Luis Alberto Arango
4 Marzo 2022

Luis Alberto Arango

Las interminables mentiras de Putin

Un escrito de Putin de julio de 2021 es la clave para explicar su invasión a Ucrania y todas las mentiras para justificarla.

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El autoritarismo que rige la Federación de Rusia se desmorona porque está construido sobre falsedades y mentiras que tarde o temprano saldrán a flote y destronarán a Vladimir Putin, quien amparado en el partido político Rusia Unida ha gobernado como una autocracia con supermayoría legislativa desde 2007.

Para muchos será llamativo, pero las empresas van a cumplir un rol determinante para tumbar la autocracia rusa. Putin cumplirá 70 años el próximo 7 de octubre. En 2020 reformó la Constitución rusa para prolongar su poder hasta 2036. Es decir que cumplirá 84 años cuando termine finalmente su estadía en el Kremlin. Pero antes tendrá que ratificar su presidencia en unas elecciones en 2024.

“Ucrania reformó su Constitución en 2019 para incorporar una decisión estratégica trascendental: la de convertirse en miembro de la Otan y de la Unión Europea”.

Su estrategia es clara. Para mantener su figura de poderoso gobernante necesita validarse periódicamente como el hombre que es capaz de enfrentar la guerra o las más duras calamidades. Sobre todo, antes de elecciones. Su nacionalismo y el revisionismo histórico que ha hecho desde que llegó al poder han sido sus caballos de batalla para amparar sus atropellos. La autocracia y el control de la información han sido sus mejores aliados. Los asesinatos y envenenamientos de oponentes, encarcelamientos a críticos y violaciones de derechos humanos han destacado su presidencia.

Circula la infundada idea de que Ucrania rompió acuerdos con Rusia en los que se comprometía a no entrar a la Otan y a no ser parte de la Unión Europea. Pero la realidad es distinta. En febrero de 2019, dos meses antes de que el actual presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, ganara las elecciones presidenciales, el poder legislativo ucraniano reformó su Constitución en votación 334 a 17 para incorporar una decisión estratégica trascendental: la de convertirse en miembro de la Otan y de la Unión Europea –numeral quinto del artículo 85 de la Constitución de Ucrania–. Por lo tanto, cualquier presidente de Ucrania debe llevar a cabo ese mandato constitucional.

Si a Putin le molestaba esa decisión soberana del pueblo ucraniano, podía lamentarse y vociferar. Pero su molestia no le daba ningún derecho a entrar por la fuerza a Ucrania. Sin embargo, no tardó en encontrar suficientes excusas para invadir a su país vecino.

Desde que comenzó la pandemia del covid-19, Putin no se sienta a menos de cinco metros de sus visitantes y funcionarios más cercanos. Es evidente su temor a enfermarse. En sus meses de aislamiento debido al covid-19, se dedicó a investigar fuentes abiertas y seguramente visitó constantemente la biblioteca del Kremlin para procesar sus ideas totalitaristas y autoritarias. El resultado fue un documento de su autoría que tiene aproximadamente 6.900 palabras –en su versión en inglés–. Se titula 'Sobre la unidad histórica de rusos y ucranianos'.

Logré encontrarlo, gracias al sistema de caché de Google pues el sitio web del Kremlin estaba caído, seguramente debido a ataques de Anonymous o del nuevo ejército cibernético que creó el gobierno de Ucrania con ocasión de la invasión de Rusia a su territorio.

El escrito de Putin está fechado julio de 2021 y fue ampliamente difundido en todo el Kremlin y en las filas de las fuerzas armadas rusas. Peter Dickinson, editor de Atlantic Council –un centro de pensamiento de asuntos internacionales– lo analizó en ese mismo mes de julio y señaló que la publicación de Putin había alentado las especulaciones de que pronto escalaría sus hostilidades hacia Ucrania. No se equivocaba.

“La agencia estatal rusa RIA Novosti publicó, en la mañana del 26 de febrero, un escrito que daba cuenta de que Ucrania ya era de Rusia. El escrito fue desmontado minutos después”.

El manifiesto hace un recuento de la historia de Rusia, acusa a Lenin y a los bolcheviques de regalar el territorio gracias a sus experimentos sociales atendiendo la ideología política leninista. Y que ellos robaron a Rusia. Que la Ucrania moderna es producto de la era soviética y que su independencia en 1991, fue legal –pues la Constitución lo permitía– y que su autodeterminación para ser país había que respetarla. Claro está, siempre y cuando fuera en los términos que señalaba Putin –así lo indica en su escrito–.

Esos términos son simples. Ucrania solo podía ser aliado de Rusia por razones históricas, culturales y sociales. Y que cualquier intención de Ucrania que no atendiera a esa realidad sería condenada por Rusia. Pues Ucrania y Rusia eran una sola.

Hay más justificaciones y razonamientos en el documento de Putin para explicar que Ucrania se estaba apartando de la Rusia de Putin. Termina el escrito diciendo que, si bien se podría notar algo de hostilidad en sus palabras, solo tenía unos pensamientos finales que decir: que Rusia jamás sería antiucraniana y que el destino de Ucrania lo deberían decidir sus ciudadanos. Vaya mentira.

Nunca antes y con posterioridad a la Segunda Guerra Mundial un país había invadido a otro solamente por el capricho de anexarlo, excusándose en argumentos históricos e inventándose enemigos inexistentes.

A partir de ese momento, Putin adelantó una decidida campaña de desinformación en todos los frentes posibles. En el internacional a través de sus medios de propaganda y en el interno informando a sus ciudadanos que Ucrania estaba atacando a los rusos en ambos países y que era un peligro para Rusia. También adelantó una campaña de desinformación en Ucrania, enviando cientos de saboteadores rusos para preparar el terreno para una invasión militar.

Ante el mundo negó que fuera a invadir a Ucrania, en Rusia manifestó que de intervenir en Ucrania sería apenas con una operación militar y así lo sigue diciendo, a pesar de las evidentes pruebas de que su operación militar es hoy una guerra que está destruyendo a las principales ciudades de Ucrania. Hoy Putin prohíbe a los medios de información rusos decir que hay una guerra.

Él mismo se creyó su escrito como verdad absoluta de que Ucrania y su población se habían descarriado por culpa de un gobierno corrupto y antinacionalista. Estaba seguro de que llegar a Kyiv y tomarse Ucrania iba a ser sencillo. Y que en dos días el país sería suyo.

“Hoy Putin prohíbe a los medios de información rusos decir que hay una guerra”.

De hecho, la agencia estatal de información rusa RIA Novosti publicó en su sitio web, el sábado 26 de febrero a las ocho de la mañana –hora de Moscú– un artículo dando cuenta de la victoria de Rusia sobre Ucrania y que a partir de ese día la dimensión del poderío ruso tendría una nueva connotación, pues ahora habría tres estados rusos unidos: Rusia, Bielorrusia y Ucrania. El artículo lo desmontaron minutos después. Era propaganda preparada, pues pensaban –como lo pensó Putin– que en dos días estaba resuelto el asunto.

A los soldados rusos les dijeron que iban a desarrollar unas actividades de entrenamiento. Les mintieron. Al pueblo ruso le insisten en que Rusia está tan solo haciendo una operación militar necesaria para devolverle el rumbo a la descarriada Ucrania. Les mienten. Que los ucranianos los están recibiendo con flores y aplausos. Siguen mintiendo. Y al mundo entero le venden su narrativa antiOtan y que los malos son el resto de los países. Continúan mintiendo.

Desestimó el arraigado sentimiento soberano del pueblo ucraniano y su capacidad de defensa. A Putin se le salió de todo cálculo y previsión el revés que están sufriendo en Ucrania y que no se compadece en absoluto con las mentiras que construyó y que sigue sosteniendo para justificar su ideología autoritaria. Ahora amenazan con su poderío nuclear a quien quiera entrometerse. El poderío y supremacía rusa sobre Ucrania hará que Ucrania caiga tarde o temprano. Difícil que suceda lo contrario.

El papel de los gobiernos de México, Nicaragua, Venezuela y Brasil ha sido vergonzoso dando su apoyo a Rusia. Para ellos está bien tomarse un país vecino por la fuerza. No importa si es una democracia. Capítulo aparte merecen los políticos colombianos que no han condenado lo que está haciendo Rusia. Esa es otra historia.

“Sus mentiras no serán sostenibles y ese será el fin de Putin y de su gobierno autocrático”.

Fiona Hill, una de las más reconocidas expertas en política rusa y funcionaria de varios gobiernos de Estados Unidos, señala que las empresas serán claves para tumbar a Putin. Las fuertes sanciones internacionales solo se podrán fortalecer cuando las empresas que hacen operaciones en Rusia se retiren amparadas, al menos, en los criterios ESG (Enviromental, Social and Governance) que ahora lideran las decisiones de las grandes empresas en el mundo. Es decir que, si tienen en cuenta sus políticas ambientales, sociales y de gobierno corporativo, no deberían estar haciendo ningún negocio en Rusia.

A la fecha han dejado de hacer negocios en Rusia empresas como Shell, BP, Apple, Ford, General Motors, Nike, Adidas, Boeing y Airbus, entre otras. Las seguirán muchas más si son consecuentes con sus políticas ESG. Eso generará aún mayor presión de aislamiento en Rusia, lo que ayudará a que el pueblo ruso conozca la verdad de las interminables mentiras de Putin.

Hoy la realidad tecnológica y de fluidez de información en tiempo real es casi imposible de evitar. Incluso para Rusia. Sus mentiras no serán sostenibles y ese será el fin de Putin y de su gobierno autocrático. Ojalá que después de Putin resurja una nueva Rusia, libre de caudillos totalitaristas y de un estado policivo.

“Si las empresas tienen en cuenta sus políticas ambientales, sociales y de gobierno corporativo, no deberían estar haciendo ningún negocio en Rusia”.

Lo que es un gran interrogante es si Putin cumplirá su amenaza de uso de su poderío nuclear. Incierto saberlo. Y allí los líderes del mundo deben hacerle frente con determinación. Hasta hoy han estado unidos como nunca lo habían estado antes. Entienden que ya no se trata de geopolítica, de intereses económicos o de cálculos electorales.

Se trata de que los países respeten la soberanía de los demás y que ninguna mentira en el mundo justifica que un gobernante tome la decisión de invadir a otro país, como si fuera un juego de niños, acabando con el orden mundial de comercio y político por un capricho autoritario.


Continúan las estafas a empresas suplantando a la Federación Nacional de Cafeteros y también a Cemex. Si usted conoce casos, por favor cuénteme.

columnaluisarango@gmail.com

 

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