Gabriel Silva Luján
12 Junio 2023

Gabriel Silva Luján

Cese al fuego y seguridad nacional

Entre aquí para recibir nuestras últimas noticias en su WhatsAppEntre aquí para recibir nuestras últimas noticias en su WhatsApp

La mayoría de los presidentes, además del propósito de administrar bien el país, siempre llevan en su corazoncito un gran sueño, que es al que le asignan sus desvelos, sus mayores energías y sus recónditas ilusiones. Es esa meta con la que esperan pasar a la historia. Esa obsesión, desafortunadamente, es también la que generalmente los lleva a cometer sus peores equivocaciones.

Aunque las reformas sociales se han robado el show en los primeros diez meses de gobierno, al examinar las actitudes, los discursos y los tuits del primer mandatario salta a la vista que la paz total es la presea dorada con la que Petro quisiera coronar su mandato. Anhelar fervientemente la paz no es un pecado, quizás es más bien una virtud. Sin embargo, al hacer explícito que todo su futuro político y su lugar en la historia dependen de mostrar resultados que se puedan percibir como avances hacia la paz, Petro le ha otorgado un poder negociador inmenso a la guerrilla y al crimen organizado.

En este contexto las negociaciones con el ELN son el mejor ejemplo. El “Cese al Fuego de Carácter Bilateral Nacional y Temporal (CFBNT)” que se firmó en La Habana con la presencia del presidente Petro, esconde uno de los más graves golpes en décadas a la seguridad nacional. Las concesiones que otorgó el gobierno en ese acuerdo desembocarán en un muy corto plazo en un fortalecimiento sin precedentes en la historia de esa organización guerrillera.

Hay que tener en cuenta que desde enero de este año, cuando el gobierno decretó unilateralmente un cese al fuego con múltiples organizaciones, la fuerza pública adoptó un modo pasivo operando bajo talanqueras y restricciones significativas. La falta de claridad en el Ejército y la Policía sobre el alcance de ese decreto favoreció al ELN durante todos estos meses, fortaleciendo el apertrechamiento, la consolidación territorial y el reclutamiento. Dado que el acuerdo de la semana pasada entrará en vigor posiblemente en agosto es de presumir que se mantendrá esa actitud pasiva por parte de las fuerzas armadas.

Teniendo en cuenta esos antecedentes es de esperar que el ELN, durante el periodo de transición del nuevo acuerdo, continúe con sus actividades criminales como lo hizo durante estos seis meses. También es esperable que uno de los resultados sea la consolidación del control sobre las economías ilegales aprovechando el cese al fuego para desplazar otros grupos armados y criminales. Detállese que en el acuerdo recientemente firmado lo que se suspende son las operaciones entre las partes, es decir entre la fuerza pública y la guerrilla, no las del ELN con los demás grupos. El Estado será entonces un convidado de piedra observando cómo este grupo se toma los territorios, comunidades y negocios ahora controlados por sus organizaciones enemigas.

Como lo han dicho los propios dirigentes del ELN, las “operaciones de finanzas” no están suspendidas. Esto quiere decir que el secuestro, la extorsión, los impuestos ilegales y el narcotráfico no cesarán hasta que se “pongan de acuerdo” sobre ese punto. Tampoco existe ninguna referencia en el documento sobre compromisos de abandonar las economías ilegales por parte de la organización guerrillera. Esto llevará con bastante probabilidad a que en poco tiempo tengamos a una guerrilla con unas capacidades económicas excepcionales, las que se traducirán en un inmenso poderío militar.

Es igualmente preocupante que el gobierno aceptó, en el artículo 2 del acuerdo CFBNT, suspender las operaciones de inteligencia sobre el ELN. Según esta concesión, el Estado renuncia a su deber de conocer e investigar las actividades de este grupo mientras dure el cese al fuego. El resultado bien podría ser que en el escenario de un rompimiento -situación bastante plausible- la fuerza pública y las autoridades entrarán a combatir al ELN a ciegas sin tener conocimiento alguno sobre las capacidades, despliegue de fuerzas, informantes, armamento, finanzas, posiciones y objetivos.

Los protocolos, los mecanismos de verificación, la protección de los derechos de los ciudadanos y las comunidades, no pasan de un mero enunciado en el acuerdo que comentamos. Es decir, el cese al fuego se pacta sin siquiera tener la más mínima idea concreta sobre cómo se ejercerá la protección de la población civil o cómo se verificará, sancionará o se actuará en los casos de incumplimiento. Finalmente, el carácter “nacional” de este acuerdo de cese al fuego implica que también cobija a militantes, colaboradores y milicias urbanas del ELN. Es decir, estos brazos terroristas de la guerrilla que operan en las ciudades estarán en capacidad de mantener sus actividades de extorsión, sicariato, microtráfico y financiamiento sin restricción alguna.

La gran ironía es que el anhelo ferviente que tiene el presidente Petro de pasar a la historia como el mandatario de la paz, lo puede llevar más bien a que sea recordado como otro de esos presidentes cuyos esfuerzos de reconciliación no pasaron de ser un simple preludio eufórico a la guerra total.

Conozca más de Cambio aquíConozca más de Cambio aquí

Más Columnas