En contra de la opinión de varios analistas, la semana pasada mostramos la alta correlación entre la evolución del consumo de los hogares y el del PIB y, por lo tanto, por qué el frenazo de este consumo fue el factor que más influyó en el crecimiento negativo de la economía del último trimestre, puesto que representa el 75 % del PIB. La caída de la inversión también influyó, pero en una menor proporción, puesto que representa menos del 20 % del PIB.
Sin embargo, este simple ejercicio estadístico no explica por qué los hogares han dejado de comprar bienes y servicios. La pregunta es muy relevante para saber si va a continuar la tendencia a la baja, lo que llevaría la economía colombiana a una recesión, y también cuáles serían las políticas de reactivación que impulsarían otra vez el crecimiento del consumo y por ende del PIB.
Sube como palma, cae como coco
El primer factor explicativo es lo que se podría llamar el “efecto rebote”, que en términos coloquiales se expresa en un refrán popular: lo que sube como palma, cae como coco. En efecto, después de las restricciones de la pandemia, la gente salió desaforada a gastar todo lo que no había podido comprar por el encierro obligado. Así, en el segundo trimestre de 2021 el consumo de los hogares creció a una tasa real sin precedentes del 26 % anual, con la cual el valor del gasto llegó a ser muy superior al nivel anterior a la pandemia.
Un año después el gasto de los hogares seguía acelerado, aunque con un ritmo poco menor, de 15 % real, pero después empezó a frenarse, cerrando el año 2022 al 3,8 %, y siguiendo su senda descendente hasta el 0,4 % del último trimestre. En tan solo dos años subió como palma…
A su vez, este efecto rebote no es solo un ciclo natural, sino que tiene explicaciones económicas. La primera, muy sencilla, es que a los hogares se les acabó la plata para comprar. Sacaron todo lo que habían guardado durante la pandemia y se lo gastaron, lo cual significa que des-ahorraron, puesto que en este período el ingreso de los hogares creció mucho menos.
La segunda es la inflación que mermó la capacidad adquisitiva de las personas, sobre todo en 2022 cuando se empezó el año con un aumento del salario mínimo del 10 % y se terminó con una inflación del 13 %; Agravado esto por el hecho de que los ingresos de la gran mayoría de informales crecen menos del salario mínimo. Con bienes y servicios más caros, es lógico que la gente compre menos.
La tercera razón tiene que ver con la forma como las familias financiaron su des-ahorro, es decir como pudieron gastar más de lo que tenían. A punta de crédito. Por supuesto, cuando se cierra la llave del crédito empieza el desplome del consumo.
La línea verde del gráfico representa el crecimiento de la cartera de consumo del sistema financiero, que para el segundo trimestre de 2022 estaba creciendo a un ritmo del 23 % anual. Los bancos felices de financiar el boom del consumo, pero pronto les llegó la resaca y la cartera empezó a desacelerarse hasta llegar a un crecimiento negativo del 0,33 % el mes pasado.
Sigamos buscando explicaciones. ¿Por qué los bancos prestan menos si su negocio es precisamente ese? Por dos razones interrelacionadas: la primera la ilustra la línea morada del gráfico que representa la tasa de interés del crédito de consumo que después de bajar a un mínimo de 15 % durante la pandemia, se trepó por encima del 35 % al comienzo de este año. Ante tal aumento del costo del crédito, los consumidores se vieron obligados a guardar sus tarjetas de crédito y comprar menos.
Al mismo tiempo los deudores afectados por la inflación y las altas tasas empezaron a verse colgados en el pago de sus cuotas mensuales, lo que aumentó la cartera vencida de los bancos que empezaron a ser más cuidadosos y a restringir sus aprobaciones de crédito.
La última pregunta es ¿por qué los bancos elevaron sus tasas de interés sabiendo que eso les iba a deteriorar la cartera? La línea azul del gráfico nos da la respuesta: porque el Banco de la República decidió subir sus tasas de interés y lo hizo de una manera acelerada, al llevarlas de un mínimo histórico de 1,75 % durante la pandemia hasta 13,25 % en escasos 16 meses. Así llegamos al final de la cadena explicativa.
Tasas de interés y crecimiento
La caída del PIB no es fortuita ni sorpresiva. El Banco de la República buscaba enfriar la economía para controlar la inflación, pero se le fue la mano y la metió al congelador. Hemos visto acá el mecanismo de transmisión de la subida de las tasas del Banco a la caída del consumo de los hogares, pero no es el único camino a través del cual se frena la economía.
El departamento de investigaciones económicas de Corficolombiana estimó cuál era el impacto sobre diversos sectores económicos de la subida que han tenido las tasas de interés de los créditos bancarios en el último año, las cuales a su vez suben como resultado de las decisiones del República. Los resultados son preocupantes.
Son cuatro los sectores analizados: el comercio, la industria, la construcción de obras civiles y de edificaciones, para los cuales las tasas de interés de sus créditos se incrementó entre 11,4 % y 13,3 %. El cuadro siguiente resume las conclusiones del análisis de Corficolombiana.
Los efectos son heterogéneos, siendo el más afectado el comercio minorista, cuyas ventas se estima que caerán casi 20 %. Por su parte la producción industrial disminuirá 10,7 %, mientras que la ejecución de obras civiles y la construcción de vivienda lo harán en 9,6 % y 6,6 % respectivamente.
Las perspectivas para el año entrante son sombrías, pues así como hay un rezago entre la subida de las tasas y el impacto negativo sobre el crecimiento, también cuando bajan las tasas pasan varios meses antes de que el sector productivo sienta el efecto benéfico de esta medida. Si bien nos va, el Banco de la República empezará a bajar tasas el mes de diciembre, pero puede pasar hasta un año para que vuelvan a los niveles anteriores. En esas circunstancias, la recuperación de la economía tendrá que esperar hasta 2025.