Weildler Guerra
28 Septiembre 2023

Weildler Guerra

¿Pueden los perros tener un obituario?

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Hace unos días murió mi inseparable perra Yüii y siento una profunda obligación moral y emocional de hacerle un obituario. Un obituario es un relato idealizado de la vida de un ciudadano y, por lo tanto, es también la representación de un ideal. Los obituarios destilan la esencia de la vida de un ser y reflejan la valoración dada en una sociedad a la vida misma y a los atributos sociales considerados sobresalientes en la trayectoria de una persona. Estos valores son tan cambiantes como la sociedad misma y nos permiten observar cómo se transmite la memoria y qué consideramos digno de recordar en la historia de un individuo. Lo anterior es entendible en relación con el recorrido vital y el desempeño cívico de un humano, pero ¿qué puedes decir sobre la vida de un animal?

Para muchos seres humanos los animales son una especie de divertidos mecanismos de cuerda que pueden ser fácilmente reemplazados como la tostadora que se funde inesperadamente o una pieza de la vajilla que se escarcha. Hacer un obituario de un animal puede ser visto como un acto peligroso que difumina la barrera ontológica entre animales humanos y animales no humanos. También pueden desatar la indignación, la ironía o la burla. Diversos diarios norteamericanos se han visto en aprietos ante las reclamaciones de ciudadanos al encontrar obituarios de animales en la misma página en la que habitualmente aparecen los obituarios de las personas humanas.

Los animales con los que convivimos varios años son considerados usualmente como miembros legítimos de nuestras familias. Cuando fallecen inevitablemente vivimos un sentimiento doloroso de pérdida. Buscamos la legitimación de esa pérdida y les consideramos como seres apropiados para el duelo. Yüii era una perra labrador-nacida cerca de Orange Hill. un barrio de la isla de San Andrés, durante los primeros días de diciembre del año 2018.  Se le llamó Yuii, que quiere decir tabaco en la lengua wayuu, por su color marrón y su temperamento espasmódico como el de una mujer chamán en pleno trance.  A nuestro lado recorrió las avenidas arboladas de Bogotá, las playas arenosas de Riohacha y los parques y calles de Barranquilla. Junto a nosotros padeció y disfrutó el largo e incierto encierro de la pandemia. 

Al igual que los animistas estoy convencido de que el mundo está lleno de personas algunas de las cuales son humanas y otras no.  Nos comunicamos con estos seres a través de lo que el filósofo francés Maurice Merlau-Ponty llamó “interanimalidad”. Para este pensador los animales existen en un circuito de expresión y resonancia con otros animales y con el medio. Merleau-Ponty planteó la relación entre humanos y otros animales como una irreductible compenetración y entrelazamiento. Con ellos tenemos un “extraño parentesco” del que da mejor cuenta el pensamiento mítico
    
¿Qué puedo decir acerca de Yuii, sus atributos y sus hazañas? Como muchos ciudadanos humanos con vidas corrientes ella no salvó a ninguna anciana a punto de morir en un incendio. Tampoco rescató, como lo hizo el célebre canino llamado Wilson, a los niños indígenas extraviados en la selva del Guaviare. Lo que sí tengo es una larga lista de travesuras en la cocina, y otras relacionadas con su afición gustativa por los zapatos de la familia, que ocultaré pudorosamente para no deshonrar su memoria. Creo que en muchos casos los perros pueden tener obituarios. Con estos buscamos expresar gratitud y honrar sus vidas a través de una especie de filtro sobre sus hechos y atributos. Como otros seres de su misma especie Yüii fue una compañera incondicional, noble y amorosa que enriqueció varias vidas humanas durante casi un lustro y esa fue, quizás, su mayor hazaña.
 
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