Gabriel Silva Luján
7 Noviembre 2022

Gabriel Silva Luján

Ahora, la libertad de prensa

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Sin duda, el gobierno está sintiendo una presión política que va en aumento. Las encuestas muestran un rápido detrimento de la popularidad del presidente Gustavo Petro. Según Invamer su favorabilidad cayó diez puntos y su negativo se dobló. No es un deterioro menor para llevar tan poco tiempo en el poder. Algo que para personalidades caudillistas como la de Petro no debe ser un agravio menor.

Si se mira el historial discursivo del presidente Petro y se escudriña su cuenta de Twitter se ve un incremento significativo de los señalamientos a “los medios”. Igual ocurre con los principales alfiles legislativos y políticos del petrismo. Las bodegas petristas están dedicadas a atacar medios, analistas o periodistas disidentes.  En la medida en que las inherentes dificultades que conlleva gobernar se vuelven palpables y la ilusión de la omnipotencia se desvanece, el caudillo necesita culpables.

El primer “culpable” que viene señalando Petro son las instituciones, la Ley y la Constitución (ver CAMBIO, “La democracia como estorbo”, 09/11/2022). En su visión las instituciones fueron concebidas para proteger los intereses creados, preservar el poder de las élites e impedir el cambio. Pasa por alto que el M-19, guerrilla a la que perteneció, participó de manera activa en la construcción de la carta magna más popular de las que ha tenido el país. Quizás porque reconoce esa popularidad de la Constitución de 1991 ha cambiado de flanco. Ahora ha decretado como enemigo la prensa, los medios e incluso los canales de expresión digital.

A nivel ministerial las cosas no están mejor. Con pocas y notables excepciones, la mayoría de los ministros tienen una formación de activistas donde la formulación y ejecución de políticas públicas no es su principal fuerte. Dada esa condición, la ideología prima sobre las consideraciones técnicas y el pragmatismo brilla por su ausencia. El problema de los activistas cuando se vuelven gobierno es que les queda muy difícil comprender que el resto del mundo no necesariamente comparte, con igual apasionamiento e intransigencia, sus verdades reveladas.

De allí nace una intolerancia hacia la crítica y una sensibilidad a flor de piel frente a las opiniones de esos infieles que no ven la luz. Hemos visto a ministros estallar en medio de ruedas de prensa, desertar tormentosamente los escenarios donde son cuestionados, eludir preguntas. Y responsabilizar a “los medios” de ignorancia, de mala leche, o de ser cómplices de agentes de los que quieren acabar el planeta o de ser esbirros de las EPS.

En el gobierno, siguiendo el ejemplo de su presidente, se ha ido conformando una actitud defensiva que se está tornando en agresividad hacia los medios y deslegitimación del periodismo y de la libertad de prensa. Eso no es inusual en los líderes autoritarios. En el propio Estados Unidos, cuna de la libertad de prensa, Trump desató una campaña feroz que aún continua contra The New York Times, el The Washington Post, CNN, CNBC y todos los medios liberales o que no estuvieran de acuerdo con sus pretensiones de dar un golpe de mano a la democracia estadounidense. 

El presidente Petro viene señalado a los medios de comunicación de ser agentes de los empresarios, de los poderosos, de servir a los intereses de las élites, de desinformar. Y lo más grave, los empezó a responsabilizar de la incapacidad del gobierno de producir resultados. Ahora quiere diseminar la falacia de que la libertad de prensa y el derecho a disentir es un instrumento de los ricos para ensamblar una conspiración para impedir el cambio. Peligroso.

En un país en el que según el Comité Internacional para la Protección de los Periodistas se han asesinado a 47 periodistas y trabajadores de medios en lo corrido de 2022; en el que por razones políticas incendiaron El Tiempo; en el que El Espectador y Vanguardia fueron destruidos por bombas del narcoterrorismo; en el que se asesinó a Guillermo Cano; en el que cientos de periodistas están en el exilio; señalar a la prensa y a los medios de comunicación y de opinión como los enemigos del pueblo es jugar con candela, señor presidente.

Twitter: @gabrielsilvaluj

 

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