Juan Fernando Cristo
13 Junio 2023

Juan Fernando Cristo

Histórico o peligroso

Entre aquí para recibir nuestras últimas noticias en su WhatsAppEntre aquí para recibir nuestras últimas noticias en su WhatsApp

Según cifras del Ministerio de Defensa, en agosto de 2018 el ELN no llegaba a los 3.000 hombres en armas, que se encontraban en poco más de 80 municipios del país. Cuatro años después, al asumir Gustavo Petro la jefatura del Estado, el grupo guerrillero llegaba a 6.000 integrantes con presencia en más de 170 municipios. En solo cuatro años duplicaron su capacidad militar. No es cierto, entonces, que el fortalecimiento de los elenos se haya dado en estos diez meses, como consecuencia de la decisión del nuevo gobierno de retomar la mesa de diálogo con ese grupo ilegal. Paradójicamente, su geométrico crecimiento se da en los cuatro años del anterior gobierno, en los que no hubo conversaciones de paz. Esa es la misma guerrilla que acaba de firmar un cese del fuego bilateral, temporal y nacional con el Estado.

De histórico califican los amigos de la paz el acuerdo firmado en La Habana, mientras los críticos expresan dudas sobre su contenido, con relación al cese de hostilidades contra la población civil. Señalan que el acuerdo es peligroso para el Estado. Los dos tienen la razón. Es histórico porque nunca antes el ELN había suscrito con ningún gobierno un cese al fuego como el que se firmó la semana pasada por parte de Gustavo Petro y Antonio García. Y las preocupaciones de los escépticos son válidas, especialmente tras las inaceptables y torpes declaraciones de Pablo Beltrán, que a algunos hicieron recordar el indignante “quizás, quizás, quizás” de Santrich al ser preguntado por los medios de comunicación si iba a pedir perdón a las víctimas de las Farc. Sin embargo, esas arrogantes declaraciones no son suficientes para vaticinar desde ya el fracaso de un cese bilateral al fuego, cuyos detalles y protocolos todavía no se precisan.

Las erradas declaraciones del jefe negociador de la guerrilla y algunas omisiones en el texto del acuerdo generan dudas legítimas de sectores políticos y sociales, que los negociadores y el gobierno deberían aclarar cuanto antes. Mientras en los protocolos se menciona con claridad el compromiso de las partes de respetar el derecho internacional humanitario y los derechos humanos y se señala además que el propósito del cese al fuego es “generar condiciones para que la población civil pueda ejercer sus derechos y libertades”, Beltrán sostiene que “en caso de ser necesario” acudirán al secuestro. Es inaceptable que se firme un acuerdo que deje alguna duda sobre la vigencia del DIH. Las inquietudes hay que absolverlas con prontitud y claridad en los protocolos pendientes. Pero nadie puede desconocer que un cese de acciones ofensivas en zonas como Chocó, Nariño, Arauca o Catatumbo tendrá un impacto favorable sobre las comunidades y aliviará el drama humanitario que padecen. Es muy distinta la opinión que tienen sobre el cese bilateral los analistas en Chapinero, que la gente que sufre a diario la violencia en los territorios.

Es importante, entonces, brindar respuestas rápidas para evitar interpretaciones equivocadas o en algunos casos de mala fe. Si el ELN comete un secuestro, ¿cual deberá ser la reacción del gobierno y de las fuerzas militares? ¿Se trataría de una violación o no del cese al fuego? ¿Si las autoridades adelantan operativos de rescate serán acciones ofensivas del Estado contra la guerrilla? ¿Si el ELN persiste en la extorsión a habitantes de las zonas en donde ejercen influencia armada, se pueden ejecutar operaciones de inteligencia para capturar a los responsables? Son muchas las preguntas y es natural que, al igual que en procesos anteriores, las respuestas sean ambiguas inicialmente. Por ello, esperamos que rápidamente se consolide el cese al fuego, se construya confianza entre las partes y se imponga una dinámica de desescalamiento del conflicto que conduzca a que la guerrilla deje de secuestrar y extorsionar. Ese será el gran desafío del ELN frente a la población, si quiere recuperar algo de la credibilidad perdida.

Mientras avanzamos hacia el cese bilateral, por el momento, prefiero quedarme con la visión del presidente Petro, quien anunció que el 25 mayo de 2025 “cesa definitivamente la guerra en Colombia”. El ELN causó un daño irreparable a mi departamento y a mi familia. Como ciudadano y como víctima, me quedo con esa versión optimista del carácter histórico del acuerdo y no con la catastrofista que advierte un grave peligro para la sociedad. Ojalá los pesimistas estén equivocados en esta ocasión.

Conozca más de Cambio aquíConozca más de Cambio aquí

Más Columnas