Voy a marchar este domingo 21, e invito a todos los colombianos a que se sumen, con el objetivo de enviarle un mensaje fuerte y claro al presidente Petro: no toleraremos ninguna decisión suya que irrespete nuestra democracia.
En las elecciones presidenciales pasadas voté en blanco porque ninguna de las opciones finales me parecía conveniente para el país. Pero, reconociendo la legitimidad del resultado, le di un compás de espera al nuevo gobierno, con la esperanza de que su agenda progresista fuese puesta en marcha de manera sensata, serena y pragmática.
Esa ilusión se ha ido desvaneciendo en los pasados 20 meses. Salvo en la negociación de paz con el ELN, proceso que me parece que ha sido bien conducido, el gobierno nacional ha acumulado muchos errores- por acción u omisión. Sin embargo, lo más grave, lo que me induce a protestar en las calles, es que el presidente Petro está mostrando con mayor frecuencia e intensidad un talante autoritario que pone en riesgo a nuestra democracia.
Dice el primer mandatario que no debemos preocuparnos por la forma sino por el fondo de los asuntos públicos. Pero es que la democracia consiste precisamente en una serie de procedimientos e instituciones que establecen unas reglas que el propio Petro juró acatar el día de su posesión.
Mi alarma personal sobre el presente y futuro de nuestra nación ha pasado de amarillo a rojo. Por eso creo que es indispensable que millones de ciudadanos marchemos este domingo; el gobierno entero, comenzando por su cabeza, debe comprender que no pueden hacer lo que se les antoje con nuestra Constitución y demás normas y procesos.
Ojalá ese poderoso mensaje que invito a transmitirle a la cúpula del poder ejecutivo logre que el presidente Petro y su equipo de alto nivel recapaciten sobre sus intenciones y métodos. Todavía se puede evitar una gran crisis nacional que precipitarían el presidente, sus ministros y otros funcionarios que tienen grandes responsabilidades, si no entran en razón. Aún es posible intentar un Acuerdo Nacional -como tanto ha insistido, acertadamente, el senador Cepeda-, al menos en algunos asuntos fundamentales.
Hay que hacer reformas, eso lo reconocemos la gran mayoría de personas. En materia de salud, pensional, laboral y de justicia. Pero esos cambios deben ser producto de análisis técnicos profundos -conservando lo bueno y modificando lo que es necesario corregir, no guiados por ideologías ni fanatismos. Además, como se debe hacer en una democracia plena, buscando el mayor consenso posible- uniendo, no dividiendo.
El 21 puede ser una de esas fechas claves que hacen historia. Espero que lo sea, para bien de todos los colombianos. ¡A marchar por la democracia!
