador Arana.

Solo se demoró 20 años Salvador Arana en admitir que sí fue él quien lo mandó a matar. El exgobernador del Sucre rindió una reciente declaratoria ante la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP), donde reconoció su responsabilidad como autor intelectual del homicidio del exalcalde de El Roble. Mirando a los ojos de la familia de Tito Díaz, les dijo una verdad que todo el mundo sabía.
“Yo no puedo darles ahora los detalles sobre cómo murió su padre, pero sí les diré algo aquí que nunca en 20 años he dicho y que la oculté a la justicia ordinaria: yo fui el autor de la muerte de su padre, hermano, esposo Eudaldo Díaz. Hoy reconozco esto ante ustedes, aunque me cuesta, tengo que decirles la verdad y les pido de corazón que puedan perdonarme”.
Pero como diría mi profesor de derecho penal, Arana es uno de esos pájaros, que es tan avión, que vuela con todo y jaula. Porque a esa confesión, muy importante per se, le falta una parte importante y es señalar la responsabilidad de otras personas en ese mismo crimen.
Para eso recordemos que Arana fue capturado el 29 de mayo de 2008, después de estar mucho tiempo prófugo de la justicia. Agentes del Cuerpo Técnico de Investigaciones irrumpieron en un lujoso apartamento en el sector de El Rodadero, específicamente en Punta Arenas, en Santa Marta. Allí capturaron a Arana Sus, quien había acondicionado una caleta para que las autoridades no se percataran de su presencia.
El apartamento estaba a nombre de Aposmar S.A., empresa de propiedad de Enilce López, conocida como “la Gata”. Salvador Arana y la Gata también estaban vinculados gracias al señor Jorge Luis Abisambra, quien era el jefe de sicarios de la reina del chance, y una persona que inicialmente le cargaba el maletín a Arana. La Gata, desde ese entonces, era un enlace importantísimo entre la política, los negocios y la criminalidad, lavando dinero del narcotráfico, haciendo testaferrato para los paramilitares y aportando dineros a los políticos locales y nacionales.
No olvidemos que la Gata aparece referida en varias investigaciones desde finales de la década de los ochenta. La primera es un oficio radicado como DNPI-741, en el que miembros del Bloque de Búsqueda de la Policía que el 15 de diciembre de 1989 abatieron a Gonzalo Rodríguez Gacha cerca de Coveñas, Sucre. Ese documento indicaba que el capo tenía negocios con una joven llamada Enilce López, y que ella manejaba parte de sus inversiones en la Costa.
Tampoco que el 8 de julio de 1998, una comisión de investigadores de la Fiscalía que instruyó 14 procesos por masacres, desapariciones y crímenes selectivos entre Carmen de Bolívar, Magangué y la parte norte de Sucre, reveló que la Gata perseguía a enlaces de la guerrilla y prestaba servicios sicariales a políticos de la región.
Pues esa misma persona era la protectora y financista de Arana. Al igual que, no podemos olvidar, fue también cercana al uribismo e incluso aportó dineros en la campaña de 2002 del expresidente Uribe.
La reina del chance hizo un aporte a través de la empresa Uniapuestas, un consorcio de empresas de chance de la Costa, de la que López era socia, con un cheque por la bicoca de 100 millones de pesos.
Y acá está el otro tema que es importante recordar y es que pocos meses después del asesinato de Tito Díaz, el presidente Uribe nombró a Salvador Arana como encargado de negocios ante el gobierno de Chile. Posteriormente fue nombrado embajador de ese mismo gobierno ante la administración de Ricardo Lagos.
Arana tuvo que renunciar al cargo dos años después, por los problemas judiciales que empezó a enfrentar por sus vínculos con el paramilitarismo y el asesinato de Edualdo Díaz.
Cuando el presidente Uribe fue cuestionado por los medios por este nombramiento, su respuesta fue que lo había nombrado en Chile “sin ser su amigo, porque le dijeron que el exgobernador tenía problemas de seguridad en el país”. Paquete chileno, que llaman.
Ahora queda claro que esas cosas que dijo Uribe a los medios eran falsas. Pero nos dejan varias dudas en cuanto a los otros temas. Fundamentalmente, establecer por orden de quién quedó Tito Díaz sin escolta poco antes de su muerte. Y claro, por Ubérrima vez, saber quién le dio el beneplácito a Salvador Arana para mandar matar a Eudaldo Tito Díaz.
