Juan Fernando Cristo
18 Abril 2023

Juan Fernando Cristo

Relación madura

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Los ocho meses de la administración Petro han demostrado que la relación bilateral con Estados Unidos es sólida y madura. Si faltaba alguna prueba, la visita de trabajo del jefe de Estado a Washington lo confirma. Será una cita clave para el futuro de una agenda común. Desde el inicio del mandato de Petro, los contactos entre funcionarios de alto nivel han sido positivos, sin desconocer las evidentes diferencias entre ambos gobiernos. Mas allá de ideología Estados Unidos comprendió, desde el primer momento, que no podía tomar distancia de un país que en las últimas décadas se convirtió en su socio más confiable en la región. A su vez, el presidente colombiano tiene claro que Estados Unidos es un aliado esencial en la lucha contra el cambio climático y la posibilidad de avanzar globalmente en un nuevo enfoque en la guerra contra las drogas. El pragmatismo orienta esta nueva e inédita etapa de las relaciones bilaterales.

Es además una relación bipartidista, a pesar de la torpe intervención del gobierno Duque en las pasadas elecciones presidenciales norteamericanas. Ahora es esencial que ese espíritu se preserve. Hoy con estrecha mayoría republicana en la Cámara de Representantes y la incertidumbre sobre las elecciones presidenciales, la tarea del embajador Murillo ha sido clave para mantener canales abiertos con congresistas de ambos partidos, que tienen posiciones diversas alrededor de la paz total y la lucha contra el narcotráfico. Es por eso necesario que Colombia tenga un plan serio y creíble contra este flagelo, así el gobierno se mantenga firme en su decisión de no fumigar cultivos ilícitos ni hacer erradicación manual forzosa. Es indispensable impulsar la intervención integral en los territorios afectados por los cultivos ilícitos, que debe incluir reforma rural integral, inversión en los municipios PDTES y retomar los planes de sustitución social y voluntaria de cultivos ilícitos.

También suscitan controversia las negociaciones del gobierno con el Clan del Golfo y las disidencias. Muchos de sus cabecillas son perseguidos por la justicia estadounidense. El gobierno Biden, escéptico sobre los resultados de las conversaciones con el ELN, tiene aún más reservas sobre la posibilidad de diálogo con esas organizaciones criminales. De hecho, es importante evaluar la conveniencia de la solicitud que se hizo a la ONU de verificar un eventual cese bilateral al fuego con ellas.

La estrategia del gobierno Petro no será distinta a la de los anteriores gobiernos colombianos desde Virgilio Barco: la diversificación de las relaciones bilaterales. No es un camino novedoso ni fácil, pero el contexto global y algunas afinidades pueden contribuir al éxito de este propósito. Solo Santos y Obama con el acuerdo de paz lograron cambiar la agenda. Por ejemplo, las coincidencias en el compromiso con el medio ambiente de Biden y Petro son una oportunidad para establecer una alianza contra el cambio climático. Asimismo en materia de migración, el liderazgo de Colombia en estos años frente el éxodo venezolano, facilita una interlocución productiva en un asunto de la mayor trascendencia política y electoral para los demócratas. Hay, entonces, un menú amplio de temas de interés común que demuestra la madurez de la relación.

Sin embargo, mientras sigamos siendo los principales productores de coca del mundo, el narcotráfico siempre estará en el primer lugar de prioridades en la agenda con Estados Unidos. Es cierto que, con el crecimiento del consumo de fentanilo en la juventud norteamericana, la coca ya no es la principal causa de las muertes por sobredosis. Pero en muchos sectores de la sociedad, el congreso y el propio gobierno, persiste la preocupación por la forma en que más de 200.000 hectáreas de coca pueden afectar la estabilidad de la región. Por ello, es clave que en las reuniones de esta semana se envíe con pragmatismo el mensaje de que las relaciones estarán por encima de las diferencias ideológicas y que, además de una agenda diversa, seguimos con el compromiso de trabajar conjuntamente en la lucha contra el crimen organizado. Seguramente con énfasis y prioridades distintas, combatiendo con energía el lavado de activos, destruyendo laboratorios y con mejores resultados en la interdicción. Y, obvio, con el compromiso de brindar alternativas a nuestros campesinos para que por fin salgan de ese círculo vicioso de cultivos ilícitos, violencia, drogas y exclusión.

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