Sebastián Nohra
6 Noviembre 2022

Sebastián Nohra

De bombero a francotirador

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José Antonio Ocampo es un hombre respetuoso y de tono sereno. Tiene la pausa y la “cancha” que no tiene la mayoría del gabinete. Eso era un valor para un gobierno que llegaba con el ímpetu de tumbar la puerta del neoliberalismo para cambiar a Colombia. Ha sido el enlace con los rivales y los sectores que descreen del gobierno. 

En la tributaria es cierto que se reunió con políticos y voceros de muchos sectores para tejerla y negociarla. Eso habla bien de alguien que ha pasado por los cargos más importantes del Estado en su área y sabía en qué toro se montaba. Semejante trayectoria y los galones que tiene dentro del gobierno, nos sugieren que sus declaraciones e ideas vienen más del cálculo que de impulsos adolescentes. Así quisiera leerlo.

Por eso viene bien analizar al Ocampo de los últimos días. Se aprobó la reforma tributaria, se anotó un gran éxito político y acto seguido sacó los colmillos. El viernes en entrevista con Caracol TV acusó a empresarios de generar “pánico económico” y sostuvo que deben parar de enviar malas señales. The Wall Street Journal, el diario financiero más importante del mundo, reflejó delcaraciones hostiles de Ocampo en la misma dirección y el domingo en entrevista con El Espectador, no solo fue en la misma línea sino que dobló la apuesta: que el pánico creado por sectores de la oposición y el sector privado es, en parte, responsable del comportamiento del dólar y las tasas de interés. 

Resulta, ahora, que esta trepada histórica del dólar, que desde Gustavo Petro ganó la segunda vuelta tiene al peso como una de las monedas más devaluadas del mundo, la evaporación de los TES, el desplome de la acción de Ecopetrol y el ruido en el exterior que hay por la economía es también culpa de los empresarios. Inaceptable admitir ese relato de quien no esperábamos oírlo. 

En las entrevistas les pide (aunque estrictamente sería “les ruega”) confianza a esos empresarios en el gobierno y en la responsabilidad fiscal de la gestión. Pues, dice, que todas sus decisiones están avaladas por los principales organismos internacionales. Empezar a escribir tan pronto ese viejo guion de la izquierda más radical de América Latina preocupa mucho porque se puede intuir que está desde ya abriendo el paraguas de los enemigos externos para anticipar momentos bien complicados que Ocampo ve venir. 

La carta de “los empresarios malos que crean pánico” muestra molestia y desespero. Pero, debemos recordarle al ministro que quien deslizó crear control de capitales, cerrarse a firmar nuevos contratos de exploración y explotación, comprar tierras con TES, revisar el marco fiscal y tuvo una disputa pública entre ministros ha sido el gobierno, no los empresarios. 

Ocampo sabe que en estas cosas la confianza no se pide sino que se demuestra. Se construye. No permitir deducir las regalías en el impuesto de renta para contratos vigentes debilita esa relación. Es cambiar bruscamente las reglas de juego para planes de negocios que fueron hechos con otro régimen. Es un daño reputacional para el país.

 La estabilidad y certidumbre, ministro, la deben generar ustedes con sus declaraciones y políticas. Si los empresarios, tenedores de bonos y fondos al final no les creen, será por el pánico que genera el futuro fiscal del país y las condiciones del clima de negocios. Usted sabe bien que el gobierno ha sido temerario, sino no le hubiera pedido prudencia a sus compañeros en reuniones ministeriales y tampoco hubiera contradicho a la ministra Vélez y al presidente. 

Si usted termina siendo el capitán del Titanic la culpa no será de los tripulantes.
 

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