Mauricio Cabrera
5 Mayo 2023

Mauricio Cabrera

Transición energética y precio de la gasolina

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Un país que quiera hacer una transición energética justa no puede subsidiar los precios de los combustibles.

La transición energética (TE) es una tarea urgente e inaplazable pues es el único camino para frenar el calentamiento global, que es la gran amenaza para nuestra supervivencia en el planeta Tierra. Aunque cada vez más personas son conscientes de la necesidad de combatir el cambio climático, todavía muchas piensan que la TE significa dejar de explorar y producir petróleo, y se preguntan qué tiene que ver la TE con la subida del precio de la gasolina que cada mes afecta más sus bolsillos.

La respuesta es que están estrechamente relacionadas y que subir el precio de los combustibles es una instrumento efectivo para acelerar la TE. Expliquemos estas afirmaciones.

Para empezar, unos conceptos básicos. La TE es el proceso que busca reducir la dependencia de los combustibles fósiles (petróleo, gas natural y carbón), sustituyéndolos por fuentes de energía renovables como la hidroeléctrica, la solar, la eólica, la geotermia y la biomasa. Además, al diversificar la matriz energética del país se garantiza la soberanía y la seguridad del suministro de energía.

Así entendida, es evidente la importancia de la TE para combatir el cambio climático puesto que los combustibles fósiles son la principal fuente de emisiones de gases de efecto invernadero que causan el calentamiento global. Si no se reduce su consumo en todo el mundo, pero sobre todo en los países industrializados, será imposible alcanzar la meta de evitar un aumento de la temperatura del planeta mayor a 1,5 grados.

Pero también es evidente que, como en el caso de la lucha contra las drogas, para la TE el problema es de demanda y no de oferta, De nada sirve reducir la producción de petróleo y gas en un país como Colombia, que produce menos del 1 por ciento de la oferta mundial, si no se reduce el consumo de estos combustibles en el mundo.

Los costos de los subsidios a los combustibles

En este contexto, la inexorable ley económica de la oferta y la demanda nos dice que cuando el precio de un bien sube, la gente lo compra menos. En otras palabras, subir el precio de la gasolina y el diésel sirve para alcanzar el objetivo de reducir el consumo de combustibles fósiles, sobre todo cuando el precio doméstico es muy inferior al internacional.

A pesar de que el Gobierno Petro corrigió el error populista de su predecesor y después de varios meses de alzas el precio de la gasolina se acerca a los 12.000 pesos por galón, todavía está unos 5.000 pesos por debajo del internacional, y es aún mayor la diferencia en el caso del diésel. Como importamos una parte de la gasolina que se consume y a Ecopetrol se le paga el precio internacional, alguien tiene que cubrir la diferencia, y ese alguien es el presupuesto nacional a través del Fondo para la estabilización de precios de los combustibles (FEPC).

El hueco del FEPC es enorme. El año pasado acumuló un déficit de 26,4 billones de pesos (2,2 % del PIB) y este año va a generar uno de similar tamaño. Esto es más que lo que se espera recaudar con la reforma tributaria y está absorbiendo recursos del presupuesto nacional que se podrían utilizar para aliviar la pobreza de millones de colombianos. En 2023 el gobierno tiene que utilizar los 21 billones de pesos de dividendos que le entregó Ecopetrol para tapar parcialmente ese hueco.

Se podría argumentar que el aumento de precios de la gasolina y el diésel no es necesario en Colombia por dos razones: primera, porque tenemos una matriz energética muy “limpia” dado que el 70 % de la energía es hidroeléctrica, es decir renovable; y segunda porque los costos de producción del petróleo en Colombia son mucho menores que los precios internacionales.

Lo primero es una falsa ilusión. Es cierto que el 70 % de la energía eléctrica en Colombia se produce en hidroeléctricas, pero esta representa menos del 15% de la energía que se consume en el país, mientras que los combustibles fósiles todavía suministran el 75% de la energía utilizada. La razón, el alto consumo de combustibles fósiles en el transporte terrestre y aéreo, y la generación de electricidad en plantas térmicas.

De otra parte, pretender que a Ecopetrol se le pague menos por los combustibles que produce es tapar un hueco abriendo otro. El presupuesto nacional no tendría que pagar el déficit del FEPC, pero Ecopetrol tendría menos ingresos y por lo tanto menos utilidades para entregarle dividendos al gobierno. De manera que subir los precios de los combustibles no es ninguna política neoliberal impuesta por el FMI, sino un mecanismo necesario para aumentar los recursos disponibles del gobierno para la misma TE.

Los dilemas de la transición energética

La TE es una tarea compleja y mucho más si lo que se quiere es un transición energética justa (TEJ), es decir, que no solo busque reemplazar los combustible fósiles sino que además aspire a suministrar energía limpia y accesible a millones de colombianos que están desconectados de la red eléctrica nacional o que todavía cocinan con leña.

Son varios los dilemas que enfrenta esta tarea. En primer lugar, es claro que reducir el subsidio al precio de los combustibles tiene un impacto negativo en la inflación. Para mitigar este impacto en los bienes de la canasta familiar el gobierno ha retrasado el ajuste en el precio del diésel, pero es inevitable que lo haga.

Si decidiera dar prioridad al control de la inflación y dejara aumentar el déficit del FEPC, el gobierno vería reducidos sus recursos, lo cual limitaría sus posibilidades de desarrollar otros programas de la TEJ como el de asegurar el suministro de energía a toda la población.

Finalmente hay que mencionar que la TEJ es costosa y requiere cuantiosos recursos. Son millonarias, y en dólares, las inversiones necesarias para montar plantas de energía solar o parques eólicos. Mucho más todavía para la producción de hidrógeno verde o blanco, aunque se espera que en unos años se abaraten las tecnologías de electrólisis para este combustible.

¿De dónde van a salir los recursos para estas cuantiosas inversiones? Esta es la gran paradoja de un país como Colombia: para combatir el cambio climático y hacer la transición energética se necesita consumir menos petróleo, pero para lograrlo se necesita producir más petróleo.

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