Ana Cristina Restrepo Jiménez
21 Julio 2023

Ana Cristina Restrepo Jiménez

La madre de todos los vientos

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En su discurso de posesión, el presidente Gustavo Petro prometió seguir “a rajatabla las recomendaciones del Informe de la Comisión de Esclarecimiento de la Verdad (CEV)”. Dicha investigación sostiene que el exilio es la segunda victimización del país después del desplazamiento forzado. El Informe habla de más de un millón de personas exiliadas a las que, desde septiembre de 2022, se suma uno de sus investigadores.

Escuche la columna completa aquí: 


La paradoja es que una de sus advertencias obró como premonición en el caso del politólogo Andrés Celis Rodríguez: “Existe despolitización del exiliado, a quien se ve como un migrante más”.

¿Un migrante más?

“Quienes me conocen, saben que amo Colombia. Y más allá de amar el país, disfruto y he disfrutado recorrerlo, desde Punta Gallinas en La Guajira hasta Puerto Nariño en el Amazonas. Desde La Barra en Buenaventura hasta Saravena en Arauca. Amo cada una de sus ciudades, en especial Bogotá; la Bogotá nocturna, los paseos por el centro, los Cerros Orientales y la magia de estar gritando en el estadio alentando a Millonarios”.

“Exilio I”, Andrés Celis

 

En febrero de 2022, un intruso irrumpió en la residencia de Celis y hurtó un computador, una grabadora, un parlante y varios libros. Las únicas grabaciones desaparecidas correspondían a los testimonios de Dairo Antonio Úsuga David, alias Otoniel, comandante del Clan del Golfo, a quien había entrevistado con el entonces comisionado Alejandro Valencia. “El material robado compromete a dos generales del Ejército, varios políticos y uno que otro empresario. Nombres que no señaló en las diligencias ante la JEP”, enfatiza Celis.


Entre junio y julio de 2022, recibió once llamadas intimidatorias. En octubre de 2022, después de su salida de Colombia, pudo grabar otras cuatro. En marzo de 2023 fue asaltado en Santa Marta. En junio, le llegaron nuevas advertencias.


Alguien que se identificó como un comandante del bloque principal de las Autodefensas Unidas de Colombia, lo amedrentó con “un derramamiento de sangre en su contra”.

La historia del robo es de público conocimiento. La Fiscalía General de la Nación insiste en que el delincuente era un habitante de calle. No identificaron la placa del taxi que lo transportó. Los dispositivos no han sido hallados. A Celis le informaron que las 63 huellas tomadas en su vivienda no arrojaron resultados. ¿Por qué el ladrón sabía que el material relevante estaba bajo su custodia y no del entonces comisionado Alejandro Valencia, cuyo perfil era más alto y visible? (“¡Cómo sería el seguimiento tan berraco!”, reflexiona hoy el politólogo).

“Mi cabeza dejó de estar en modo supervivencia, y empezó a darse cuenta de que estaba en un lugar donde no quería estar. Así, aparecieron, por momentos, el insomnio, la sudoración nocturna y las eternas preguntas sin resolver. ¿Por qué a mí?, ¿en qué momento llegué a esto? No pensaba en las amenazas con frecuencia, sino que el futuro me devoraba el cerebro […]”.

“Exilio II”, Andrés Celis

Advierte la CEV sobre el exilio: “La negación del conflicto armado en los gobiernos entre 2002 y 2010 fue un obstáculo para la protección internacional de las víctimas”. ¿Qué tipo de reconocimiento le ha dado la actual Cancillería a este caso? Su salida de Colombia durante el gobierno de Iván Duque fue urgente: le otorgaron una visa humanitaria que, según explica Celis, es temporal, no le permite trabajar ni acceder a servicios de salud en el país de acogida. En octubre deberá pagar por su renovación.


En la actualidad adelanta una tesis de Maestría que realizó gracias a la Embajada de Noruega. La compañía del excomisionado Carlos Martín Beristain ha sido una luz. Las complejidades del proceso de desarraigo han afectado su salud mental.

“En dos citas distintas, el psiquiatra me preguntó por la forma en la que imaginaba el suicidio. Le conté que tenía sueños que se repetían con dos formas, dos lugares y una misma hora en la que me mataba. Para él, eran alucinaciones por el insomnio. Me aconsejó escribir una razón por la cual valía la pena quedarse, seguir viviendo”.

“Exilio III”, Andrés Celis.

 

El Estado colombiano está en deuda con quienes han trabajado por la memoria del país poniendo en riesgo su integridad, su salud y su familia. Andrés Celis no es “un migrante más”, estos meses le han revelado que la Cancillería actual no es diferente a la del gobierno de Iván Duque: no ha agilizado el trámite de protección internacional para que se le otorgue el asilo. La única manifestación directa de solidaridad que ha recibido de este gobierno fue de la Oficina del Alto Comisionado para la Paz.


Las recomendaciones del capítulo “La Colombia fuera de Colombia” lamentan: “La Comisión ha conocido numerosos casos de países que rechazan demandas de protección a los exiliados bajo el argumento de que existe un proceso de paz en Colombia y que el país trabaja en su implementación y en propiciar condiciones favorables de seguridad para sus ciudadanos, que hacen innecesaria dicha protección”. Me permito un énfasis: “La Comisión manifiesta su preocupación ante la posibilidad de que tal situación permanezca invisible para quienes deciden sobre las demandas de protección internacional y el derecho al asilo, lo que acarrearía que los derechos de las víctimas colombianas no sean considerados por razones políticas contrarias a su situación real de seguridad”. (léase: https://acortar.link/sSuRdv). ¿Qué interés subyace al invisibilizar la demanda de asilo para Celis?

El Informe de la CEV no es un final sino un principio: el proceso de paz de La Habana es un acto político en evolución, cada uno de sus integrantes son actores políticos de una transición. Nunca ha sido tan necesario proteger el Sistema Integral de Verdad, Justicia, Reparación y No Repetición: tanto las amenazas a los magistrados de la Jurisdicción Especial para la Paz como el exilio del investigador Andrés Celis (todos los caminos conducen a Urabá, a los vínculos del Clan del Golfo con la institucionalidad) son muestras fehacientes del precio de la verdad.


¿“Después de la tempestad llega la calma”? En un conflicto armado ―no resuelto― de más de medio siglo, la verdad es la madre de todos los vientos.

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