Gabriel Silva Luján
8 Octubre 2023

Gabriel Silva Luján

Un viaje sin brújula

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Gustavo Petro no es el primer presidente colombiano que visita Beijín. Sin embargo, es el primero que lo hace en medio de un contexto geopolítico e internacional lleno de tensiones y desafíos. La invasión de Rusia a Ucrania, la violenta agudización del conflicto palestino-israelí, el escalamiento de las tensiones en los mares de Japón y China, la confrontación geopolítica entre Beijín y Washington, son asuntos claves que estarán en la cabeza de Xi, pero probablemente no tanto en la del mandatario colombiano.

La asimetría en la óptica, sofisticación y enfoque entre los dos países es el primer riesgo de la visita de Petro. Mientras aquí estamos buscando que el presidente Xi se apañe a tratar asuntos que son minúsculos -como el metro de Bogotá- por el lado de Beijín las cosas serán a otro precio. La diplomacia china estará bien preparada para aprovecharse de la visita para avanzar sus intereses comerciales, estratégicos y geopolíticos en el país y en América Latina, lo que no necesariamente favorecerá el interés nacional de Colombia.

El diario Portafolio le preguntó recientemente al presidente sobre su agenda en China y se limitó a contestar que:“Tengo una entrevista con el presidente chino el 25 de octubre y [los contratos del metro de Bogotá] son temas de los que hablaremos, no solo de eso en Pekín. Veremos qué dice el jefe de Estado chino sobre estos temas, si nos puede ayudar a darle una mano a la transformación del transporte en Colombia hacia lo férreo y lo eléctrico”. Esa visión de la temática bilateral es bastante limitada, por decir lo menos. En la actual coyuntura son muchos los asuntos estratégicos para el interés nacional que pasan por la relación con China.

El presidente Petro se trasnocha todos los días pensando en cómo renegociar el Tratado de Libre Comercio con los Estados Unidos con el argumento de que genera un déficit comercial desfavorable para el país. En contraste, hasta ahora no hemos visto una sola línea (o trino) de Petro en el que se diga cuál va a ser el planteamiento comercial que llevará el primer mandatario en su viaje a la Muralla China.

En 2022 el déficit comercial con los Estados Unidos fue del orden de USD 3.000 millones, mientras que con China ascendió a USD 14.000 millones, es decir, cuatro veces el de los gringos. De lo que se sabe, Petro no lleva ningún planteamiento, queja o propuesta para reducir esa monstruosa desventaja que sufre nuestra economía frente a China. ¿Cuáles serán las exigencias al presidente Xi sobre una mayor apertura y un mejor acceso para los exportadores colombianos?

Los enemigos estratégicos regionales de Colombia son precisamente los mejores amigos de China en América Latina. Aunque estamos en buenos términos con Venezuela y Cuba, eso no cambia un ápice el hecho de que históricamente estos países han intervenido en el conflicto interno en Colombia o han amenazado su soberanía. Nicaragua es a todas luces una protuberante y presente amenaza a la integridad territorial del país. China mantiene activas relaciones militares, de suministro de equipos, de armamento y de entrenamiento con estos países. ¿Qué va a plantear el presidente Petro a su homólogo en cuanto a garantías de que sus aliados regionales no utilizarán esa relación militar especial con China para afectar o agredir a Colombia?

China es la economía de mayor utilización de carbón mineral, el 50 por ciento de la producción mundial, y se encuentra entre las primeras consumidoras de hidrocarburos a nivel global. Es el mayor emisor de dióxido de carbono del planeta responsable de la tercera parte de dichas emisiones, tendencia que se mantiene con un crecimiento de emisiones del 4 por ciento en el primer trimestre de este año. ¿Será el presidente Petro capaz de cantarle la tabla a Xi sobre su negligencia ante el cambio climático como lo hace con Occidente? ¿Será capaz de pedirle a Xi que haga los mismos sacrificios de descarbonización que le ha impuesto a los colombianos?

Los profesionales de las relaciones internacionales han demostrado con bastante consistencia que en las coyunturas de transición del sistema internacional y de redefinición estructural de la distribución internacional del poder mundial, la competencia entre potencias ascendentes y descendentes se dispersa ineludiblemente hacia las zonas periféricas. En la actual confrontación existencial entre China y Estados Unidos, América Latina vuelve a adquirir un carácter de región estratégica que podría alcanzar un estatus no muy distinto al que desempeñó durante la Guerra Fría.

Este análisis lo que quiere decir es que la tolerancia de los Estados Unidos a una profundización de las relaciones con China ha disminuido de manera notoria. De allí que los compromisos políticos que haga el presidente Petro durante su visita pueden tener consecuencias para Colombia en cuanto a su relación con Estados Unidos. Los riesgos de esas decisiones deben ser examinados y calibrados en un trabajo cuidadoso, técnico, analítico y profundo que aún no ha presentado la Cancillería.

El presidente Petro llega a Beijín sin contar con una visión estratégica sobre las relaciones bilaterales para orientar su actuación. Está a ciegas y con un sesgo ideológico que lo puede inducir a cometer graves errores. Por ejemplo, de comprometerse a que Colombia haga parte de la Belt & Road Initiative (conocida como la nueva ruta de la seda), algo que le debe sonar maravilloso, amarraría al país a una iniciativa que no se ha explorado suficientemente en sus consecuencias. De igual manera, si Colombia sigue con el coqueteo para ingresar al grupo de los BRICS y confirma su interés ante Xi, se leerá como un paso más a quedar insertado en la órbita de influencia china. En ese contexto corremos el riesgo que señala la internacionalista Sandra Borda en un trabajo reciente:

“Sin duda esa nueva situación crea dilemas importantes para los gobiernos y para el sector privado en cuanto a sus relaciones económicas y financieras con los actores públicos y empresariales provenientes de los nuevos rivales estratégicos de Estados Unidos, en particular China… Las sanciones económicas, financieras y las limitaciones que se han ido estableciendo en el contexto de esos nuevos ejes de confrontación geopolítica… afectan los grados de libertad de los empresarios y el sector financiero de América Latina…”.

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