Johana Fuentes
15 Septiembre 2022

Johana Fuentes

¿El cambio es con las mujeres?

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Una de las apuestas más importantes de Gustavo Petro durante su carrera a la presidencia –en especial cuando se vio amenazado por Rodolfo Hernández– fue el voto femenino, y para eso estableció compromisos que, además, quedaron consignados en uno de los capítulos con mayor relevancia de su plan de gobierno: El cambio es con las mujeres. Hoy, muchas de esas mujeres que confiaron en esas promesas se sienten traicionadas.

La manzana de la discordia tiene nombre propio: Cielo Rusinque y su nombramiento como directora del Departamento de Prosperidad Social (DPS). A Rusinque le llovieron críticas por su falta de experiencia para manejar una entidad con un presupuesto anual de 23 billones de pesos, algo que no sorprende porque anteriormente también le entregaron el DPS a los amigos del presidente de turno –otra cosa que el gobierno del cambio no cambió–. Sin embargo, lo que más molestó a las mujeres que confiaron en el proyecto político de Petro es que se incumpliera lo pactado en campaña, ya que se había dicho que el DPS sería absorbido por el Ministerio de la Igualdad, que quedaría en cabeza de Francia Márquez y a quien poco se le ha visto desde el 7 de agosto.

Eso no es lo más grave. Las feministas que estuvieron con el presidente, cuando aún era candidato, en un debate realizado por más de 30 organizaciones, decidieron firmar una carta para rechazar dicho nombramiento. Hasta el momento han conseguido más de 900 firmas. Algunos de los argumentos expuestos señalan que Cielo Rusinque no debería estar al frente del DPS porque ha estigmatizado y hostigado a víctimas de violencia sexual.

Esto hace referencia a dos episodios en particular: la nueva directora de Prosperidad Social asesoró jurídicamente al profesor Fabián Sanabria –que tiene pendiente un juicio en la Fiscalía por acceso carnal violento–. Según este grupo de mujeres, Rusinque no solo le brindó asesoría a Sanabria, sino que atacó y revictimizó a quienes dieron su testimonio en ese caso y calificó esas denuncias como una “campaña de desprestigio, difamación y calumnia sin ningún asidero probatorio”.

El otro episodio es el respaldo que le dio a la candidatura de Hollman Morris a la Alcaldía de Bogotá, pese a tener señalamientos por violencia intrafamiliar y acoso sexual. Rusinque fue una de las 98 mujeres que en su momento firmó una carta de apoyo a Morris y también tildó las acusaciones como una campaña de desprestigio.

Esta semana, en una entrevista en W Radio, Rusinque se defendió diciendo que han tergiversado sus posturas: “No he sido defensora del profesor Fabián Sanabria ni de Hollman Morris, sino que traté de brindarles a esos presuntos abusadores la posibilidad de defenderse en el estado social de derecho”.

Negó que hubiese perseguido en algún momento a las víctimas, y anunció acciones legales en contra de quienes han manifestado lo contrario, es decir, más de 900 personas.

Eso no es todo, agregó que debía ser la justicia la encargada de actuar en los casos de Sanabria y Morris: “Hay que dejar que la justicia se encargue de evaluar lo que le corresponde. No podemos erigirnos como tribunales ad hoc cuando no hay pruebas contundentes”. El punto es que ella sí tomó posición en ambas ocasiones. Su posición fue a favor de los presuntos agresores.

Las barreras que enfrentan en Colombia las víctimas de violencia sexual y de género no son menores y el gobierno de Gustavo Petro se comprometió a erradicarlas. El nombramiento de Cielo Rusinque no solo va en contra de esos compromisos, sino que es una cachetada para las víctimas.

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