Sebastián Nohra
27 Junio 2023

Sebastián Nohra

El monopolio de Satena en Venezuela

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La idea de volver a tener relaciones diplomáticas y comerciales fluidas con Venezuela ha sido de las pocas iniciativas de este gobierno que han tenido pleno consenso. Iván Duque llevó al extremo del ridículo su política de cero relaciones, al punto de que le pidió la extradición de Aida Merlano a Guaidó. 

Mientras la dictadura cae, es deseable que el gobierno les garantice servicios consulares y protección a los colombianos que viven en Venezuela y logre tejer la confianza perdida. En esa búsqueda, la primera piedra y base de una nueva era de relaciones bilaterales es restablecer el mercado aéreo. 

Sin rutas permanentes y tarifas competitivas es imposible tener relaciones estrechas. Volver a abrir los cielos con Venezuela ha sido un proceso bastante lento. La primera aerolínea que tenía todo listo para prender motores era Wingo. En octubre de 2022 vendió por dos semanas tiquetes Bogotá-Caracas entre 200-220 dólares, pero el Inac (Autoridad Aerocivil de Venezuela) le negó la licencia de comercialización por “razones de reciprocidad”, pues Colombia no autorizó -ni puede hacerlo- a la aerolínea estatal Conviasa, por estar vinculada a la lista Clinton. 

Nuestras empresas no pueden tener relaciones con Conviasa o sino serían multadas por Estados Unidos. A Maduro le tomó meses entender eso. Entonces, el acuerdo fue empezar con Satena, la estatal de Colombia, que inició el trayecto Bogotá-Caracas en marzo con tres frecuencias semanales. Revisando precios en la página de Satena para volar la primera semana de julio, se encuentran, en promedio, tiquetes entre 500-650 dólares.  

Hoy en día Satena es la única opción para volar sin escalas y para hacerlo con escala en Panamá, toca viajar por Copa. Pero para los venezolanos que quieran viajar a Colombia, la Aerocivil ya les ha dado permiso a tres aerolíneas privadas: Laser, Turpial y Estelar. Las dos primeras ofrecen Caracas-Bogotá entre 400-450 dólares y la tercera hace la ruta Cali-Isla Margarita. Los venezolanos tienen tres opciones 20-25 por ciento más baratas que Satena. Nosotros solo tenemos una. ¿Por qué?

Hay tres aerolíneas haciendo fila para volar a Venezuela: Wingo, Avianca y Latam. La que ha sido más rápida y tiene todo en regla para volar es Wingo. Ya superó los permisos operacionales, administrativos y comerciales. El Inac le dio luz verde hace meses, pero la Aerocivil, autoridad colombiana, no ha querido permitirle volar. La versión que me dio el equipo del director de la Aerocivil, Sergio París, es que faltan unos papeles y trámites que deben mandarles del lado venezolano.

La realidad es otra y es que el presidente Gustavo Petro, por el momento, solo quiere que opere Satena. Es una orden clara de él. Me lo aseguró un alto funcionario del gobierno que ha estado cerca en todas las conversaciones con el gobierno venezolano y es algo que el sector aéreo tiene claro. Ya todo lo tienen en regla, hay tres aerolíneas venezolanas volando a Colombia y todavía no tienen permiso de vender tiquetes. 

¿Cuál es el problema? Que nuestras aerolíneas entrarían a operar con tiquetes 30-40 por ciento (220-250 dólares) más baratos que los de Satena. Si el gobierno quiere fortalecer a Satena, no debería hacerlo creando monopolios artificiales y obligando a los colombianos a pagar tiquetes astronómicos. Hacer de este trayecto un lujo, no es un buen método para recuperar el flujo comercial y turístico que tuvimos con nuestros vecinos. 

Ojala Satena crezca aprendiendo a competir con las mismas reglas de juego. Veremos cuánto tiempo duran las aerolíneas haciendo fila para bajar precios y terminar con el monopolio de Satena en Venezuela. 

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