La frontera de posibilidades se expandió exponencialmente. Hoy, día a día aparecen nuevas aplicaciones para la Inteligencia Artificial (IA) cada vez más sorprendentes, haciendo en extremo sencillas tareas que antes requerían horas de trabajo y conocimientos especializados: investigar un tema, editar una fotografía, hacer una traducción, diseñar una página web. Incluso escribir código, analizar mercados financieros o hacer la locución de un video.