Daniel Samper Pizano
17 Julio 2022 03:07 am

Daniel Samper Pizano

LA JEP DE LOS GRINGOS

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Dos procesos paralelos se cumplen de manera simultánea en Colombia y Estados Unidos. El primero es un empeño por avanzar. El segundo es fruto de un esfuerzo por retroceder.

En Colombia prosigue su marcha el sistema de Verdad, Justicia, Reparación y No Repetición. En Washington, el tema candela son las audiencias del 6 de enero de 2021, proceso que adelanta la Cámara de Representantes sobre la intentona de golpe de Donald Trump cuando procuró quedarse en el poder. Joe Biden había sido elegido dos meses antes y el Congreso debía ratificar su credencial el día señalado. Fue entonces cuando, emberracada por Trump, la horda ultraderechista quiso anular por la fuerza los resultados electorales.

Así como desfilaron ante la Comisión de la Verdad miles de víctimas, guerrilleros, militares, paramilitares, autoridades y ciudadanos de a pie, el Congreso norteamericano escucha los testimonios de decenas de exfuncionarios, comandantes de grupos armados y testigos de aquel nefando miércoles en que miles de feroces fachos asaltaron el Capitolio. En el afán por repudiar la elección de Joe Biden y mantener a Trump en la Casa Blanca la asonada dejó siete muertos, partes del edificio destrozado, pánico doméstico y estupefacción internacional. Lo vimos todos:

Los relatos son alucinantes. En eso nos parecemos. El líder de un grupo vengador conocido como los Guardianes del Juramento reconoce que de diversas maneras Trump convocó una “revolución armada” desde la célebre oficina oval. No fue una explosión popular súbita y espontánea. Ha quedado claro que desde semanas antes circulaban por las cloacas paramilitares órdenes de prepararse para “defender nuestro triunfo en las elecciones”. Falso argumento y falso triunfo, pues el grotesco magnate salió vencido. Gracias a una actuación valerosa del vicepresidente Mike Pence (hasta entonces bastante gris y asaz lagarto) la correa institucional siguió rodando.

Convocados por la comisión especial de la Cámara, varios colaboradores de Trump comprometieron en sus declaraciones al expresidente. De la actitud guerrera del jefe del Estado y pasiva del Gobierno habló una de sus consejeras. De su peligrosa situación mental informó un antiguo ministro. De sus instigaciones incendiarias contaron caudillos paramilitares que acudieron a armar un 9 de abril el 6 de enero. Han aparecido documentos tan comprometedores como el borrador de un trino de Trump cuyo texto dice: “Pronunciaré un Gran Discurso a las 10 am del 6 de enero en la Casa Blanca. Por favor lleguen pronto, pues esperamos muchedumbres. Marchen luego hacia el Capitolio. ¡Detengamos el robo!”.

No existía tal robo electoral, por supuesto. Una mano sensata impidió que Trump enviara el trino y lo archivó. De allí lo desenterró la JEP gringa. Confirman las confesiones que el propio mandatario convocó, alentó y apoyó la jornada criminal. Un informe de The New York Times dice: “El expresidente tuvo un papel protagónico para atraer a Washington una multitud bajo el impulso de sus mentiras electorales y además dirigió el plan de atacar el Capitolio, pese a la opinión adversa de sus asesores más cercanos”. 

Aquel 6 de enero ganó Biden. Pero avanzó la derecha brutal que Trump representa, y, con ello, perdió el país. Desde entonces se asienta cada vez con más fuerza la catapulta regresiva que desdeña a las mujeres, discrimina a los diferentes, persigue a los inmigrantes y trabaja para los ricos. En las últimas semanas la imagen de Biden se desplomó, las fuerzas conservadoras desmontaron el derecho al aborto, obstaculizaron a los amigos del medio ambiente y acentuaron el ademán xenófobo. Existe la sensación de que, pese a todo, Trump no recibirá castigo alguno y en 2024 volverá a ocupar la Casa Blanca.

Confío en que no sea así y que, en materia de impunidades personales, retrocesos históricos e implantación antidemocrática, no nos parezcamos a Estados Unidos.

Ojos abiertos

Atención, porque el gobierno de Iván Duque sigue en el poder y procura inmiscuirse en mandato ajeno. Un indignante ejemplo es la extensión del periodo de la junta directiva de Ecopetrol para mantener presencia espectral del ivanato cuando este ya se haya ido. Hablamos de una trampa sin precedentes que insulta a los electores y encendió la única chispa de ofuscación del sorprendentemente tranquilo Gustavo Petro. “No nos reten”, advirtió el presidente electo ante la jugadita ruin. Deshacer el entuerto y cambiar la junta exige engorrosos procedimientos, términos y requisitos. El asunto, sin embargo, no es la zancadilla burocrática, sino el abuso incalificable del gobierno agonizante al pretender colar a Luigi Echeverry, preceptor de Duque, en esta y otras instituciones públicas.

Que abran bien un ojo los miembros del nuevo ejecutivo, pues aún les quedan al subpresidente y sus amigos veinte días y veinte noches de mando, tiempo más que suficiente para llenar las embajadas, suscribir contratos y repartir aguinaldos indebidos, como la feria de carros blindados, guardaespaldas, protección especial y pasaportes diplomáticos que montó la Casa de Nariño a favor de sus cuates y que costearemos los contribuyentes.

Es prudente que, al mismo tiempo, el otro ojo vigile ciertas entidades que se encuentran en modo venganza, dispuestas a trazar cicatrices imborrables en sus víctimas. Así ocurre con la prensa crítica, que en los últimos tiempos se ha visto sometida al asalto de la Fiscalía y otras oficinas que se pasean cimarronas cobrando lo que ellas consideran deudas. 

Recuerden: entre tramposos andamos.

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