Weildler Guerra
18 Octubre 2023 06:10 am

Weildler Guerra

La civilización es un horizonte

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La historia la cuenta el escritor de origen búlgaro Tzvetan Todorov en su emblemática obra El miedo a los bárbaros. Un jefe militar espartano, Pausanias, ha vencido a los persas. Un testigo griego le cuenta que los persas, en una batalla anterior, cortaron la cabeza al rey de Esparta y la clavaron en un poste, de modo que para llevar a cabo una venganza en nombre de los espartanos Pausanias debía hacer lo mismo. Este último se niega vehementemente diciendo “un acto de este tipo es propio de bárbaros, no de griegos”. Todorov afirma que al negarse a imitar a sus enemigos y no dejarse llevar al campo de la violencia ciega, Pausanias se comporta como una persona civilizada. Uno de los rasgos de la barbarie es precisamente tratar a los demás como monstruos y negar abiertamente su condición humana. Por ello, el mismo Todorov afirma que “la civilización es un horizonte al que podemos acercarnos, y la barbarie un sustrato del que intentamos alejarnos. Lo bárbaro o lo civilizado son los actos y las actitudes, no los individuos y los pueblos”.

La posibilidad de cometer actos bárbaros, aunque nos consideremos civilizados, habita en el interior de nosotros como un impredecible caballo de Troya. No hay una frontera claramente demarcada en el comportamiento de los individuos, las facciones políticas, étnicas o religiosas y los propios Estados que nos separe de la inhumanidad. Las sociedades contemporáneas no parecen vivir en el sólido terreno del respeto a la humanidad del otro sino en una zona intermareal en donde se suceden en el tiempo flujos y reflujos de impredecibles actos de barbarie. Actos que simultáneamente nos sorprenden, nos decepcionan y nos interrogan acerca de la real naturaleza humana.    

El poeta ruso Joseph Brodsky, nacido en San Petersburgo en 1940, pensaba que quien había leído a Charles Dickens le era más difícil dispararle a otro ser humano en nombre de una idea que quien no lo había leído. Brodsky, que fue encarcelado por el régimen soviético acusado de parasitismo, no creía en las doctrinas políticas basadas en la violencia cuya insonoridad se manifiesta en el hecho de que requieren de sacrificios humanos para su realización. Son estas doctrinas las que llevan a algunos a justificar lo que es injustificable desde lo ético. Se trata de reafirmar principios universales en torno a la vida y a la dignidad humana, no de adoptar posiciones enmarcadas en una acomodaticia lógica situacional que solo ratifica nuestros propios prejuicios.

Los hechos transcurridos en este mes de octubre en el Medio Oriente constituyen una inmensa derrota para toda la humanidad. Las imágenes lacerantes de civiles heridos, secuestrados o muertos, ya se trate de judíos o palestinos, deben conducir a un sentimiento de vergüenza compartida.  El riesgo más grande al responder a los actos de barbarie con otras acciones igualmente deshumanizantes y cruentas es el de que esa misma violencia, que censuramos en otros, puede terminar convirtiéndonos en auténticos bárbaros.

wilderguerra@gmail,com

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