Joaquín Vélez Navarro
17 Abril 2024

Joaquín Vélez Navarro

¿Cuál es el pueblo de Petro?

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El pasado domingo en una entrevista con José Manuel Acevedo, el presidente Petro insistió en la necesidad de convocar al pueblo para que modifique la Constitución y así el país pueda cambiar. Para el presidente, como lo ha venido sosteniendo en múltiples oportunidades, el Congreso ha traicionado la voluntad popular al no aprobar sus reformas. Todo empezó con el archivo de la nefasta reforma a la salud. A partir de ahí, el presidente salió a acusar a los senadores de estar cooptados por lo que él llama unas “elites corruptas”. En nada tiene que ver que a estos congresistas les haya parecido que este proyecto era nocivo, inconveniente e inconstitucional. No. Los votos de los senadores (¡y de cualquiera que se oponga!), solo responden a los intereses de ese sector minoritario de la población que, de acuerdo con él, es criminal, corrupto y no quiere perder sus privilegios. 

Como Petro no ha podido lograr sus objetivos políticos por su terquedad, falta de consenso e ineptitud política, quiere saltarse las formas para lograr el fondo. Y así lo dejó claro en la entrevista del domingo, en donde dijo que primero iba el contenido y después sí las formas. Manipula, además, diciendo que cualquier cosa que él quiera se puede y se debe hacer, porque es lo que el pueblo quiere, ya que así lo mostraron las urnas.

El concepto de “pueblo” es confuso. A pesar de esto, el abuso del uso de este término es bastante común por parte de lideres demagógicos y populistas. Es también habitual que estos mandatarios crean, o lo hagan solo con el propósito de manipular, que cuentan con el apoyo del pueblo. La realidad, sin embargo, es otra. Haber ganado unas elecciones no hace que una persona cuente con un cheque en blanco para hacer lo que quiera, y mucho menos que el pueblo lo apoye. En el caso de Petro, lo único que podemos afirmar es que la gran mayoría de los colombianos no apoyó su proyecto político en el 2022. Si miramos los resultados de la primera vuelta, que son los votantes que realmente quieren que un candidato sea presidente y no lo hacen por votar en contra de otro, solo alrededor del 15% de la población del país votó por Petro. No hay certeza, por tanto, de qué es lo que quiere la gran mayoría, es decir, ese 85% restante. Tenemos claro que algunos no apoyaban para nada al presidente, pues votaron por otros candidatos. Pensar, por ende, que por ganar se cuenta con el apoyo popular es tenerse mucha confianza. Más cuando en la mayoría de las encuestas que se han realizado, el presidente resulta ser más impopular que popular. Además, por más abrumadora que hubiera sido la victoria (aunque no lo fue), limitar la voluntad del pueblo a un momento, es decir, a la fecha en la que ocurrieron las votaciones y cuando Petro resultó electo, es pensar que su voluntad no puede cambiar o transformarse. Lo que muchos pensaban en ese momento, puede que ya no lo piensen. Muchos, como por ejemplo María Jimena Duzán, ya se han mostrado arrepentidos públicamente por su voto. El proyecto político del cambio, que de esto poco ha tenido, los decepcionó.  

Las afirmaciones de Petro sobre el supuesto apoyo popular son, en consecuencia, delirantes e inexactas. Y una buena forma de mostrarle que una gran parte de lo que él llama “pueblo” no lo apoya, ni a gran parte de sus reformas, es marchando este domingo 21 de abril. Entre más personas salgan, menos argumentos tendrá para seguir apelando a la convocatoria de una constituyente popular.  

Lo triste y preocupante es que, aunque salga a marchar una abrumadora mayoría, por la ceguera y falta de autocrítica del presidente, es difícil que este reconozca una derrota, enderece el rumbo, llegue a verdaderos consensos y de ahí surjan las tan necesarias reformas que este país necesita. Más cuando seguramente Petro va a estigmatizar a todos los marchantes de idiotas útiles utilizados por esas nefastas élites corruptas. ¡Qué impotencia! 
 

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