Se mueren los pelicanos en la isla Gorgona. Unas seiscientas cincuenta de estas aves han sido encontradas muertas, informan los medios nacionales. Debido a ello se ha ordenado el cierre de la isla y se ha declarado una cuarentena para “salvaguardar la vida e integridad de los ecosistemas, las comunidades y los visitantes del área protegida, según lo anunciado por Parques Nacionales”. Los biólogos atribuyen estas muertes a un brote de influenza aviar. En otras regiones como el Caribe también han muerto en años recientes numerosos pelicanos. Algunos investigadores creen que este fenómeno tiene un carácter cíclico y se ha repetido por décadas, pero ahora se dispone de más registros de dichas muertes. Vale la pena preguntarnos ¿quiénes son los pelicanos?
Los pelicanos fueron, según antiguas narraciones, los pescadores primigenios. Ellos conocían las distintas artes de pescar, pero carecían de redes. En un tiempo mitológico las redes de pesca se encontraban exclusivamente en poder de una estrella llamada Simiriyuu. La humanidad, que era la forma universal de todos los seres vivientes, soñaba con tener esas redes. El pelicano, llamado Yorija, fue hasta donde pescaba la estrella en el norte de la Guajira. El ave las pidió en préstamo con la promesa de devolverlas a su dueña. Su intención real era apropiarse de ellas. Pasado un tiempo sin que el ave le devolviera las redes el astro le buscó en todo el litoral y le encontró cerca de Camarones. Yolija, sin embargo, para evitar devolverlas a su dueña, engulló las redes y las guardó en su pico. Desde entonces, el pico de los pelicanos es su parte inferior tiene la forma abultada con que actualmente le vemos.
El resultado de esa acción fue la adquisición de las redes por parte de los pescadores humanos. Ese acto fue el inicio de una relación antagónica entre la estrella y los pelicanos que se mantiene hasta hoy. Esta arroja piojos y vientos cuando los pelicanos vuelan en formación y ello explica en la cosmología indígena porque periódicamente mueren estas aves marinas. Desde entonces los pelicanos son vistos por los wayuu como consumados ladrones y como mentirosos incorregibles. Fingen estar pescando y se zambullen ruidosamente, pero emergen de las aguas sin ningún pez en su boca. Cuando se acercan sigilosamente a sus embarcaciones los pescadores dejan que hurten algunos pequeños peces. Tomarlos furtivamente, y no recibirlos como obsequios de los humanos, les produce a estas aves una inmensa satisfacción.
Esta historia explica cómo los bienes culturales son regalos de héroes o figuras semidivinas a la humanidad, o como sucedió con el fuego y con las redes de pesca, son el resultado de hurtos a distintos seres míticos. Como lo ha afirmado Eduardo Viveiros de Castro, en el pensamiento de algunas sociedades amerindias la naturaleza no es el resultado de la creación sino de la transformación. En contraste, la cultura es producto no de la invención sino de la transferencia.
Cada cierto tiempo se mueren los pelicanos. Las autoridades ambientales toman las acostumbradas restricciones y cuarentenas. Vuelve entonces la recurrente pregunta ¿Por qué mueren los pelicanos? y los pescadores responden: “Porque desde el inicio de los tiempos los mata una estrella”.
---
