Rudolf Hommes
14 Abril 2024

Rudolf Hommes

Cómo responder al populismo

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Refiriéndose a un descubrimiento que hizo Cecilia López sin estarlo buscando, concluye ella que lo que está haciendo nuestro presidente es lo mismo que hicieron Chávez, Putin, Erdogan, Evo Morales, Trump, López Obrador, Bukele y Viktor Orbán en esta época (ver ¿Esta emergiendo un nuevo populismo democrático en Colombia? El Tiempo, 7-4-2024), y en el pasado Napoleón III, Mussolini y Hitler, para mencionar a unos pocos. Todos ellos parecen haber utilizado y seguido el manual para tomar ventaja de las libertades políticas e instituciones democráticas para dar golpes de Estado, duros o blandos, una vez han llegado al poder por la vía constitucional. A esta conclusión también han llegado varios analistas en Estados Unidos a raíz del intento de golpe que patrocinó Trump al final de su gobierno. Una organización no gubernamental de orientación liberal democrática ha financiado una investigación orientada a descubrir cómo sería más efectiva la oposición al populismo (Andrea Kendall-Taylor and Carisa Nietsche, “Combating Populism A Tool Kit for Liberal Democratic Actors”, Center for a New American Security (en-US)). A continuación, presento un resumen comentado de este este documento. 

Sus autores tienen claro que las estrategias y tácticas que utilizan los líderes populistas son una amenaza directa a la democracia liberal. Ellos ven al mundo como un enfrentamiento del pueblo inocente contra las élites supuestamente corruptas que ellos mismos promueven; se autoproclaman representantes del pueblo y ofrecen promover una ofensiva contra las élites con respaldo popular. La polarización hace que la gente esté dispuesta a tolerar los abusos de poder y a sacrificar libertades y derechos democráticos para mantener a sus adversarios lejos del poder. Es el caso del Partido Republicano en Estados Unidos que tolera y aclama los exabruptos de Trump con tal de mantener control del Congreso.

Para hacerle frente al populismo, no lo imiten, ni usen su lenguaje, y no vinculen la identidad con el partidismo (por ejemplo, no asociar indígenas, afrocolombianos, o “nadies” con el Pacto Histórico, o a los ricos con Centro Democrático o Cambio Radical). Adicionalmente es poco productivo tratar de "educar" a la población con argumentos que intentan cambiar sus posiciones. La investigación realizada por científicos sociales mostró que esos esfuerzos son generalmente estériles porque con ellos se logra que la gente se aferre a sus creencias.

Los populistas buscan crear una narrativa que enfrente al pueblo contra la élite supuestamente corrupta en su totalidad. Esta mendaz narrativa es corrosiva para la democracia porque les resulta muy atractiva a los que se sienten marginados o son pesimistas sobre el futuro. Una manera de enfrentarla es buscar un discurso incluyente que les reste partidarios. Pueden, por ejemplo, referirse a valores democráticos como la garantía de libertad de expresión y de movimiento, el acceso a trabajo, a salir de la pobreza en un futuro cercano y a servicios esenciales, incluidos salud, seguridad y educación, a igualdad entre géneros, a tolerancia, a responsabilidad civil; a la cooperación entre el Estado, la academia y las empresas; a escenarios futuros compartidos de prosperidad y armonía social. Los partidos populistas de extrema derecha o izquierda son atractivos porque proporcionan una visión engañosamente simple de cómo debería cambiar la sociedad. Por esa razón, estos partidos promueven la angustia y ansiedad sobre el futuro, crean deliberadamente incertidumbre y razones para tener miedo. Es lo que supuestamente ofrecen resolver pero no lo hacen.  

La alternativa es crear narrativas que generen confianza en el futuro, apacigüen y se comprometan a cumplir metas concretas que auguren un mejor panorama. Es indispensable que esas narrativas evoquen unidad o por lo menos tolerancia de la diversidad, armonía, seguridad, libertad, y justicia distributiva. Apropiarse del marco contextual o de la retórica del populismo es contraproducente porque contribuye a fortalecer y a ampliar el mensaje del adversario y debilita la narrativa democrática de tolerancia, libertad y respeto a las reglas y a los contrarios políticos.  

Es importante ser severo y enfrentar el populismo cuando predica falsedades o incurre en hechos o actitudes deshonestos o violaciones de la ley, pero cuando se va a inculpar a alguien, hacerlo con moderación, preferiblemente con pruebas. Es mejor acusar a individuos que al gobierno en general. 

Es preciso recordar que la culpa es la esencia central de la retórica populista. Como los populistas le atribuyen de oficio cualquier adversidad o fracaso a la élite supuestamente corrupta y neoliberal, situaciones como la de los camiones para La Guajira, las maletas llenas de dólares de Laura o su niñera, nombramientos diplomáticos cuestionables o indebidos, contratos a contribuyentes a las campañas, o las basuras de Petro en Bogotá no se deben dejar pasar. También hay que saber cuándo se admiten fallas propias, pero esas admisiones deben ser muy bien pensadas. Esto no quiere decir que los demócratas liberales no enfrenten responsablemente los casos que se presenten. 

Populistas que detentan el poder, como Viktor Orban  en Hungría o Erdogan en Turquía. apelan inteligentemente a los valores tradicionales de sus votantes, haciéndole un gesto el primero al catolicismo y el segundo al islamismo. Make America Great Again le ha dado mucho kilometraje a Trump.  Los demócratas también pueden apelar a valores cívicos, libertarios o a creencias seculares. Es muy frecuente que los populistas se valgan de teorías conspirativas e inexactitudes, fabriquen verdades a medias, y utilicen imprecisiones o falsedades en su discurso. Hay que entender que no vale la pena contestar a todas ellas, pero sí enfocarse en las que son más evidentes o descaradas. Las refutaciones serán más efectivas si se hacen apenas ha sucedido el hecho y si se utiliza una cifra, concepto o narrativa que las sustituya o las corrija. Los populistas describen la mayoría de los problemas que destacan como crisis que urgentemente requieren soluciones pero rara vez las ofrecen o las aplican. Solamente buscan culpables. La oposición debe insistir en que no basta con diagnosticar el problema y ofrecer formas de solucionarlo. 

Vamos a tener que vivir con el populismo en el futuro previsible. Los que se le oponen deben aprender a competir responsablemente y a contener sus efectos negativos con respuestas a desafíos contemporáneos, y prepararse para los del futuro.

*Traducción y fidelidad al mensaje de la fuente. 

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