Sebastián Nohra
18 Octubre 2023

Sebastián Nohra

La “A” de Avianca

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El pasado martes Avianca relanzó su marca en un evento decorado con actores e influencers como parte de un proceso de transformación corporativa y de un gran plan de inversión de más de 470 millones de dólares para expandir su operación. El miércoles las portadas de los diarios amanecieron con un mensaje en el que Avianca le “decía adiós” a su 'A' mayúscula, para darle la bienvenida a la 'a' en minúscula a su nombre. 

La idea detrás del mensaje, explicó la aerolínea, es transmitir el espíritu de “una compañía que dejó de ser para pocos, para ser una empresa donde ‘el cielo es de todos’". Lo paradójico del lanzamiento de este nuevo eslogan empresarial, “el cielo es de todos”, aparece en el momento de mayor concentración del mercado aéreo y con los más altos precios en décadas respecto al ingreso medio de los colombianos. 

Según datos de las propias aerolíneas, de cada 100 sillas que se movilizan en el mercado comercial doméstico, 60 lo hacen en Avianca. La aerolínea posee el 48 por ciento de los slots (turnos de despegue-aterrizaje) de salidas y el 52 por ciento de llegadas en el Aeropuerto El Dorado, que es una de las joyas de la corona del sector en América Latina. 

Ahora, no es lo mismo tener un slot a las 7:00 a.m. un lunes que a las 3:00 p.m. un jueves. Hay slots prime o críticos que son mucho más apetecibles y significan un activo muy valioso para que las aerolíneas puedan crecer. Es como tener un local de hamburguesas en El Campín a tenerlo en una vía que está en obra. La diferencia del potencial de la demanda es abismal. 

Cuando se toman esos slots prime, la concentración de Avianca es mucho mayor. Por ejemplo, en las salidas de 6:00 a 8:00 a.m. tiene el 70 por ciento y en las llegadas de 6:00 p.m. a 8:00 p.m. tiene también el 70 por ciento. En ese escenario la competencia se esfuma y el poder para fijar precios es enorme. Avianca hoy es el patrón de El Dorado.

Avianca entendió hace unos meses que le iba mejor si dejaba morir a Viva y rechazaba la oferta de integración que les hizo la Aerocivil: recibió 41 slots diarios de los que dejó Viva y desapareció el tercer jugador del mercado. Ninguna aerolínea recibió más slots de los nuevos. Incluso, la oferta de la Aerocivil para integrarse era menor.

Recibieron los mejores activos pero no sus pasivos ni tuvieron que hacerse cargo de pagar nóminas. La jugada fue magistral.

En estos meses la señal que le ha llegado a la competencia y a futuros inversores es que son un imperio indestronable con estas reglas de juego. Si la oferta de infraestructura no crece y los reguladores siguen siendo una suerte de despacho jurídico de la propia compañía, tendremos un mercado aéreo cada vez más concentrado con aerolíneas low cost pero con precios premium. 

En un país que no tiene trenes ni buenas carreteras y no ha logrado conectar bien a muchas ciudades, el sector aéreo pasa a tener un papel peligrosamente importante. Hoy estamos pagando un salario mínimo para volar a muchas ciudades en temporada baja para trayectos de 40 minutos. No hay manera de ser competitivos y conectar al país en estas condiciones. 

Nos podrán inundar con cuñas y comerciales que digan “el cielo es de todos”, pero la realidad es que “el cielo es de Avianca” o “el cielo es de unos pocos”. Los precios, las barreras de entrada y crecimiento en este mercado, la parcialidad de los reguladores y la concentración de la torta hacen que el cielo no sea de todos. 

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