El profesor Pompilio Iriarte es capaz de inspirar sus aclamadas décimas en las más prosaicas fuentes. En esta ocasión lo hace en el concurso de imitadores “Yo me llamo”. He aquí su veredicto y un consejo final a pie de urna.
¡Se tevé la lágrima!
El joven Sergio Moscoso
se llama Leonardo Favioo m
en Yo me llamo. Su labio
patético y tembloroso,
les deja el ojo aguanoso
a Escola, Yeison y Amparo.
A palo seco o con guaro,
con ellos Colombia entera
berrea como ternera
su nostalgia y desamparo.
El buen Sebastián Bolívar
imita a Carlos Gardel.
Canta tangos a granel,
algunos llenos de almíbar
otros, ay, de amargo acíbar.
Con él también lagrimean,
suspiran, lloran, moquean
Amparo, Yeison y Escola.
Amparo mueve la cola,
Gardel también la menea.
Don Alejandro León
se llama Camilo Sesto.
Con su dulzura y su miel
provoca piloerección
a la diva. Con su gesto,
le eriza toda la piel,
los vellitos y los vellos,
le pone piel de gallina.
Se pasa el dedo, ¡qué fina!,
del tobillo a los cabellos.
Vale la pena aclarar
que el triunfador fue Camilo.
Qué habilidad y qué estilo
para llorar y llorar.
No se puede asimilar
la balada a la bobada;
la canción almibarada
no es de segunda, es de quinta:
mucho llanto, mucha tinta,
y de aquello, casi nada.
Don Klinsmann Moncada Rozo
el gemelo de Maluma,
le revuelve la totuma
a nuestra actriz. Aquel mozo
de chiverita y buen bozo,
de tonto no tiene un gramo.
Yo lo aplaudo, yo lo aclamo.
El joven imitador
por poco es el ganador
del concurso Yo me llamo.
La Colombia sensiblera,
llorona y sentimental,
la Colombia parroquial,
provinciana y patriotera,
la patria veintejuliera,
amante del reguetón,
del fútbol, del novelón,
hoy, día de la consulta,
deje de hacerse la estulta,
mire bien el tarjetón.
Pompilio Iriarte
13/03/2022.
