Ecopetrol es una empresa de economía mixta. Es cierto que la mayoría de sus acciones son propiedad del Gobierno. Pero no es menos cierto que tiene más de 400.000 accionistas privados. Cuenta, además, con leyes y estatutos que regulan su gobernanza y su comportamiento corporativo. Sus decisiones estratégicas y sus planes de inversión no se adoptan desde la Casa de Nariño sino por su junta directiva y por una asamblea de accionistas.
Todo esto es bueno recordarlo ahora cuando el presidente Gustavo Petro, sin consultarlo al parecer con nadie, informó desde el Palacio de Miraflores en Caracas –luego de reunión con el presidente Nicolás Maduro– que era probable que la petrolera colombiana se asociara en el futuro con PDVSA para explotar hidrocarburos venezolanos y para iniciar así un programa conjunto de integración energética.
Tan sorpresivo anuncio deja por supuesto muchas preguntas flotando en el ambiente, ninguna de las cuales ha tenido hasta la presente respuesta convincente.
La primera pregunta está por supuesto relacionada con la incoherencia del mensaje energético del Gobierno colombiano. ¿Si el mantra del discurso energético del Gobierno de Petro desde un comienzo ha sido rechazar nuevos contratos de exploración de combustibles fósiles, cómo se explica que lo que está prohibido en nuestro país vaya a resultar deseable si se hace desde territorio venezolano a través de una asociación con la empresa petrolera del país vecino? La incongruencia no puede ser más notoria.
De otra parte: este es un nuevo anuncio detrás del cual no parece haber ningún estudio previo ni cuantificación alguna. Es simplemente uno de esos globos sorpresivos que le encanta echar al aire a la administración de Petro.
Ahora bien: si se hubiera contado con estudios mínimos antes de soltar semejante globo, sabríamos cuánto se está pensando que invierta Ecopetrol en Venezuela a través de esta sociedad con la petrolera venezolana. Dato crucial que no se conoce.
Ecopetrol tiene un presupuesto de inversión de cerca de 5.000 millones de dólares anuales, destinado prioritariamente a efectuar el mantenimiento de los pozos existentes, de los nuevos que se requiera, del transporte, de la refinación, y en fin de los múltiples frentes que debe atender usualmente Ecopetrol.
¿Significa la noticia caraqueña que de ese presupuesto de inversión va a salir lo que demande el consorcio con PDVSA? ¿Acaso el presupuesto de inversión de Ecopetrol es una bolsa inacabable, una especie de piel de zapa de la cual van a salir todos los recursos requeridos para la aventura venezolana? ¿Cuáles inversiones de las que están ya programadas en Colombia se van a sacrificar para atender las necesidades que plantea la asociación en el vecino país? ¿Estas nuevas inversiones ya han sido aprobadas por la junta de Ecopetrol? ¿Existe un plan de negocios serio? ¿Qué piensa este órgano de dirección de distraer recursos de la empresa colombiana para llevarlas al consorcio con la empresa venezolana?
Hace poco se anunció una caída en las utilidades de Ecopetrol de más del 40 por ciento. A pesar de ello ¿el flujo de recursos de la empresa es lo suficientemente boyante como para comprometer una parte significativa del flujo de recursos de la empresa en una aventura en Venezuela, cuando entre nosotros estamos en una carrera contra el tiempo para evitar que el desplome de las reservas domésticas de crudo y de gas se siga acentuando y termine llevándonos a perder la autosuficiencia energética en breve plazo?
Y luego siguen las preguntas sobre el socio escogido. Sobre PDVSA sigue gravitando una cola larga de interrogantes embarazosos. ¿Cuál es la situación de esta empresa frente a las sanciones que le han impuesto Estados Unidos a Venezuela? ¿Qué repercusiones puede tener para el socio colombiano? ¿Qué certeza tenemos –o no tenemos– sobre la transparencia y seriedad con que se sigue manejando la petrolera venezolana? ¿Qué seguridades recibió el presidente Petro antes de hacer este sorpresivo anuncio sobre la superación de las terribles denuncias de corrupción y malos manejos que se hicieron públicas no hace mucho sobre esta empresa? ¿Cumple con los estándares corporativos de solvencia y buen gobierno que debe acreditar todo socio de Ecopetrol que vaya a recibir capital de origen colombiano?
Desde luego los esfuerzos de integración con Venezuela hay que continuarlos y aún profundizarlos. Es una prioridad. Pero esto no debe hacerse al costo de echar por la borda la buena gobernanza corporativa de Ecopetrol, las prioridades en su programa de inversiones, y lo que es más importante: sin asegurarnos que las platas colombianas queden bien invertidas y en manos pulcras.
POSDATA: “La promocionada alianza Ecopetrol – PDVSA se desinfló a las 36 horas: quedó reducida a un comunicado de Ecopetrol en donde anuncia que está estudiando cómo sería su participación para rehabilitar el gasoducto binacional Antonio Ricaurte que está fuera de funcionamiento desde hace largo tiempo”.
