Sebastián Nohra
30 Octubre 2022

Sebastián Nohra

Avianca: cerca de ser el dueño de los cielos

Entre aquí para recibir nuestras últimas noticias en su WhatsAppEntre aquí para recibir nuestras últimas noticias en su WhatsApp

El mercado aéreo está a punto de ser casi monopólico y el tema, para fortuna de los dueños de los cielos colombianos, no está teniendo la atención que merece en los medios y las redes sociales. La posible fusión entre Avianca y Viva para crear el Grupo Abra, dejaría más del 65 por ciento del tráfico aéreo controlado por este nuevo holding. 

Estamos en un déjà vu de los que ocurrió en los 90 con Avianca y Aces. En un primer momento, Emilio Archila como superintendente de Industria y Comercio, trató de evitar la operación, pero el rodillo del lobby y el poder corporativista lo sacó del camino. Veinte años después, otra vez Archila, esta vez como abogado de Ultra Air, empresa de bajo costo que se presentó en este caso como tercero interesado para tratar de evitar la fusión, vuelve a intentar mediar entre gigantes para que Avianca no construya un imperio inexpugnable. 

Pero, más allá de los nombres propios la situación es muy crítica. Justo cuando Avianca perdió el afecto ganado por décadas de los tripulantes del país por convertirse en una aerolínea de bajísima calidad y con una forma de operar sistemáticamente abusiva con sus clientes, están cerca de elimar lo que de verdad disciplina y obliga a mejorar a las grandes empresas: la competencia. Avianca hoy no es más que una nostalgia de lo que fue. 

Bajo este nuevo holding llamado Abra los directivos de Avianca y Viva dicen que no habría una situación dominante y que la fusión apenas sería accionaria y financiera, pues en la práctica, ambas compañias seguirían existiendo como marcas separadas con tarifas distintas. Cualquier persona con una formación empresarial elemental sabría que esto es coger por tonta a la opinión pública. 

Sería absurdo que si se aprueba y consolida Abra no haya una estrategia conjunta comercial y tarifaria y de uso de slots para beneficiar en último termino los intereses del holding. ¿Acaso las cabezas comerciales de Avianca y Viva trabajarían sin estar en sintonía con las decisiones de la junta directiva y la salud financiera de Abra? ¿Si una decisión o estrategia de Viva perjudica seriamente a Avianca la tomarían? Vamos, señores, que no nos chupamos el dedo. 

La cuestión es que los dos cargos que tienen en sus manos la decisión de permitir este nuevo tablero del mercado aéreo son el superintendente de la SIC y el director general de la Aerocivil, dos cargos muy importantes que hoy siguen en interinato y al presidente parece no importarle. Tres meses y no hay nadie nombrado en forma. 

Una de las razones para realizar la fusión es un teórico mal momento financiero de Viva. Pero la pandemia la sobrellevó mucho mejor que Avianca y jamás tuvieron que pedir rescate y ahora  mismo el mercado aéreo en el mundo goza de un orgasmo de beneficios. Ha habido poca disposición de estas empresas a abrir los libros y mostrar las coordenadas reales de una fusión que todavía nadie confirma y que la SIC sigue “investigando”.

Sería catastrófico para el país que un sector tan importante quede en manos de un grupo. Viajar en Colombia es realmente costoso respecto al ingreso medio comparado con los países más desarrollados. Es urgente construir infraestructura, elimianr barreras de acceso, reducir impuestos y estimular un clima competitivo para que hayan más aerolíneas y se logre reducir el costo de los tiquetes. 

Si se cristaliza el nacimiento de Abra ocurrirá todo lo contrario: pocos incentivos para innovar y un poder casi absoluto para manipular tarifas, horarios, cancelación de vuelos, promociones, etc. Es clave que el país ponga sus ojos en esta operación y se dé un paso para abandonar el histórico maridaje entre grandes corporaciones y el poder político que le viene bien a unos pocos y muy mal al pueblo. 

Si hay un grupo castigado y olvidado en Colombia son los viajeros. Se ha abusado de su paciencia y parece que el mensaje es que deben resignarse a pagar mucho por recibir muy poco. El libre mercado y abrir los cielos es pensar en ellos y en la productividad del país. 

Conozca más de Cambio aquíConozca más de Cambio aquí

Más Columnas