Gabriel Silva Luján
3 Marzo 2024

Gabriel Silva Luján

¿Y si gana Trump?

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Las elecciones estadounidenses tienen bien ocupados a los tertuliaderos, a los foros académicos y a la prensa en todas partes del planeta. Obvio, con excepción de Colombia que siempre parece estar de espaldas a la realidad mundial. Sin duda, nuestro tradicional parroquialismo tiene mucho que ver. También la verdad es que aquí vivimos en vilo, sometidos a una imparable avalancha de noticias, tragedias y trinos. Sin embargo, hay una explicación adicional, quizás la más relevante.

El tema de los Estados Unidos y de las relaciones bilaterales no ha sido, paradójicamente, un asunto de preocupación para los colombianos desde que se inició el gobierno Petro. Eso no siempre ha sido así. Las relaciones con Washington han pasado por momentos muy tensos y difíciles en el pasado, como por ejemplo cuando al país le tocó aguantarse los desplantes del procónsul Myles Frechette, en ese entonces embajador en Bogotá.

Muchos imaginaron que con la llegada al poder del primer gobierno de izquierda, que trajo su buena carga de retórica anti-Occidente y de cambios de política en temas altamente sensibles, volveríamos a las épocas de una aguda confrontación. Esa hostilidad y tensión no ha ocurrido. En gran medida es por eso por lo que los colombianos en la actual coyuntura no sentimos el tema de Estados Unidos como un desafío. Sin embargo, el próximo 4 de noviembre, día de las elecciones presidenciales, toda esa “buena vibra” podría cambiar.

El regreso de Trump a la Casa Blanca, algo que parecía impensable hace un par de años, es hoy más posible que nunca. Así lo anticipa la más reciente encuesta realizada por el prestigioso The New York Times y publicada el día de ayer. En esa investigación el candidato republicano Donald Trump tiene el 48 por ciento de la intención de voto contra el 43 por ciento que registra el presidente Biden. Una diferencia de cinco puntos que es muy significativa a estas alturas del partido.

Ante esa realidad es importante empezar a prepararnos para el impacto que tendría en Colombia una victoria de Trump. Esto es particularmente relevante porque hasta ahora el gobierno Petro no ha enfrentado ninguna hostilidad o fricción real con Washington. Esto se debe a que Biden y su equipo de seguridad nacional en la Casa Blanca se comió el cuento de que Petro era capaz de garantizar que Maduro cumpliría los acuerdos de Barbados para el regreso a la democracia.

La política exterior de un eventual gobierno Trump tendrá tres características primordiales. Primero, va a otorgarle una menor importancia a la vigencia de la democracia en el mundo; segundo, va a usar menos diplomacia y más herramientas coercitivas; y tercero, quizás lo más relevante para Colombia, va a ser marcadamente aislacionista. Esto último se hizo evidente cuando puso en entredicho el respaldo de los Estados Unidos a la alianza más importante, la más trascendental, que es la OTAN. Si Trump fue capaz de decir que dejaría a merced de Putin a sus aliados históricos, ¿qué se puede esperar de las “alianzas menores” como la que existe con nuestro país?

El presidente Petro suspendió la erradicación e impuso una despenalización de hecho a los cultivadores de hoja de coca. También se metió en un proceso de paz total que involucra negociaciones con actores armados que están incluidos en las listas de grupos terroristas de Estados Unidos. Además intenta “hacer la paz” con grupos criminales que son abiertamente narcotraficantes e involucrados en el tráfico ilegal de migrantes. Todo esto ha sido tolerado por el gobierno Biden. Esa tolerancia hacia las políticas del gobierno Petro terminará abruptamente con la llegada de Trump al poder.

Un futuro gobierno republicano le daría un fuerte protagonismo a combatir internacionalmente las amenazas que afectan domésticamente a los Estados Unidos: la migración ilegal, el crimen organizado y las drogas. Las herramientas preferidas por Trump no serán muy distintas a las que utilizó durante su gobierno. Las sanciones económicas y comerciales, los vetos y la suspensión de la ayuda, e incluso la remoción de visas o inclusión en listas de líderes que no sean de su agrado, estarán al orden del día.

Trump muy posiblemente demostrará una alta propensión a actuar de esa manera hacia Colombia y el gobierno Petro. Las diferencias ideológicas son abismales. Además el candidato republicano ha tenido en el pasado expresiones muy severas en contra de Petro, que se suman a las que han expresado algunos senadores y líderes de ese partido. Trump cuando era candidato acusó a Petro de ser socialista y tener un pasado guerrillero. También de negociar con narcoterroristas.

Entonces, dado que el periodo de Petro y el de Trump se traslaparían por cerca de dos años, hay que prepararse para una relación bilateral con los Estados Unidos posiblemente bastante tormentosa. Ese inusual distanciamiento con Washington podría traer consecuencias graves para la economía y la seguridad nacional. Paradójicamente, mientras el país va a sufrir las secuelas de la eventual llegada de Trump, para el presidente Petro será un bocatto di cardinale.

La retórica antiimperialista característica de Petro -desde sus épocas de guerrillero- no se ha dirigido hasta ahora específicamente contra Biden o los Estados Unidos. Con Trump en la Oficina Oval eso muy posiblemente va a ser diferente. Cualquier declaración, desacuerdo o presión, del futuro gobierno gringo, disparará una imparable cantaleta anti-yanqui.

Trump y los gringos serán los nuevos enemigos que impiden el cambio. Como ocurre hoy con los medios, el establecimiento, los grupos económicos, el neoliberalismo, y tantos otros... Qué mejor para inmortalizarse que ser víctima del mismísimo Imperio, como lo fueron el Che, Castro, Chávez, Martí... Y enarbolará con patriotismo y heroísmo la bandera de la independencia y la soberanía nacional para conducir a sus huestes a la victoria en 2026.

Twitter: @gabrielsilvaluj
 

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