Gabriel Silva Luján
5 Junio 2022

Gabriel Silva Luján

Sin espacio para la improvisación

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Apreciado señor presidente electo, me permito presentarle una síntesis de los asuntos que requieren su inmediata y urgente consideración.

Conformación del gabinete. Hay que definir la estrategia para la conformación del gabinete. Todo nombramiento lleva un mensaje. Alcanzar un balance entre lo político, lo regional y las expectativas de sus electores y de los dirigentes de la campaña, es complejo por cuanto esas dimensiones entrarán inevitablemente en conflicto.

Definición de la agenda legislativa. A la legislatura que se inicia el 20 de julio, con un nuevo Congreso fragmentado políticamente, le quedarán escasos cuatro meses para la consideración y aprobación de sus iniciativas legislativas.  La definición de la agenda legislativa no da espera. ¿Con quién y qué se va a pactar para la conformación de las mayorías parlamentarias necesarias para tramitar dicha agenda?

Revisión del presupuesto. El presidente Duque presentará el presupuesto general para 2023 buscando darle continuidad a los programas de su administración. Ese presupuesto irá en contravía del programa que triunfó en las urnas. Es necesario preparar un presupuesto alternativo que reasigne el gasto y la inversión públicas en función de las nuevas prioridades.

Situación fiscal. El gobierno Duque deja una compleja situación en las finanzas públicas con un hueco fiscal de dimensiones crecientes, un endeudamiento externo e interno desbordados y decisiones críticas aplazadas. El subsidio a la gasolina, las pensiones a cargo del erario, los intereses a la deuda externa e interna, la expansión burocrática y del gasto en estos cuatro años, la proliferación de subsidios en pandemia y su perpetuación, contribuyen de manera significativa a dicho déficit.

Reforma tributaria. El consenso de los analistas es que se hace inevitable una profunda reforma tributaria. El presidente tendrá que decidir si utiliza parte de su capital político para impulsar dicha reforma. De no hacerse nada en materia del desequilibrio fiscal no será posible recuperar el grado de inversión que se perdió en la administración Duque y se rebasará la regla fiscal generando más inflación y una mayor pérdida de credibilidad de Colombia en los mercados internacionales.

Hambre. Más de la mitad de la población colombiana experimenta inseguridad alimentaria y cerca de veinte millones de personas no pueden acceder a tres comidas diarias. Esta situación se ha agravado con la exacerbación de la inflación durante este gobierno. La masiva proliferación de subsidios ha sido insuficiente para frenar el deterioro de la situación nutricional de los colombianos.

Inflación. Las medidas macroeconómicas necesarias para reducir la inflación han generado una reacción contra la independencia del Banco de la República. Además, se pide que la autoridad monetaria haga créditos para financiar los nuevos programas. El gobierno tendrá que escoger entre defender la independencia de la Junta del Banco o torcerle el pescuezo para obtener financiación monetaria del gasto público que contribuirá a acelerar la inflación.

Seguridad. La situación de orden público experimenta uno de los peores momentos en la historia reciente. El gobierno hereda una fuerza pública altamente politizada dado que el gobierno Duque le permitió al uribismo penetrar ideológica y doctrinariamente a los militares. La política de ascensos de Duque no premió la meritocracia sino la lealtad ideológica. El nuevo presidente tendrá que tomar decisiones delicadas sobre la reconstitución de los altos mandos garantizando el perdido acatamiento a la autoridad civil.

Relaciones internacionales. El país en materia internacional se encuentra en una situación de debilidad, irrelevancia y conflictividad que amenaza seriamente el interés nacional. La crisis geopolítica incrementa las amenazas externas. La reapertura de relaciones con Venezuela es compleja y va más allá de designar un nuevo embajador.

De este incompleto recuento de los desafíos urgentes que tendrá que enfrentar el presidente que elegiremos el próximo 19 de junio se desprenden dos conclusiones: primero, el mandatario enfrentará desde el día siguiente de su elección una cascada de severos desafíos en todos los órdenes de la vida nacional. Y, segundo, que el hombre no tendrá mucho margen de error. Más vale que no nos equivoquemos nosotros al elegirlo.
 

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