La amenaza de Petro a sus ministros, en el más reciente consejo de ministros, habla más sobre el estilo de liderazgo del presidente que de la incapacidad ejecutiva de su gabinete.
Las crisis constantes del Gobierno de Gustavo Petro dan material suficiente para una serie de Netflix. Sin embargo, detrás de la aparente trama de drama político y tensiones ministeriales subyace un tema crucial que va más allá del entretenimiento: el liderazgo y la eficacia administrativa. El más reciente jalón de orejas del presidente Petro a sus ministros, el pasado lunes 14 de agosto, no solo confirma las características en el estilo de liderazgo de Petro, sino que también destaca las deficiencias en las capacidades de ejecución presupuestal del Estado. Las ambiciones grandilocuentes y los cambios prometidos por el presidente se han visto enfrentados a la dura realidad de una limitada gestión gubernamental.
En el consejo de ministros Petro le exigió a su gabinete, de manera perentoria, mostrar resultados en la ejecución presupuestal, so pena de destituir a quienes no cumplan en un mes con su instrucción.
La queja sobre la baja ejecución por parte del Gobierno ha sido un eco constante de analistas, opositores y medios durante los últimos meses. Solo hasta la semana pasada, el fuerte llamado de atención de los terceros se convirtió en una prioridad gubernamental, un desfase que pone la lupa en la capacidad del Gobierno para abordar de manera proactiva los problemas del país.
“No vamos tan rápido como el Gobierno quisiese y como el presidente ha instruido”, reconoció el ministro del Interior, Luis Fernando Velasco, en entrevista con Blu Radio.
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"La solución, siguiendo el patrón que ha caracterizado su estilo de liderazgo, refleja su preferencia por mandar en lugar de gobernar"
Según CAMBIO, al menos 11 ministerios están rezagados en la ejecución de lo destinado para inversión en 2023: Transporte (14 por ciento), Agricultura (16,4 por ciento) y Vivienda (23,7 por ciento). Las críticas desde el Congreso a los ministros por la baja ejecución y los debates de control político que vienen atendiendo en los últimos 15 días, también molestaron a Petro, pues sabe que tienen fundamento y que le cayeron como anillo al dedo a la oposición.
La solución, siguiendo el patrón que ha caracterizado su estilo de liderazgo, refleja su preferencia por mandar en lugar de gobernar. Si no muestran resultados, procede la destitución. Sin embargo, esta amenaza plantea interrogantes y, en lugar de promover una solución, podría abrir las puertas a una nueva crisis ministerial. La amenaza habla más sobre la gestión de Petro que sobre la de sus ministros. Mientras tanto, el presidente transita el peligroso camino de quedarse sin equipo y tener que volver a comenzar desde cero. No es menos relevante mencionar que, de los 18 ministros originalmente designados al inicio de su mandato hace un año, tan solo 7 permanecen en sus cargos, un reflejo de la notoria inestabilidad en su equipo ministerial.
Similar a una gran empresa que pierde varios vicepresidentes a la vez, el tiempo requerido para restablecer la cohesión y coordinación de un equipo de gobierno es inmenso. No creo que la solución amenazante de Petro vaya a tener un efecto positivo para el país. Seguramente sí se ejecutarán presupuestos con rapidez, pero desordenadamente, sin propósito, haciendo maromas y la feria del gasto sin prioridad primará en el Estado. Se complacerá al presidente, pero a costa de una ineficiente e ineficaz ejecución presupuestal.
Con esta nueva muestra de liderazgo presidencial, se reitera que Petro se presenta como un agente del cambio, pero que sus ambiciones no parecen estar respaldadas por una estrategia clara de ejecución de sus ideales. Su liderazgo parece limitarse a su extensa capacidad oratoria, pero sin las habilidades gerenciales requeridas para la gestión efectiva de un Gobierno.
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“La falta de discernimiento del presidente en los nombramientos de su gobierno está comprometiendo la capacidad del país para funcionar eficazmente”.
No creo que sea justo atribuirle la falta de ejecución solamente a los ministros, Petro tiene también parte de responsabilidad. Algunos nombramientos de ministros y cabezas de entidades estatales se han basado, irresponsablemente, en el trámite de favores políticos y no gracias a que tengan destacadas competencias técnicas o experiencia en el sector. La falta de discernimiento del presidente en los nombramientos de su gobierno está comprometiendo la capacidad del país para funcionar eficazmente.
La retórica sin acción sostenible no conduce a una verdadera transformación. Es previsible que de continuar la baja ejecución presupuestal, el presidente Petro además de cumplir su amenaza, busque equivocadamente, chivos expiatorios externos como culpables de su propio fracaso. Es crucial que asuma su responsabilidad en lugar de culpar a los medios, a los empresarios, a los grupos económicos o a enemigos ocultos. Culpar a fuerzas externas solo proporciona material para tranquilizar a sus seguidores, ofreciéndoles las razones que quieren escuchar, pero no cambia la realidad. El legado de la administración Petro dependerá de su capacidad para enfrentar sus desafíos con honestidad y tomar medidas correctivas que sean eficaces.
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“El legado de la administración Petro dependerá de su capacidad para enfrentar sus desafíos con honestidad y tomar medidas correctivas que sean eficaces”.
La historia de esta administración gubernamental se está escribiendo de crisis en crisis y ahora hay que incluirle ultimatums. El reto de Petro es asumir la responsabilidad, no solo de su Gobierno, sino también de su legado. En lugar de buscar culpables y de ideologizar las propuestas de cambio, hay que abandonar el tiempo de los discursos y pasar al de la acción, ojalá soportada en datos y posibilidades realistas. Es momento de que las acciones hablen por sí solas y forjen el futuro que el país necesita.
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